Si bien esta noticia se difundió durante 2015, el video volvió a circular por las redes y vuelve a generar la misma emoción. ¿Porqué no reiterar buenas noticias, si las tristes nos invaden todo el tiempo?.

Niños preescolares han cambiando radicalmente la vida de unos 400 ancianos, aunque se puede decir que el cambio se produce también en los pequeños.

Esta es la innovadora experiencia que sucede en la residencia de adultos mayores llamada Providence Mount St. Vincent, en Seattle. Allí, se encuentra también el Centro de Aprendizaje Intergeneracional (ILC), una instalación de cuidado infantil que permite a los pequeños, niños de hasta 5 años, interactuar en diversas actividades con los abuelos.

https://youtu.be/BZf7bCgqPk8

El objetivo de ILC es contribuir con los niños para que aprendan sobre la vejez, un programa que intenta acercarlos al proceso natural del envejecimiento, a saber tratar con personas con discapacidades, y por supuesto, a dar y recibir amor.

A través del programa, según señalan “Los niños y los residentes se unen en gran variedad de actividades planeadas, como arte, música, contar historias o simplemente de visita”. “Esto mejora las oportunidades de niños y personas de todas las edades de interactuar con frecuencia”.

Los ancianos experimentan también sus beneficios, pues practican actividad física al jugar con los pequeños, transitan por la risa, el juego y la alegría, tienen oportunidades de transmitir distintos conocimientos, a la vez que la interacción impacta positivamente en su autoestima.

El video forma parte de un proyecto denominado Present Perfect, que investiga la experiencia de crecer y envejecer en América.

¿De qué manera? Documentando el desenvolvimiento de un preescolar dentro de una residencia para ancianos, reuniendo distintas generaciones y observando cómo interaccionan entre sí.

Evan Briggs, creadora del proyecto, dijo que cuando se enteró de éste Centro Intergeneracional de Aprendizaje, se sintió alcanzada por la “simple perfección del concepto”. Lo que más le intrigaba era la idea de que, “aun sin pasado ni futuro en común, una relación entre los niños y los residentes puede existir enteramente en el presente.”  “Estaba curiosa de observar a estos dos grupos, ocupando los extremos opuestos del espectro de la vida, de ver de primera mano lo que significa para ellos simplemente estar presentes el uno con el otro.”