Por Hernán Cabrera – Fotos y vídeo: Salvador Hamoui

Raquel Miño es Magister en Estudio de Género, título que se da en la Facultad de Humanidades y Artes, más allá que la carrera se llama «La Sociedad y el poder desde la problemática de genero». Raquel hizo su tesis basada en la sexualidad en la cárceles de mujeres y a raíz de esta temática escribió dos libros junto a su compañera Graciela Rojas. Los libros se titulan «Nadie las visita», donde se aborda un complejo abanico de situaciones y vivencias que visibiliza a las mujeres que están privadas de su libertad.

El segundo libro es «Historias presas», en el cual se cuentan los padeceres, ausencias, amores de las mujeres alojadas en la cárcel.

Conclusión habló con ella y contó un poco como fueron los comienzos de la tesis, porqué se inclinó a hacerla e historias de las mujeres privadas de la libertad, la relación que tienen con el mundo exterior, las que tienen que criar a sus hijos hasta los cuatro años dentro de la institución y las relaciones amorosas que se concretan dentro de esos muros.

«En el año 2006 fui al encuentro de mujeres en Jujuy y en ese momento estaba muy vigente el tema de Romina Tejerina, la mujer que mató a su hija que la había tenido a raíz de una violación. Le dieron 14 años de prisión; ese momento para mí fue conmocionante por ver gran cantidad de mujeres que defendían a una mujer que había matado a su hijo, por lo que empecé a investigar, pedí permiso en la cárcel de mujeres y me lo dieron y ahí me encontré con una realidad que no había esperado que existiera», contó Miño.

«La cárcel de mujeres es un lugar que si bien hoy se sabe dónde está, porque se ubica donde ahora está Ciudad Ribera en la avenida de la costa, pero hace 10 años atrás nadie tenía idea dónde estaba ubicada».

Con  respecto a la elección  del tema de su tesis,  Raquel nos contó que fue lo que mas le impresiono:

» Elegí este tema, pero pude haber elegido cualquiera, porque se abrió un abanico de posibilidades, lo que primero me impresiono fueron las criaturas, yo me preguntaba ¿cómo hay niños acá? mujeres dándole la teta a los chicos, otros en cunas, andadores, jugando en el patio, hay poca investigación al respecto. El momento terrible para las mujeres es cuando tienen que desprenderse de sus hijos, porque los pueden tener hasta que tienen 4 años, es un momento terrible, porque es un trámite nada mas, vienen con la orden del juez y se lo sacan.  Quiero decir con respecto  a los menores que decimos que no es el lugar para que un niño crezca y es cierto, porque ahí no ve la luz, un juego, una plaza, pero UNICEF dice que el chico tiene que estar con su madre, estén donde estén, o sea si la madre esta presa es lo más beneficioso para el niño. Acá estamos hablando de mujeres de extrema pobreza y en algunos casos no tienen donde dejarlos después de los cuatro años, directamente se los sacan y lo dejan a resguardo de una familia adoptiva».

«Si bien la ley ahora cambio y ahora permite que las madres pueden cumplir prisión domiciliaria, pero el tema es que a veces no tienen un domicilio estable, no tienen donde estar. Conozco situaciones de estas y ahí se producen los problemas».

En cuanto a qué le sorprendió más dentro de la cárcel, Miño fue tajante: «Me llamó la atención el acercamiento que tenían las mujeres entre sí, que después entendí que eran relaciones afectivas, me costó mucho trabajo que me acepten la tesis, finalmente pude investigar y sacar la conclusión que las mujeres tienen una relación casual y alternativa dentro de la cárcel, no es necesario que sean homosexuales o lesbianas, sino que es una sexualidad transitoria, así la llaman. Hay una frase que me dice una de las internas ‘al final yo quería una caricia’ y es verdad, lo que quieren es el afecto, porque nunca lo han tenido, ni en su casa, su familia, sus hombres, porque con ellos pasa algo puntual, ya que cuando las mujeres ingresan al servicio penitenciario las abandonan, la mujer queda abandonada, no pasa lo mismo con los hombres, porque si pasan un domingo por la cárcel de hombres, van a ver una larga fila de mujeres, que pueden ser madres, hermanas, esposas, hijas, sosteniendo a su hombre con comida, ropa, plata. No pasa eso con las mujeres, como escribí en mi libro nadie las visita y es verdad están muy solas».

Miño no se queda atrás y avanza en el tema: «Hay muchos relatos de ellas que dicen que sí, que están con otra mujer porque la trata bien, la quiere, la cuida, hay relaciones lésbicas donde la mujer tiene una identidad masculina y cumple esa función, de cuidarla, de que no le falte nada, que nadie la mire, estuve con una de las chicas que me dijo que ella cuando las chicas andan en bombacha y corpiño, ella mira para otro lado, realmente tienen ese pensamiento masculino. Es un código entre ellas, el tema es el siguiente: el lugar donde tienen las relaciones sexuales, porque la verdad que tienen relaciones en las mismas celdas donde hay otras internas, niños, o sea que se arma una interna donde les dicen que porqué no se van a otro lado, porqué hacen tanto ruido. Entonces se permitió a partir de hace dos años que las mujeres puedan tener sus encuentros íntimos en la cárcel de varones, porque la cárcel de mujeres de Rosario no tiene un espacio físico para que las mujeres tengan sus relaciones íntimas con su marido, pareja o con quien quieran tenerlas, esto siempre es en el penal de varones, hacen el traslado y esto es terrible, porque salen en el móvil policial, todo el mundo sabe a qué van y todo el mundo sabe cómo vuelven, porque les dicen de todo».

Raquel concluyó  la entrevista con una frase muy significativa al darle una característica a la cárcel de mujeres: «La cárcel es un submundo, o más bien es un mundo en sí mismo, porque en realidad es algo desconocido, muy rechazado, porque viven personas, niños, la vida misma en la cárcel de mujeres es insostenible para cualquier persona».