La escena fue el martes de la semana pasada. La contaron en las últimas horas legisladores de la oposición. En un pasillo del Congreso ese día Julio De Vido dijo en voz alta, como para que todos lo escucharan: «Que el Gobierno siga jodiendo y yo voy a dar a conocer las cuentas». Se refería a empresas de la familia Macri y del mejor amigo del Presidente de la Nación.

El martes 4, De Vido convocó a sesionar a la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, que él preside. A esa hora ya se sabía que el fiscal federal Carlos Stornelli había pedido al juez Luis Rodríguez el desafuero y detención del diputado y ex ministro de Planificación, por la causa de la malversación de fondos públicos en la mina carbonífera de Río Turbio.

«Esto forma parte de la campaña política del PRO para las elecciones», dijo De Vido a los periodistas al salir de ese encuentro.

«Ven una derrota electoral fenomenal, entonces trabajan sobre la persecución. Le hacen el libreto y la Justicia lamentablemente lo compra muy sesgadamente. Específicamente, (Elisa) Carrió se ocupa de difamarnos», añadió el ex ministro de Planificación, buscando minimizar el impacto de la solicitud del fiscal.

Pero esos fueron los dichos con los micrófonos abiertos. Legisladores de la oposición dicen que fue mucho más allá en diálogo con ellos, en los mismos pasillos del Congreso donde había hablado con los periodistas. «Que el Gobierno siga jodiendo y yo voy a dar a conocer las cuentas», cuentan que dijo en ese momento. Y esas «cuentas», añadió, son las de «Franco Macri con Ricardo Jaime y las de (Nicolás) Caputo con (José) López». O sea, del padre del Presidente con el ex secretario de Transporte kirchnerista y del constructor de larga amistad con Mauricio Macri y el ex secretario de Obras Públicas, quien saltara a la fama al tirar por sobre la pared de un convento bolsos con millones de dólares.

«El tercer contratista del Estado durante mi gestión fue la familia Macri», añadió en ese momento el ex ministro. Cabe recordar que De Vido hizo en su momento un ranking de los contratos de construcción del Estado, en el que Lázaro Báez figuraba muy por debajo de los restantes grupos constructores nacionales.

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