Por Fabrizio Turturici

En su paso por Rosario, Daniel Santoro, periodista que llena las páginas de Clarín con sus repercusivas investigaciones periodísticas, dialogó con Conclusión en una entrevista que se bifurcó hacia dos puntos cardinales: la corrupción en Argentina y el periodismo en la era Macri.

“Desde la vuelta a la democracia, porque ni hablar en la dictadura, siempre hubo una pelea feroz por los negocios con el Estado. A costa de cualquier cosa, muchos quisieron quedarse con contratos y empresas estatales”, comienza Santoro, que en la Fundación Libertad de Rosario presentó su libro: “La Ruta del Dinero K”.

Haciendo fuego contra una de las mayores problemáticas que garantizan corrupción en Argentina, el periodista apunta a que “lo único que cambia son los presidentes cada cuatro años, pero atrás están siempre los mismos empresarios, sospechados de múltiples irregularidades, pago de sobornos y otras cuestiones”.

“También es algo que tiene que ver con las campañas electorales, ya que los políticos necesitan financiarse y aquí, los empresarios hacen donaciones, algunas legales y otras ilegales. De esta manera empieza la matriz de corrupción que después se amplifica cuando llegan al poder”, agrega el miembro de la Academia Nacional de Periodismo que ocupa el sillón Raúl Scalabrini Ortiz. Vale recordar que, además, Santoro forma parte del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICI) con sede en Washington.

Por otro lado, el subsecretario de Redacción de Clarín explica el papel que tuvo el ex ministro de Planificación Julio de Vido “en este mal sistémico. Hay que dividir en áreas y pensar que Obras Públicas (José López), Transporte (Ricardo Jaime) y Energía (Daniel Cameron), y entender que todas respondían a él. De Vido fue la cabeza, el que manejaba todo, ya que trataba directamente con funcionarios y empresarios; además, gozó de mucha protección que hoy en día sigue teniendo”.

— Es cierto que para que haya corrupción, debe haber responsabilidades de ambos lados del mostrador. ¿Por qué siempre se apunta a la clase política y nunca al poder empresarial?

— Primero, creo que es un error de los periodistas, que siempre ponemos el foco sobre los funcionarios políticos porque es lo más interesante. Después, creo que los empresarios cuentan con un equipo de abogados especializados que realmente saben cómo manejar la estructura del Estado. Pero también sucede lo siguiente: que en la corrupción hay un pacto de silencio, donde uno paga el soborno y el otro nunca no lo delata. Es casi como los pactos de sangre de la mafia siciliana. Este pacto es implícito pero tiene la misma fuerza, fíjate que José López no nombró a ningún empresario y Lázaro Báez no nombró a ningún político. Hasta que no se quiebre esto, no se va a poder golpear esta matriz de corrupción estructural.

— ¿Puede ir presa Cristina?

— No, por ahora. Por las pruebas que hay en los expedientes judiciales, ahora vamos a ver una serie de procesamientos. Ya está procesada por dólar futuro, por el tema de Aerolíneas Argentinas, por la obra pública. Sí cuando vaya al juicio oral y público, que es la segunda etapa de la Justicia, donde deberán decir si la condenan o la absuelven. Además, allí se unificarán las causas: cuando todos esos delitos se unifiquen, podría haber una condena de prisión efectiva.

— ¿Cuál es el talón de Aquiles de la ex presidenta: la plata o sus hijos?

— La plata que tiene oculta. Hay que estar atentos a la información que mande Suiza con respecto a las cuentas de Lázaro Báez. Antes de la muerte de Néstor, los Kirchner y Báez pudieron haber compartido algunas cuentas. Por eso es importante investigar de la muerte de Néstor para atrás. Lo que hizo la Justicia hasta el momento, es investigar hacia adelante, por eso no han encontrado algún vínculo directo.

— ¿Existen pruebas para comprobar que Lázaro fue socio o testaferro de la familia presidencial?

— Que fue socio, lo fue. Lázaro ha sido privilegiado con los contratos de obra pública, con los adelantos de financiamiento por los avances de obras que luego no se terminaron y demás. Yo insisto en que, para poder demostrar en un expediente el rol de empleado o testaferro de Néstor Kirchner, hay que ir para atrás.

— ¿Cómo construyeron este blindaje judicial para no ser tocados?

— Cristina hacía más de un año que estaba obsesionada con el tema: nombró a Alejandra Gils Carbó como jefa de los fiscales, creó la agrupación Justicia Legítima para apoyar a la gestión del gobierno con muchos jueces y fiscales, nombró a más de doscientos jueces y fiscales directamente ella. Todo esto significó un muro de protección judicial, sin contar que la UIF, el Banco Central, la AFIP y demás miraron para otro lado. Por suerte, eso se fue quebrando y no funcionó.

— Hablando un poco de periodismo, ¿qué piensa de la saturación que existe con programas radiales o televisivos únicamente abocados a la caza de funcionarios kirchneristas?

— Lo que hacemos los periodistas es cumplir con nuestra función de investigar e informar. No hacerlo, sería ser cómplice y partícipe de todo esto. Yo jamás uso adjetivos ni calificativos, sólo describo hechos. Nunca dije: “Cristina Kirchner es corrupta”. El trabajo nuestro es sacar a luz esos hechos. Además, el interés de la gente demuestra que la obligación del periodista es seguir investigando e informando. Pero no juzgando.

— ¿Hasta qué punto está influenciado el periodismo de hoy en día por el Poder Judicial o, en el peor de los casos, por los servicios de inteligencia?

— La limpieza de los servicios de inteligencia argentinos sigue siendo una asignatura pendiente. En la época de la dictadura, en Córdoba se han descubierto periodistas que trabajaban para los servicios del Ejército. Y la realidad es que los servicios de inteligencia siguen penetrando las redacciones. Durante el kirchnerismo, a mí (como a muchos compañeros) me violaron el correo electrónico, me pincharon la línea de teléfono. Fuimos objetos de investigaciones completamente ilegales, ya que no habíamos cometido ningún delito. La figura de Stiuso es una figura que asustó y asusta a muchos periodistas y provoca autocensura. Nosotros debemos luchar para organizarnos, denunciar y sacarnos de encima a esos tipos de personajes.

— La mala utilización de los servicios de inteligencia, que no están para esas funciones…

— En efecto, los servicios de inteligencia deberían trabajar en las fronteras, para proteger al pueblo argentino del narcotráfico o de eventuales atentados terroristas; no para perseguir periodistas…