Las más altas autoridades francesas, encabezadas por el presidente, François Hollande, miembros de la clase política y familiares rindieron un homenaje nacional a las víctimas del atentado de Niza del pasado 14 de julio, que causó la muerte de 86 personas y heridas a más de 300.

Vidas truncadas «por un suicida que actuaba en nombre de una religión que no era la suya», leyó en un discurso una mujer que perdió a seis allegados en referencia a Mohamed Bouhlel, quien entró con un camión en el Paseo de los Ingleses de Niza y atropelló a numerosas personas de entre las 30.000 que se congregaban en el lugar.

Con este acto, el Gobierno francés buscó escenificar la unidad de la nación en favor de las víctimas y contra el terrorismo, que quedó visiblemente afectada tras el atentado.

En un homenaje que tuvo lugar en Niza cuatro días después del atentado los ciudadanos abuchearon al primer ministro, Manuel Valls.

Valls en esta ocasión no estuvo en el homenaje nacional, a diferencia de buena parte de los miembros de su Gobierno y de las principales figuras de la oposición.

Entre ellas, la líder ultraderechista Marine Le Pen, ausente en el homenaje nacional a las víctimas tras los atentados yihadistas de París y Saint-Denis del 14 de noviembre de 2015 al considerar que no era bien recibida, lo que escenificó la división política tras aquella tragedia que costó la vida a 130 personas.

Casi tres meses después del atentado de Niza, todavía 15 personas permanecen hospitalizadas por las consecuencias de una tragedia en la que murieron personas de 19 nacionalidades diferentes.

El homenaje tuvo lugar en la Colina del Castillo, desde la que puede apreciarse el Paseo de los Ingleses, escenario del atentado pero que los familiares de las víctimas no quisieron que fuera el lugar del acto por respeto a los fallecidos.