El Partido Socialdemócrata alemán (SPD) ratificó hoy en un referéndum la coalición para formar gobierno con el bloque conservador de la canciller Angela Merkel, que asumirá en las próximas semanas su cuarto mandato al frente de la primera economía europea tras cinco meses de parálisis del Ejecutivo.
La votación, a la que estaban llamados más de 463.000 militantes, era el último escollo para poner en marcha un nuevo gobierno en Alemania, luego de que conservadores y socialdemócratas acordasen a principios de febrero un pacto y el reparto de los ministerios.
«Felicito al SPD por este claro resultado y me alegro de poder proseguir con la colaboración para el bien de nuestro país», celebró Merkel en la cuenta de Twitter de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU).
La canciller podría ser investida en dos semanas, posiblemente el 14 de marzo, dando inicio a una cuarta magistratura y la tercera en alianza con los socialdemócratas, algo que ha pasado factura al SPD en las urnas además de detonar una evidente fractura interna.
Con casi un 80% de participación de sus afiliados, unos 239.604 afiliados del SPD -un 66,02 %- votaron a favor del acuerdo de gobierno con la Unión Demócrata Cristiana y la Unión Socialcristiana (CDU/CSU), frente a los 123.329 militantes, un 33%, que optaron por el «no».
En cuanto a la participación, emitió su voto el 78,39 % de los 463.723 miembros del partido, un punto porcentual más que hace cuatro años cuando validaron la gran coalición del anterior gobierno.
El presidente interino del SPD, Olaf Scholz, aseguró que los resultados dan «fuerza» al partido para ejercer en el Ejecutivo e iniciar, de forma paralela, un proceso de renovación.
«La militancia del partido apoyó de forma mayoritaria la propuesta de la dirección del partido. Ahora tenemos claridad para entrar en la coalición de gobierno. La decisión no fur sencilla», reconoció el dirigente socialdemócrata.
En un ambiente apagado, sin aplausos ni sonrisas, se anunciaron los resultados y Scholz sostuvo que en la próxima semana darán a conocer el nombre de los seis ministros que le corresponden, tres mujeres y tres hombres, algunos rostros nuevos y otros presentes ya en el gabinete anterior.
Entre los saludos y comentarios de la arena internacional, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, celebraron el fin de la parálisis política en Berlín.
A nivel local, el resto de partidos en el Bundestag, la cámara baja, desde La Izquierda a los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD), pasando por liberales y verdes, lamentaron el resultado.
En el SPD, luego de una fuerte campaña por el ‘sí’, se esperaban números más ajustados, por lo que el resultado de la consulta trajo alivio a una fuerza que carecía de un «plan B», como admitió la jefa de su grupo parlamentario, Andrea Nahles, delfín de Martin Schulz y candidata oficial a la presidencia del partido en el congreso del próximo abril, un cónclave para hacer resurgir la formación.
Tras un largo proceso de negociaciones y con los peores resultados electorales en septiembre pasado desde 1949, al seno del SPD ya se empiezan a sentir erosiones y divisiones.
El líder de las Juventudes Socialdemócratas (los Jusos), Kevin Kühnert, la cara de la campaña por el «No Groko» -como se denomina a la gran coalición- se mostró decepcionado e instó al partido a renovarse.
Convencidos de que el SPD debe volver a la raíces de partido de izquierda contestataria, Kühnert tuiteó: «La crítica a la gran coalición se mantiene. El SPD debe ser más como en las últimas semanas y menos como en los últimos años. De eso nos ocuparemos los Jusos. No habrá renovación sin nosotros. Mañana empieza».
Este joven berlinés, nacido el mismo año que cayó el muro, fue una suerte de fenómeno mediático en los últimos meses y logró poner en cuestión la legitimidad de la cúpula del partido.
«No queremos romper con todo, pero al menos hemos despertado al SPD del sueño profundo en el que estaba inmerso», dijo en una entrevista reciente.
Para los conservadores las perspectivas tampoco son sencillas. Merkel dijo que espera agotar los cuatro años de esta legislatura, pero muchos dentro y fuera del partido lo dudan.
En tanto, ella ya postuló a su sucesora: la jefa de gobierno del Sarre, Annegret Kramp-Karrenbauer, una fiel aliada a la que algunos apodan «Mini Merkel» y que ejerce como la «número 2» del partido, el mismo puesto desde el que Merkel saltó a la presidencia de su partido y luego a la Cancillería.
Las dificultades para formar gobierno comenzaron el 24 de septiembre, con unas elecciones en las que conservadores y socialdemócratas obtuvieron muy bajos resultados y los ultraderechistas se catapultaron a la tercera posición.
A 161 días de aquellos comicios, los nuevos retos de esta gran coalición incluyen el rumbo de su liderazgo en Europa y en el mundo, los desafíos de la inmigración, los crecientes índices de pobreza y la contención de la ultraderecha que, por primera vez en más de medio siglo, tendrá representación parlamentaria y en carácter de primera fuerza de la oposición.