Por: Marina Vidal 

Fumar. Acto que en cualquiera de sus formas es considerado perjudicial para la salud. En Argentina el porcentaje de fumadores fue disminuyendo a través de los años (última encuesta en 2012) pero es uno de los países que encabeza la lista de los más consumidores de tabaco. A comienzo de mayo de este año, los cigarrillos aumentaron casi un 40 por ciento y eso derivó en múltiples consecuencias;  quejas, promesas de dejar de fumar, nuevos ex fumadores y un incipiente aumento de la venta de cigarrillos electrónicos.

En Rosario, la venta de este dispositivo aumentó a partir de la suba del tabaco. No sólo el aparatito vaporizador tiene nuevos clientes, sino que cada vez son más los fumadores de cigarrillos armados. Es que el cálculo es preocupante: un atado de 20 sale 40 pesos aproximadamente; un fumador que consuma de 15 a 20 cigarrillos por día, gastará $280 por semana, lo cual significan 1.120 pesos al mes y 13.440 pesos al año (siempre sacando un promedio).

De los locales rosarinos consultados por Conclusión, tres de ellos pudieron afirmar que vendieron más estos días que para «las Fiestas» donde suele regalarse el dispositivo electrónico. Los otros dos, sostuvieron que no duplicaron la venta por razones de stock, pero si se triplicaron las consultas.

«Nos quedamos sin nada. No sólo fue a partir de mayo, ya se vienen sumando muchos ´fumadores electrónicos´-como le decimos nosotros- al mercado», comentó Ricardo, empleado de una cigarrería.

Consultando por internet, Conclusión llegó a un páginas web que muestra un dato interesante: un Facebook que comercia estos dispositivos, deja entrever la demanda que tiene el aparato y todos los accesorios que lo acompañan. A su vez, da cuenta que cada quince días se quedan sin stock.

El precio de estos aparatos oscila entre 350 y 1.500 pesos dependiendo la marca, los accesorios que lo componen, las baterías y detalles. En Rosario los más vendidos son los de 350 o 440 pesos. Los líquidos que se utilizan tienen un costo entre 50 y 250 pesos promedio, de acuerdo a si contienen o no nicotina y de sus características particulares.

Estos cigarrillos electrónicos son muy «pitucos» y vienen con un merchandising muy atractivo para seguir consumiendo: estuches, líquidos de distintos sabores, baterías, colores, bases, etcétera.

El cigarrillo electrónico se introdujo en China en 2003 y desde entonces no ha dejado de extenderse. Los expertos especulan que pudiera producir menor toxicidad que el cigarro convencional, pero no hay estudios que lo demuestren. No se conocen los efectos a largo plazo del uso del cigarro electrónico. Sí se sabe que produce menos sustancias carcinogenéticas que el cigarro convencional.

Las ventajas respecto al cigarrillo convencional es que el electrónico no produce alquitranes o monóxido de carbono como el tabaco. Algunos cigarrillos electrónicos no tienen nicotina y, en cambio, introducen sustancias saborizantes de efecto desconocido a largo plazo (algún estudio valora su posible toxicidad). Además, se especula que el uso del cigarrillo electrónico a corto plazo pudiera servir para reducir el uso del tabaco tradicional o, en algunos casos, conseguir el abandono del tabaco.

Conclusión consultó a los usuarios de este dispositivo y todos coincidieron en que sirve para no «fumar tanto» pero no sirven para dejar de fumar. «Calma la ansiedad», «No prendo tantos puchos», «No es lo mismo pero ayuda», fueron algunos de los comentarios de los fumadores electrónicos.

Según el Ministerio de Salud de la Nación, en el año 2012, el 22,3% de la población argentina refirió consumir tabaco, en una proporción mayor en varones que en mujeres (29,6% vs 15,7%). De los consumidores de tabaco, la gran mayoría lo hizo de manera fumada, siendo la prevalencia de fumadores de tabaco del 22,1% mientras que solo el 0,2% de la población refirió consumir tabaco no fumado. Asimismo, entre los fumadores de cigarrillos, se evidenció que la mayoría lo hacía de manera diaria (17,1%) y el promedio de edad en la que se comenzó a fumar diariamente fue de 16 años. Además cuando se indagó sobre el tipo de tabaco fumado, la amplia mayoría fumaba cigarrillos (21,9%). El promedio de cigarrillos fumados por día fue de 12,2, siendo mayor en varones (13,1) que en mujeres (10,9), en el grupo de 50 a 64 años (17,7), y, en general, en los fumadores diarios. Estos datos sugieren un descenso en la prevalencia de tabaquismo a lo largo de los años, comparando por ejemplo con la Segunda Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2009, en la que se registró una prevalencia del 27,1%.

Según el Atlas del Tabaco elaborado por la Fundación Mundial del Pulmón y la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer, en Argentina se fuman por año 1.014 cigarrillos por habitante mayor de 15 años. Es casi el doble que en Brasil -allá se consumen 580 cigarrillos por año-, y bastante más que en Uruguay (793), Chile (909), Paraguay (968) y México (470). El país en el que menos se fuma de la región es Perú, con 129 cigarrillos por habitante por año.

Desde el primero de mayo, rige la suba que el Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas de la Nación concretó. El aumento del  75% en la alícuota de impuestos internos, impactó en el precio de venta final de los productos de tabaco en un 53,6%. Este gravamen es una de las acciones que alienta el Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de reducir la demanda de tabaco.

El Ministerio de Salud de la Nación junto con la Comisión Asesora para el Control del Tabaco presentó una investigación del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) que afirma que «un aumento de tan sólo un 50% podría llegar a evitar más de 25.000 muertes, 42.000 infartos, 11.000 nuevos cánceres y eliminar casi 15.000 accidentes cerebrovasculares (ACV) en diez años». Además «se podrían generar recursos por 85.000 millones de pesos, cifra derivada del ahorro en gastos sanitarios y del aumento en la recaudación impositiva», agrega el estudio.

La investigación fue realizada por un equipo de más de 40 investigadores y decisores sanitarios de universidades, centros de investigación e instituciones públicas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Perú y México.

Comentario profesional

En diálogo con Conclusión, el especialista en Prevención de Adicciones, Hugo March, sostuvo que el problema es la adicción. «La persona con el cigarrillo electrónico o con cualquier otro elemento lo que está realizando es una sustitución. Como todas las sustituciones son momentáneas y va a durar por un período determinado en el tiempo», aclaró el especialista.

March afirma que una de las características de la adicción es que te lleva a depender de algo externo, por lo cual, lo más probable -indicó el especialista- es que la persona se vuelva dependiente de este dispositivo.

«Lo que aconsejo a los fumadores es que no se pregunten por qué fuman, sino para qué fuman. el día que una persona encuentra la respuesta que para cada uno es personal, es muy probable que quiera decidir si quiere o no seguir fumando. La cuestión de fondo es porque el ser humano necesita depender de un objeto externo, que además tiene un aditivo que nos hace daño y nos va matando en cuentagotas», describió el especialista.