La extrema derecha alemana prometió una «nueva era» en el país, en su debut en la cámara de diputados de Berlín, donde quiere llevar a cabo una dura oposición a la canciller Angela Merkel en temas como la inmigración o el euro.

«El pueblo decidió, empieza ahora una nueva era», dijo Bernd Baumann, uno de los 92 diputados del partido antiinmigración Alternativa para Alemania (AfD), en la sesión inaugural del nuevo Bundestag, la cámara baja del Parlamento surgida de las elecciones legislativas del 24 de septiembre.

El Parlamento nacional alemán nunca, desde la Segunda Guerra Mundial, había tenido en sus bancas a tantos diputados de la derecha nacionalista. En la sesión inaugural, el AfD se presentó como si fuera víctima de discriminación por parte de los otros partidos.

Como prueba de ello, Baumann denunció las «maniobras» para impedir que un diputado del AfD pronunciara el discurso de apertura. En principio, es el diputado decano de la Asamblea el que se encarga de ello, y en esta ocasión le hubiera correspondido al ultraderechista Wolfgang von Gottfried, de 77 años.

Para impedir que este diputado, que en alguna ocasión ha calificado el Holocausto de «mito», tuviera tal honor, el Bundestag cambió las normas: a partir de ahora el decano de la asamblea no es el diputado de mayor edad sino el que lleva más tiempo ejerciendo. Así, fue finalmente el liberal Hermann-Otto Solms, de 76 años, el que pronunció el discurso.

El AfD incluso comparó su situación a cómo los nazis trataban a sus opositores en el Parlamento en 1933. «Desde 1848, la tradición impone que la sesión inaugural sea abierta por el diputado con más edad (…) sólo hay una excepción», cuando en 1933, el dignatario nazi «Hermann Göring rompió la regla porque quería marginar a opositores políticos», aseveró Baumann.

El partido conservador de Angela Merkel, a las puertas de su cuarto mandato, ganó las legislativas pero salió muy debilitado, tras obtener los peores resultados de su familia política desde 1949. El AfD es la tercera fuerza política del nuevo Bundestag. Con 12,6% de los sufragios, consiguió un resultado inédito en la historia de la posguerra para un partido de este tipo. Para ello aprovechó el descontento de los electores por la llegada al país de más de un millón de demandantes de asilo.