La Iglesia Católica conmemora hoy el día de los fieles difuntos, una fiesta que responde a una larga tradición de fe eclesial.

Se trata de orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio, recordó la agencia Aciprensa.

El Catecismo de la Iglesia Católica señala que los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, pasan después de su muerte por un proceso de purificación, para obtener la completa hermosura de su alma.

La Iglesia llama «Purgatorio» a esa purificación y para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: «La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego».

En tanto la práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua y se remonta al Antiguo Testamento.

Hace unos días y en cercanía con esta festividad, el Vaticano presentó un documento acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación, elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe que está presidida por el Cardenal Gerhard Müller.

Con estas normas incluidas en la instrucción titulada Ad resurgendum cum Christo, se prohíbe algunas prácticas ampliamente difundidas en la actualidad entre los católicos como la conservación de las cenizas en el hogar, esparcir las cenizas del difunto o usarlas para confeccionar recuerdos.

Mientras que confirma que la cremación es lícita y las cenizas deben conservarse en un lugar sagrado.

Además la Iglesia establece que «cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma».

Tampoco niega «la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo».

El texto precisa que la Iglesia «sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana».

Las cenizas, precisa el texto, «deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente».

Por su parte, el arzobispo de Medellín en Colombia, Mons. Ricardo Tobón Restrepo, destacó en un comunicado que la instrucción Ad resurgendum cum Christo, no presenta ningún cambio en la doctrina católica.

El prelado aseguró que el documento promulgado por la Congregación para la Doctrina de la Fe es una respuesta al mundo hoy, «cuando el materialismo, el mercantilismo y la superficialidad, dentro de una cultura laicista, llevan a escamotear el misterio de la muerte, a marcar la dicotomía entre cuerpo y espíritu, a querer deshacerse rápidamente de los cadáveres y, en últimas, a negar la vida eterna».

Por este motivo el arzobispo precisó 5 claves para entender la instrucción.

  1. Es una ayuda para no olvidar el dogma de la resurrección de la carne.
  2. El documento no presenta ningún cambio en la doctrina católica.
  3. Las críticas nacieron de costumbres impuestas por la sociedad.
  4. La cremación sí está permitida
  5. La instrucción es un llamado a practicar las obras de misericordia por ejemplo la corporal de enterrar a los muertos y la espiritual, oral por los difuntos.