por Florencia Vizzi

Un concierto de Horacio Lavandera es como un oasis en un desierto, uno de esos acontecimientos extraordinarios, que perdurarán largamente en la memoria de quienes tengan el privilegio de presenciarlo.

No es para eruditos, ni para unos pocos entendidos, ni para exclusivos amantes de la música clásica (aunque para ellos también, por supuesto). Pero  este joven que apenas roza los 30 años, de apariencia aniñada es, sin lugar a dudas, uno de los mejores pianistas contemporáneos, a nivel mundial, y sus conciertos tienen la maravillosa capacidad de calar la piel y los huesos de quien los escucha, sin importar cuales sean sus conocimientos musicales.

Desde los 13, recorre el mundo con sus descomunales conciertos, en los que despliega una capacidad interpretativa pocas veces vista, con la que parece deshacer las teclas, y volverlas a rearmar. No es sólo el minucioso perfeccionismo técnico del que hace gala, sino una pasión que asalta desde su menudo cuerpo y, a través de sus dedos, devora las piezas que interpreta.

Por tercera vez, el eximio pianista argentino vuelve a elegir el ECU para deleitar, con el fantástico piano de la institución, (un Yamaha C7),  uno de los mejores que puede encontrarse en la ciudad,  a los rosarinos en un espectáculo de alta jerarquía que, además, se ofrece en forma gratuita.

El repertorio de Lavandera no sólo transita la música clásica, sino que se ha dedicado con la misma fruición, a los compositores contemporáneos, de los más diversos géneros, desde Dino Saluzzi, hasta Astor Piazzolla (su interpretación de Adiós Nonino, probablemente sea una de las más conmovedoras que se hayan escuchado jamás), pasando por Rachmaninoff, Stockhausen, Bach o Beethoven, además de sus obras propias, ya que el joven pianista es, además, compositor y director de orquesta. Por si esto fuera poco, tiene por la ciencia y las matemáticas, el mismo amor y la misma fascinación que por la música. Así lo demostró en el ciclo Noches de Música y Ciencia, que llevó adelante, sobre una idea suya, junto con el Ministerio de Ciencia y Tecnología, en el cual realizaba sus conciertos en conjunto con físicos, científicos y matemáticos que daban conferencias.

Según sus palabras: Pitágoras descubrió la escala musical y desde ese momento la música y las ciencias siguen un desarrollo paralelo. Las Noches de Música y Ciencia están dedicadas a explorar esta simbiosis y los grandes compositores que se basaron en desarrollos científicos, como Stockhausen, Xenakis, Boulez o los argentinos Kagel, Davidovsky o Alcides Lanza. Para mí es imprescindible tocar esta música y estos conciertos sirven para que pueda llegar a todo el público. Poder explicar la nueva música a través de las ciencias es algo fundamental. La música a la que me dedico explora esos terrenos. Sin física o sin matemática para mí no hay música. Una gran fórmula matemática o física debe tener tanta emoción y elegancia como una frase musical. Los sonidos se conectan a través de la ciencia, creando nuevos planos perceptivos”.

En esa línea, el otrora niño prodigio y ahora eximio compositor y pianista, a quien muchos han decidido llamar  “el Messi de la música”, presentará en este concierto, “Siete piezas para piano”, obras de su autoría, compuestas en colaboración con la Dra. en Matemática, Beatriz Moreno Monge. “A partir de un intercambio de ideas surgió aplicar distintos pensamientos matemáticos tales como lógica difusa, funciones caóticas y copo de nieve de Koch —cuenta Lavandera—  ella programó las duraciones, frecuencias e intensidades de cuatro de las siete piezas”. En cuanto al lenguaje musical utilizado en esas composiciones, Lavandera lo define como “música difusa”(por los conceptos en los que está basado). “Las siete piezas están unidas por varios sistemas de frecuencias. Cinco acordes que se repiten en todas las piezas, otro de un desarrollo de selecciones aleatorias de un espectro sonoro generado electrónicamente mediante Síntesis de Frecuencia Modulada”.

Escuchar a Horacio, dejarse llevar por la cadencia de sus dedos sobre las teclas, por esa cuasi perfecta combinación de destreza técnica e impetuosa pasión es una experiencia de la que nadie debería privarse, un relámpago, que estremece e ilumina al mismo tiempo, la posibilidad de vislumbrar otros universos,  y emocionarse con ellos.

 

El concierto es gratuito, pero por una cuestión de capacidad, es necesario retirar las entradas  anticipadas gratuitas.

Las mismas serán entregadas desde este martes 20, (sólo dos por persona) de 10 a 18, en el ECU (San Matín 750). La ubicación al concierto será por orden de llegada.

Quienes asistan sin entradas, podrán disfrutar del concierto al aire libre, sobre la peatonal San Martín en donde habrá una pantalla que proyectará en vivo a Horacio Lavandera en el magnífico Yamaha C7 del ECU.