En su segundo día en el país asiático, el papa Francisco visitó hoy el memorial del genocidio armenio de Tzitzernakaberd, a 21 kilómetros de la capital Ereván, donde pidió «que la humanidad no olvide y sepa vencer con el bien el mal».

En profundo silencio, Francisco llegó al complejo que recuerda a los más de un millón y medio de armenios asesinados y deportados por el imperio Otomano, apenas pasadas las 8 locales (1 de Argentina), acompañado por el Catholicós y máxima autoridad apostólica Karekin II y por el presidente armenio, Serzh Sargysan.

Menos de 24 horas después de haber condenado el «genocidio armenio» durante su primer día en el país, Francisco recorrió el «muro de la memoria», una construcción de 100 metros de basalto, acompañado por las autoridades locales antes de rezar frente a la llama eterna que recuerda a las víctimas de lo que el pueblo armenio recuerda como el «Metz Yegérn», el «Gran Mal».

Frente al Papa, los 44 metros de altura de la Columna «Armenia renacido», que recuerda la fuerte diáspora del pueblo armenio tras el genocidio, servía de marco para las lecturas que dieron también el Catholicós y el cardenal argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales.

De hecho, algunos miembros de la colectividad armenia argentina que ayer tuvieron un breve saludo con el Pontífice -entre ellos el presidente del Banco Nación, Carlos Melconian- siguieron desde primera fila el homenaje de Francisco.

En la terraza del memorial, con el monte Ararat (símbolo armenio que se encuentra del otro lado de la todavía cerrada frontera con Turquía) como fondo, el Pontífice y Karekin II plantaron un árbol a modo de homenaje a las víctimas y recuerdo de la visita, antes de encontrarse con un grupo de descendientes de armenios perseguidos durante el genocidio y acogidos por el entonces Papa Benedicto XV en al residencia de Castelgandolfo.

«Aquí rezo, con dolor en el corazón, para que no haya más tragedias como ésta. Para que la humanidad no olvide y sepa vencer con el bien el mal. Que Dios conceda al amado pueblo armenio y al mundo entero paz y consolación», pidió Francisco en su firma al libro de honor.

«Que Dios custodie la memoria del pueblo armenio. La memoria es fuente de paz», sentenció.

Ayer, al llegar a Armenia en una visita de tres días, Francisco ratificó su calificación de «genocidio» a la matanza y deportación masiva de armenios a manos del entonces Imperio Otomano en 1915, que en abril de 2015 le había originado un serio altercado diplomático con Turquía que incluyó el retiro del embajador de ese país ante la Santa Sede por casi un año.

El término «genocidio» no había sido incluido en los discursos aprobados por la secretaria de Estado y fue improvisado por el Pontífice en su discurso en el Palacio Presidencial de Ereván, una ciudad en la que se multiplican a cada cuadra las muestras de amor al papa argentino.

En ese sentido, el vocero papal Federico Lombardi recordó anoche a los periodistas que acompañan la delegación vaticana que «el Papa usó la palabra genocidio para recordar la herida y sanarla, no para reabrirla y renovarla; es una memoria para construir reconciliación y paz en el futuro».

Además de Melconian, invitados por la iglesia armenia, otros argentinos participan desde ayer en algunas de las actividades del Santo Padre, entre ellos el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj; el empresario Eduado Eurnekian; el legislador Gustavo Vera; el ex embajador ante el Vaticano, Eduardo Valdés; el arzobispo de Rosario, Eduardo Martín y el subjefe de la policía metropolitana, Ricardo Pedace.

Los representantes de la comunidad argentina culminarán su acompañamiento a la visita del Pontífice este domingo con una «choripaneada» en la residencia del embajador argentino en Armenia, Gonzalo Urriolabeitia.

El Papa, en tanto, encabezará hoy un encuentro ecuménico con un rezo por la paz en la Plaza de la República de Ereván ante unas 50 mil personas y mañana, entre otras actividades, soltará dos palomas de frente al monte Ararat con Karekin II como símbolo de paz y reconciliación.