Sergio Mattarella asumió hoy sus funciones como nuevo presidente de Italia en una ceremonia solemne y prometió ser un «árbitro imparcial» para dar credibilidad a un país afectado por la crisis económica y el aumento de la desigualdad.

En su discurso de investidura, interrumpido 42 veces por los aplausos, el nuevo jefe de Estado prometió que trabajará por la unidad de los italianos y contra las desigualdades sociales y económicas.

«La crisis ha aumentado las injusticias», reconoció Mattarella, quien desea un país «más libre y solidario».

En su primer mensaje a la Nación, de treinta minutos, Mattarella saludó a los extranjeros que residen en Italia, reconoció que es necesario aprobar «con urgencia» varias reformas, como la electoral, y garantizó que actuará como «árbitro imparcial». «Pero los jugadores deben ayudarme siendo correctos», recalcó.

Mattarella, de 73 años, elegido presidente el sábado pasado por el parlamento, rindió homenaje a su predecesor Giorgio Napolitano, de 89 años, que renunció el 14 de enero tras nueve años en el cargo.

El discurso del nuevo presidente, docente universitario y juez del Tribunal Constitucional que inició su vida política hace 30 años en las filas de la otrora poderosa Democracia Cristiana, fue bien recibido por los parlamentarios de derecha y en algunos momentos por el movimiento antisistema Cinco Estrellas.

«Debemos evitar el riesgo de que la crisis económica termine por afectar los valores en los que se basa el pacto social de la Constitución», afirmó. «La democracia no es una conquista definitiva», recalcó.

El presidente es elegido para un período de siete años y es la única persona con derecho a disolver el Parlamento y a convocar elecciones legislativas anticipadas.

Un presidente antimafia

El 12º presidente de la República recordó a los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, asesinados en 1992 por la mafia, y a un bebé de dos años que murió en un atentado contra la sinagoga de Roma en la década de 1980.

La mafia es «un cáncer penetrante que destruye las esperanzas […] y pisotea los derechos», afirmó al exhortar a las instituciones a luchar contra todas las formas de mafia, «viejas y nuevas», así como contra la corrupción.

Mattarella, el primer siciliano que llega a la presidencia de Italia, que vivió personalmente los horrores de la mafia tras el asesinato de su hermano en un atentado, defendió también «el derecho al trabajo» y apostó por el saneamiento de la economía para que Europa crezca.

Ante «un Parlamento de jóvenes, que comunican nuevas esperanzas», el mandatario defendió la constitución que garantiza «el derecho al estudio», pidió «una escuela moderna y segura», generando ovaciones.

También recordó los valores de la resistencia, de aquellos que combatieron el fascismo y agradeció al papa Francisco sus «severos sermones contra la corrupción».

Interpretado como un gesto de acercamiento, el presidente invitó al magnate y ex primer ministro Silvio Berlusconi, junto a todos los líderes políticos del país a la ceremonia oficial en el palacio del Quirinale, sede de la presidencia.

El ex jefe de gobierno y líder de una derecha en declive, al que le redujeron el lunes los 45 últimos días de servicio a la comunidad a la que había sido condenado por fraude fiscal, pudo asistir a la ceremonia, pese a haber sido expulsado del Senado por sus problemas judiciales.