MARTES, 26 DE NOV

Gillespi: «Siempre me escudé detrás de la trompeta»

El trompetista vuelve a Rosario acompañado de Daniel Melero para presentar "Desayuno en Ganímedes" este fin de semana. El músico habló con Conclusión sobre su carrera artística.

Por Mario Luzuriaga

Gillespi es uno de los grandes trompetistas que tiene el país pero también escribe y conduce programas radiales.

En esta oportunidad regresa a Rosario para presentar su nuevo disco que elaboró junto al tecladista y compositor Daniel Melero, llamado Desayuno en Ganímedes.

El recital será éste sábado en Plataforma Lavardén y dialogó con Conclusión acerca del disco, su paso por la televisión en TyC Sports junto a Roberto Pettinato y Gonzalo Bonadeo y su paso por La venganza será terrible con Alejandro Dolina.

—¿Cómo fue encarar este trabajo junto a Daniel Melero?

—Fue un poco sorpresivo porque no estaba en los planes de ninguno de los dos. Surgió después de un par de encuentros que tuvimos por otros motivos. Lo estaba entrevistando para un programa y a medida que iban a avanzando las charlas informales, le conté que me había armado un sistema portátil para grabar y que lo llevaba a los viajes. Lo hacía para grabar sonidos y lo hice cuando estuve de vacaciones por Purmamarca. Entonces le mandé ese material y estuvo muy interesado. Le envié todo y recibí una devolución rápida y me propuso que hagamos algo juntos.

—¿Qué fue lo que le interesó de estas canciones?

—Empezamos a trabajar estas ideas, algunas estaban avanzadas y otras eran una miniatura. Eran una melodía con un ritmo, pero muy chico. Pero creo que le interesó mucho que esas melodías estén en esa etapa inicial. Vio la posibilidad de experimentar con ese material y a mi me entusiasmó la idea de hacer un disco distinto. No fue planifica y se dio espontáneamente, lo trabajamos muy rápido en Buenos Aires porque lo grabamos en un estudio de una gente amiga de Daniel. Grabé un bajo, llamamos a un baterista y el resto del disco lo terminamos en su casa. Es un disco distinto, no es tan jazzistico, a pesar de que hay trompeta.

—Además de la trompeta, estuviste tocando otros instrumentos en este disco.

—Si Daniel me alentó a hacerlo, es algo que hacía íntimamente en mi casa. Tengo un bajo y un par de violas, una batería y teclados; suelo grabar cosas y ser multiinstrumentista. Lo que pasa es que siempre me escudé detrás de la trompeta.

—¿Te consideras un hombre orquesta?

—Si humildemente (risas). Creo que un hombre orquesta es Pedro Aznar, el tipo toca bien todo y canta como los dioses. Yo me defiendo pero está buena la idea y a partir de esa idea incorporé la guitarra eléctrica en los shows. Fue todo un avance para mi, soy de una generación más reprimida. Un pibe de hoy compra un instrumento ahora y lo toca en vivo a la noche. Yo tengo todo ese prejuicio de que primero hay que estudiarlo y tener una mínima destreza. Y el disco tiene esa frescura y fue muy lindo hacerlo.

—¿En qué etapa creativa te encuentra este disco?

—Mirá me sirvió este disco, porque si lo consideras de una manera evolutiva, yo hoy estoy parado en otro lugar. Me dio mucha libertar y fue muy motivador para mí y para el trabajo junto con mis músicos. Creo que entramos a volar en otra dimensión a partir de eso y la gente que va  a ir al concierto de Rosario lo va a notar. Hay una conexión muy piola en la banda.

—Saliendo de la música, volviste nuevamente a La venganza será terrible junto a Dolina.

—Desde mi debut en La venganza… pasaron 11 años, pero fueron interrumpidos. Porque por ahí trabajo dos años seguidos y luego otros dos años no trabajo y después regreso. Estuve en la etapa de Radio 10 en la que estábamos con el Negro (Dolina) y Gabriel Rolón. Después unos años en Del Plata junto a Patricio Barton que reemplazó a Rolón y ahora en AM 750. Mi retorno es amistoso, porque cuando me voy siempre es en buenos términos. Alejandro sabe que cada tanto yo tengo la necesidad de hacer otras cosas. En aquel momento el programa se hacía en vivo por la madrugada y terminaba muy trasnochado. Imagínate que yo tengo familia y muchas cosas que hacer por la mañana. Hoy por hoy el programa tiene un formato que se grabe y lo hacemos más temprano. Es un horario mucho más amigable que después se emite a la medianoche como siempre. Está muy bueno laburar con él y hacer muchos chistes.

—Se nota la complicidad que tienen ambos al aire, sobretodo cuando hacen «renegar» a Barton.

—Si tal cual.

—Pero también nos has hecho divertir con un gran personaje televisivo como Aníbal Hugo.

—Si por supuesto, Aníbal Hugo tenía la capacidad de irritar a la gente (risas).

—¿Cómo era la conexión que tenías con Pettinato y Bonadeo en Orsai?

—Hay que retrotraernos 20 años atrás, porque aunque parezca extraño, antes los jugadores de fútbol eran más cerrados. No como ahora que son más jocosos y se divierten en las redes sociales y hay muchos programas que también se muestra el «lado B». Antes no eran tan accesibles, arrancamos el programa cuando se inauguró el canal. Todos los programas eran muy serios y los periodistas que respetaban a los jugadores y técnicos y se daban esos famosos «códigos» entre ellos. Quizás por la inconsciencia, al no interesarme por el deporte por estar en otro palo, me metía con todas estas cosas y era gracioso.

—Lo divertido es que salías vía telefónica dese un lugar lejano.

—Totalmente. Después hacía entrevistas pero a cara descubierta con tipos como Martín Palermo y demás jugadores de todos los equipos. Desde esa impunidad los reportajes resultaban graciosos, porque les preguntaba cualquier cosa y de cultura general y eran unos troncos. Eso era lo divertido. Petti le agregaba esa locura rockera y Gonzalo luchaba por ser el periodista serio.

Escribiste también un libro de Narciso Ibáñez Menta.

—Lo escribí junto a Leandro D’Ambrossio porque somos dos nerds fanáticos del cine de terror clásico y salió en 2010. Es un terror que me impactó desde siempre, como las películas de los cuentos de Edgar Allan Poe o Vincent Price. Pero había algo en la precariedad de nuestra televisión en hacer monstruos y eso me daba más terror que lo que se genera por computadora. La gran virtud de Narciso fue que hacía cosas terroríficas con poca plata. Era más un terror psicológico, que jugaba mucho con la música y la iluminación.

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