El papa Francisco pidió hoy a «líderes religiosos y políticos» que se unan contra «el terrorismo fundamentalista» y, en su discurso ante los 182 diplomáticos acreditados ante el Vaticano, repasó los grandes conflictos presentes en el mundo y solicitó «erradicar el despreciable tráfico de armas».

«Desgraciadamente, somos conscientes de que todavía hoy, la experiencia religiosa, en lugar de abrirnos a los demás, puede ser utilizada a veces como pretexto para cerrazones, marginaciones y violencias», criticó el Obispo de Roma durante el tradicional discurso anual que marca las líneas de la Santa Sede en política exterior.

«Me refiero en particular al terrorismo de matriz fundamentalista, que en el año pasado ha segado la vida de numerosas víctimas en todo el mundo: en Afganistán, Bangladesh, Bélgica, Burkina Faso, Egipto, Francia, Alemania, Jordania, Irak, Nigeria, Pakistán, Estados Unidos de América, Túnez y Turquía», enumeró.

«Son gestos viles, que usan a los niños para asesinar, como en Nigeria; toman como objetivo a quien reza, como en la Catedral copta de El Cairo, a quien viaja o trabaja, como en Bruselas, a quien pasea por las calles de la ciudad, como en Niza o en Berlín, o sencillamente celebra la llegada del año nuevo, como en Estambul», criticó.

En ese marco, afirmó que «se trata de una locura homicida que usa el nombre de Dios para sembrar muerte, intentando afirmar una voluntad de dominio y de poder» en un contexto en el que «incluso en aquellos lugares que en otro tiempo se consideraban seguros se advierte un sentimiento general de miedo».

«Hago por tanto un llamamiento a todas las autoridades religiosas para que unidos reafirmen con fuerza que nunca se puede matar en nombre de Dios», apeló.

«El terrorismo fundamentalista es fruto de una grave miseria espiritual, vinculada también a menudo a una considerable pobreza social. Sólo podrá ser plenamente vencido con la acción común de los líderes religiosos y políticos», expresó durante el discurso en la Sala Regia del palacio Apostólico.

«A los primeros les corresponde la tarea de transmitir aquellos valores religiosos que no admiten una contraposición entre el temor de Dios y el amor por el prójimo», señaló.

A los líderes políticos, agregó, «les corresponde garantizar en el espacio público el derecho a la libertad religiosa, reconociendo la aportación positiva y constructiva que ésta comporta para la edificación de la sociedad civil, en donde la pertenencia social, sancionada por el principio de ciudadanía, y la dimensión espiritual de la vida no pueden ser concebidas como contrarias».

De cara a los representantes diplomáticos agregó que «a quien gobierna le corresponde, además, la responsabilidad de evitar que se den las condiciones favorables para la propagación de los fundamentalismos. Eso requiere adecuadas políticas sociales que combatan la pobreza, y que requieren de una sincera valorización de la familia, como lugar privilegiado de la maduración humana, y de abundantes esfuerzos en el ámbito educativo y cultural».

Durante casi una hora de discurso, Francisco pidió además «que se hagan esfuerzos para erradicar el despreciable tráfico de armas y la continua carrera para producir y distribuir armas cada vez más sofisticadas». «Causan un gran desconcierto las pruebas llevadas a cabo en la Península coreana, que desestabilizan a la región y plantean a la comunidad internacional unos inquietantes interrogantes acerca del riesgo de una nueva carrera de armamentos nucleares», ejemplificó.

Pero también lamentó que «por lo que respecta a las armas convencionales, hay que señalar que la facilidad con la que a menudo se puede acceder al mercado de las armas, incluso las de pequeño calibre, además de agravar la situación en las diversas zonas de conflicto, produce una sensación muy extendida y generalizada de inseguridad y temor, que es más peligrosa en los momentos de incertidumbre social y de profunda transformación como el que vivimos».

Desde 1978, el Vaticano amplió la red de países con relaciones bilaterales de 84 a 182, a los que hay que agregar los lazos con Unión Europea y Soberana Orden de Malta, además de organismos internacionales.

Con la próxima apertura de una embajada de Mauritania, los países con representación permanente ante la Santa Sede serán 88, incluyendo la UE y la SOM, a las que durante el año se sumarán Palestina y Malasia.

Francisco criticó a los países indiferentes ante la crisis migratoria

En el habitual discurso anual en el que delinea los trazos de la política vaticana para el mundo, el papa Francisco criticó hoy ante los 182 diplomáticos acreditados ante la Santa Sede a los países que permanecen «indiferentes» ante la crisis migratoria y consideró «prioritaria» la defensa de los niños.

Francisco volvió a hacer hincapié en la necesidad de un «enfoque prudente» para superar la crisis migratoria, que, dijo, «no comporta la aplicación de políticas de clausura hacia los inmigrantes, sino que implica evaluar, con sabiduría y altura de miras, hasta qué punto su país es capaz, sin provocar daños al bien común de sus ciudadanos, de proporcionar a los inmigrantes una vida digna, especialmente a quienes tienen verdadera necesidad de protección».

«No se puede de ningún modo reducir la actual crisis dramática a un simple recuento numérico. El problema de la inmigración es un tema que no puede dejar indiferentes a algunos países mientras que otros sobrellevan, a menudo con un esfuerzo considerable y graves dificultades, el compromiso humanitario de hacer frente a una emergencia que no parece tener fin», criticó.

«Los niños y los jóvenes son el futuro, se trabaja y se construye para ellos. No podemos descuidarlos y olvidarlos egoístamente», pidió el Obispo de Roma en otro eje de su discurso.

«Por esta razón, como he advertido recientemente en una carta enviada a todos los obispos, considero prioritaria la defensa de los niños, cuya inocencia ha sido frecuentemente rota bajo el peso de la explotación, del trabajo clandestino y esclavo, de la prostitución o de los abusos de los adultos, de los pandilleros y de los mercaderes de muerte», agregó.

La referencia del Pontífice es a una carta enviada a los obispos el pasado 28 de diciembre en la que anuncia una «tolerancia cero» con los abusos de sacerdotes a niños y reafirma el pedido de «perdón en nombre de la Iglesia» por esos comportamientos.

En tanto, durante su discurso en la Sala Regia del Palacio Apostólico se mostró «agradecido a todos los países que acogen generosamente a los necesitados, comenzando por algunas naciones europeas, especialmente Italia, Alemania, Grecia y Suecia».

En un contexto mundial en el que lamentó que la paz «es todavía una simple ilusión lejana» para miles de seres humanos, el Pontífice denunció que «millones de personas viven hoy en medio de conflictos insensatos. Incluso en aquellos lugares que en otro tiempo se consideraban seguros se advierte un sentimiento general de miedo».

En un recorrido en el que no olvidó el acercamiento reciente entre Cuba y Estados Unidos ni «el esfuerzo llevado a cabo con tenacidad, a pesar de las dificultades, para terminar con años de conflicto en Colombia», el Pontífice recordó la necesidad de «gestos valientes, que son muy urgentes también en la vecina Venezuela, ante las consecuencias de la crisis política, social y económica.