Por Alejandra Ojeda Garnero

La ola de muertes en ocasión de robo y la ola de delitos que azota a la ciudad generó una multitudinaria marcha para pedir justicia y seguridad. ¿Cuál es la matriz y el detonante de tanto desprecio por la vida del otro?

Para responder estos interrogantes Conclusión dialogó con el psiquiatra forense Carlos Elías (*), quien cuenta con una amplia trayectoria en la materia.

El especialista afirma que “no existen mentes criminales sino que existen personas, delitos y el libre albedrío”. En este sentido, Elías asegura que “las personas tienen la capacidad de elegir”  qué camino tomar en la vida. Las personas que delinquen no valoran la vida del otro como tampoco la propia, arriesgan su vida como una automovilista o un paracaidista, saben que se arriesgan.

Pero no todo es una simple elección, porque está condicionada por una cantidad de factores que provocaron que esa persona en determinado momento decida obtener los bienes que desean de la forma que lo hace.

En este sentido, aseguró que para quienes han tenido oportunidades en la vida, como nacer en un hogar determinado, ser queridos por sus familiares, acceder a una educación, es fácil ser buenos. Por el contrario, quienes fueron despreciados, humillados y no fueron queridos, no es tan simple.

De todos modos, el psiquiatra resalta que todas las personas que cometen delitos pueden lograr rehabilitarse, aunque afirma que no es tarea fácil, es posible pero no se hace lo suficiente para que esto suceda.

Carlos Elías es psiquiatra forense y afirma que “no existe la mente criminal porque tal afirmación llevaría a pensar en la escisión entre la mente y la persona”, y en este sentido asegura que “la mente es lo que la persona lo lleva a hacer y la persona es a lo que lo lleva su mente, es un camino de retroalimentación”.

En principio, es necesario aclarar que como punto de partida existe “el libre albedrío, cada persona elije como actuar”, y la persona que elije delinquir no está exento de esa posibilidad.

“¿El criminal actúa porque es esclavo de su mente criminal o el eligió ser criminal?”, se pregunta Elías.

Y a la vez responde: “Todos los humanos tenemos condicionamientos desde que somos concebidos y luego se va gestando hasta llegar a la edad adulta donde se supone que el ser humano tiene suficiente capacidad para elegir sus comportamientos y debe superar esos condicionamientos”.

En este sentido indica que “alguien que ha vivido en la miseria, que ha sido maltratado, abusado, humillado, relajado y llevado hasta lo más bajo de la miseria humana, igual tiene obligación de respetar las leyes y que tal vez sea más difícil que para alguien que se crió en un ambiente más optimo”.

Estos condicionamientos “podrían servir simplemente como atenuantes en algún momento, pero las leyes y los códigos morales nos obligan a los seres humanos a actuar por el lado del bien”, ejemplificó.

Las elecciones en la vida de una persona dependen de muchos factores, “estas personas que delinquen y tienen naturalizado este comportamiento tienen la capacidad de discernir pero eligen el mal, como una elección equivocada, siniestra e ilegal”, que se desprende de una vida donde las posibilidades no fueron las mejores.

En esta elección, la persona que delinque “también pone en riesgo su propia vida, no se si no tiene nada que perder, pero están jugados, es como un corredor de autos o como un paracaidista, saben que están en una situación de riesgo pero deciden hacerlo”, reflexionó.

Las causas para tomar tal determinación pueden ser variadas, “puede ser que tengan hambre, que quieran tener las mismas zapatillas que tienen sus vecinos pudientes” y surge allí otro tipo de violencia, que se traduce en la falta de oportunidades y  la desigualdad.

Aunque todo depende del cristal con que se mire, “todos los seres humanos estamos tentados a hacer cosas que tal vez están prohibidas o éticamente vedadas, nos controlamos y no lo hacemos”,  afirmó Elías. Un claro ejemplo se puede observar “en  cosas que ni siquiera son delictuales, como ejemplo más simple se puede mencionar el adulterio, la mentira, pero ellos van mucho más allá”.

Las estructuras criminales no existen pero “en el momento que cometen el acto delictivo, ellos tienen la capacidad de decidir por el bien o el mal. Aunque cuando la persona ya está transitando un largo camino delictual resulta difícil diferenciar el bien y el mal porque esa persona lo ve como algo natural, todos roban y yo robo, por qué tiene que tener él y yo no”, esbozó el especialista.

“Nunca hay un motivo único por el cual alguien hace algo, sobre todo si ese algo es cuestionado éticamente o legalmente, lo hace”, sin mayores cuestionamientos.

La persona que decide introducirse en la vida delictual “la primera vez que lo hace, se supone que sabe perfectamente que es ilegal, luego internaliza tanto ese comportamiento ilegal que se convierte en un modus vivendi”, aseguró Elías.

