Mediante 12.500 fotografías tomadas desde un avión, el Instituto de Conservación de Ballenas registró el máximo número de ejemplares observados en 51 años de estudios en las aguas del Golfo Nuevo y el Golfo San José.

El Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) informó que durante el relevamiento anual de foto-identificación en Península Valdés, realizado entre el 31 de agosto y 2 de septiembre, «se registraron 1.420 ballenas francas, el máximo número de individuos observados en 51 años de estudios».

El informe, publicado en la página oficial del ICB, aclara que «las 1.420 ballenas registradas incluyen 554 crías en las aguas del Golfo Nuevo y el Golfo San José» que le dan a la península el particular contorno que se dibuja en los mapas como un hongo que se introduce en el mar sobre el noreste del Chubut.

Si bien se considera que este relevamiento es el que mayor número de ejemplares registró en los 51 años que se realiza esta práctica de foto-identificación, se sabe que el número de ballenas es mayor porque «solo se cuentan las ballenas para identificar individuos, en particular hembras con crías recorriendo la línea de la costa, y no es un censo para contar todos los animales».

El responsable del registro fotográfico, Mariano Sironi, tomó 12.500 fotografías desde el avión Cessna del Aeroclub de Puerto Madryn pilotado por Peter Domínguez, con Marcos Ricciardi completando el equipo de investigación en su carácter de apuntador y registros en GPS.

«Sólo en el Golfo Nuevo contamos 998 ballenas incluyendo 382 crías» explicó Sironi.

 

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El especialista agregó que «en el sector de las playas ‘El Doradillo’ y ‘Canteras’ cercanas a Puerto Madryn había una línea casi continua de ballenas a lo largo de la playa con marea alta y al sobrevolar Puerto Pirámides observamos que la bahía estaba llena de ejemplares, mientras las lanchas de avistaje acompañaban a los animales con sol radiante y mar calmo».

 

Durante 51 años la foto identificación permitió conformar un álbum de casi 4.000 ejemplares, que se distinguen entre sí por el patrón de callosidades que tienen las ballenas francas en sus cabezas, que es único en cada individuo y que no varía con los años, lo que sería similar a las huellas dactilares en los humanos.

«Esta particularidad permite, a partir de fotografías aéreas, identificarlas, lo que dio inicio al programa de investigación que se realiza de manera colaborativa entre el Instituto de Conservación de Ballenas y Ocean Alliance» indicó el parte informativo.

Durante el último relevamiento se debieron incrementar las horas de vuelo porque «había tantas ballenas que debimos realizar más círculos que lo normal hasta completar el perímetro en un relevamiento totalmente excepcional por el altísimo número de ballenas comparado con años anteriores» dijo Sironi.

Enumeró además que «desde el aire vimos muchos ballenatos blancos, conocidos como morfos grises, ballenas adultas en grupos de cortejo y cópula, hembras con sus crías recién nacidas nadando lentamente en el mar tranquilo, algunos grupos de delfines y los paisajes impactantes que hacen a la experiencia más bella y estimulante».