Por José Odisio

El hincha leproso viene con la suerte torcida. Hace tiempo que le cuesta encontrar motivos para alegrarse, y cuando aparece alguna sonrisa, dura demasiado poco. Y casi como una constante, volvió a suceder lo mismo tras golear a Sansinena.
Obviamente el 5-2 con tres de Maxi fue una caricia en medio de tantos sopapos. Y si se tiene en cuenta que la Copa Argentina siempre lo tuvo a la Lepra a los tumbos, el resultado, más allá de la debilidad del rival, fue más que positivo.
Pero nunca la felicidad es completa. No había pasado cinco minutos, y mientras los casi diez mil hinchas que fueron a Junín festejaban y preparaban el regreso, Maxi Rodríguez encaró a los micrófonos en cancha y tiró una bomba: «Voy a disfrutar de los dos partidos que quedan, no sé qué pasará el torneo que viene».
Así, la euforia pasó a ser preocupación, en especial en el hincha, que más allá de algunos cuestionamientos al plantel y los referentes, no hay dudas que bancan a Maxi por todo lo que le dio a Newell’s.
¿Se irá Maxi? Difícil saberlo hoy, pero la advertencia está. No es la primera vez que la Fiera da señales de alerta. Cuando hay algo que no le gusta lo dice. Y la realidad es que le pasaron cosas. Porque más allá de sus rendimientos, que en general son buenos o no distintos al resto, en los últimos años debió soportar que le balearan y le pintaran la casa a la abuela, que lo difamaran con rumores sobre su vida, que le colgaran carteles dentro de la cancha con la venia de la dirigencia (en esta cayó junto a sus compañeros), o que lo maltrataran en redes sociales, en muchos casos con ofensas hacia su persona o su familia.
También hay elogios, obvio. Hay cariño de la gente, hay respeto por su regreso en un momento difícil y llevarlo a Newell’s al título. Hay banca de muchos desde lo público o desde el anonimato. El tema es saber si esto alcanza. Porque al parecer a Maxi la cabeza le está haciendo ‘click’ y esta vez puede ser que la razón pueda más que el corazón.