De todos modos “no se puede decir que no comprendan. ¿Por qué no van a comprender?, la capacidad la tienen, no la usan”, indicó.

En cuanto a los condicionamientos sociales que influyen en este tipo de comportamientos, “podemos hacer un análisis social y decir que nuestra sociedad propende a que haya un grupo de delincuentes como una especie de endemia”, la violencia social que ejercen las clases dominantes es una violencia invisible que tiene resultado.

En relación al desprecio por la vida del otro, el profesional explica que “lo ven como un objeto y como un problema a sortear para poder cumplir con su objetivo y conseguir el bien que desean”.

Aunque en principio el objetivo de la persona apunte a obtener un bien determinado “y al conseguirlo comete un homicidio, puede intervenir el fenómeno de la drogadicción que le provoca actuar con más impulsividad y con menos reflexión, también el fácil acceso a las armas ilegales”, pude influir en los resultados.

Por otra parte, este tipo de conductas “se copia la conducta, el delincuente piensa que si otro lo hizo él también lo puede hacer”, y así se reproduce una conducta delictiva “que da la sensación de una especie de guerra campal, es un modelo que se imita”.

Otra arista de la problemática es el valor de la vida, en este sentido el psiquiatra observa que “a la mayoría de la sociedad, no le importa la vida de los delincuentes y a ellos no les importa la nuestra por lo tanto quedamos en un pie de igualdad, aunque suene un poco temerario”.

Y en este sentido reflexiona “¿cuánta gente piensa que el delincuente es un ser humano?, es probable que mucha gente no le importa la vida del otro, si lo matan o lo queman”, sentenció.

Para conceptualizar la problemática, “esta teoría abona la deconstrucción de la mente criminal, hay personas que deciden pero no existe una mente criminal predeterminada, inamovible, que tiene un formato criminal, son personas que deciden”, aseguró.

Al respecto, también indicó que “existen otras teorías que disienten absolutamente y consideran que existe una estructura perversa”, que lleva a las personas a cometer delitos.

Por otra parte, Elías menciona a “Freud quien afirma que hay cierto determinismo, pero el ser humano está obligado a tener fuerza para luchar contra ese determinismo”.

Al respecto, indicó que “nosotros somos intelectuales, hemos tenido la suerte de nacer en un hogar donde recibimos educación, hemos asistido a las mejores escuelas, fuimos queridos, fuimos a la universidad, un privilegio muy grande, son privilegios muy grandes, así es fácil ser bueno”. Pero a la vez indicó que, “el libre albedrío es la obligación, aunque a veces es difícil ser bueno”.

La pregunta obligada es ¿las personas que delinquen pueden recuperarse? Y la respuesta es “pueden recuperarse, de ahí a que sea fácil hay una distancia enorme y en general hay poca rehabilitación en la cárcel, es pobre lo que se hace por rehabilitarlo”, con lo cual el panorama no es muy alentador. Con lo cual el psiquiatra afirmó que “si haciendo las cosas bien es difícil, si no se hacen bien es mucho peor”.

En relación a la recuperación de los reos, Elías afirmó “yo creo firmemente en la rehabilitación, pero la importancia es hacer el esfuerzo para que se rehabilite. Después si se rehabilita o no es otra cosa, pero lo importante es hacer el esfuerzo”, brindando herramientas para reinsertarlo en la sociedad.

La rehabilitación también depende de otras cuestiones, porque si se toma al reo como una persona con una estructura perversa predeterminada, no es posible que prospere la rehabilitación, se lo encasilla en una determinada estructura y el resultado será que “el que roba, cumple condena y vuelve a robar”.

“Lo cierto es que todos son potencialmente rehabilitables pero si los condenamos al fracaso y a la reincidencia porque tiene una estructura, que en definitiva es una construcción teórica”, nada podrá modificarse.

El profesional asegura que “cualquier ser humano puede delinquir y cualquier personas con ciertas conductas que los predisponen a cometer delitos pueden ser excelentes personas si supo como vencer sus dificultades, que todos tenemos”.

“El instinto de trasgredir la línea está presente en todas las personas, lo importante es saber controlar esas dificultades y seguir los lineamientos morales y legales”, lanzó el profesional,  para llevar una vida en sociedad sin conflictos con la ley.

Con este criterio, todos somos potenciales criminales porque “se pone en cuestión la estructura criminal frente a las personas que responden al libre albedrío y en realidad existe el crimen, los delitos y las personas no hay una mente preestablecida criminal, una persona elije en base a sus condicionamientos, existe el ser humano que obra bien y el que obra mal, no existen mentes criminales.

(*) Carlos Elías, psiquiatra forense Mat. 6801, hace 26 años que se desempeña como psiquiatra forense en el Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial de Santa Fe y hace 32 años ejerce la docencia universitaria de pre y pos grado en la Cátedra de Psiquiatría de la UNR.

Foto: ilustrativa