En un «viaje en dos dimensiones», como lo calificó su vocero Federico Lombardi, el papa Francisco desembarcará este miércoles a Polonia en una visita que se extenderá hasta el domingo y en donde participará de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud que comenzó este martes. Mientras que el viernes 29 visitará el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.

A bordo del avión papal, el Pontífice aterrizará en el aeropuerto Juan Pablo II de Cracovia, donde esa misma tarde se encontrará con el presidente polaco Andrzej Duda, con los obispos del país y venerará las reliquias del Papa polaco.

«Queridos jóvenes, permanezcamos unidos en la oración para que esta JMJ (Jornada Mundial de la Juventud) sea rica en frutos espirituales. ¡Nos vemos mañana!», adelantó hoy el Pontífice en Twitter.

Además de sus actividades en la JMJ y de la visita que hará al Santuario de San Juan Pablo II, Francisco irá el viernes 29 «a rezar en silencio y pedirle al Señor el don de las lágrimas» a los campo de exterminio nazi de Auschwitz y de Birkenau.

Bajo el letrero «Arbeit Macht Frei» (El trabajo libera), atravesará en soledad el portón de entrada antes de visitar el bloque 11 de Auschwitz, lugar donde fue recluido el santo Maximiliano Kolbe, y encontrar a un grupo de sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial.

«No habrá un discurso del Papa en Auschwitz», ratificó Lombardi, quien indicó que el Pontífice sí dejará un mensaje escrito en el libro del campo nazi, situado a 66 kilómetros de Cracovia, por el que pasaron más de un millón de personas durante el Holocausto.

Francisco dará inicio a una de las apostillas más originales del viaje: miércoles, jueves y viernes, después de cenar, saldrá a saludar y a dar pequeños mensajes a miles de fieles desde la ventana del Arzobispado de Cracovia, el imponente edificio del siglo XVI en el que un joven Karol Wojtyla vivió entre 1964 y 1978, según explicó Lombardi a Télam.

Entre los miles de fieles que se esperan cada una de las noches que Francisco dormirá en el lugar, el Vaticano organizó que distintos grupos «tengan prioridad» para estar cerca del Pontífice y así la primera noche será un grupo de discapacitados; la segunda un grupo de recién casados y enfermos y un grupo de personas sin techo la tercera.

El jueves, tras visitar el Santuario de la Madonna negra de Czestochowa y oficiar una misa por los 1050 años del Bautismo de Polonia, Francisco tendrá su primer encuentro con los más de 350 mil ya inscriptos para participar de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud que comenzó este martes. Para ese mensaje, Francisco llegará en un tranvía eléctrico al Parque Blonia con un grupo de jóvenes discapacitados y luego se trasladará entre los fieles en Papamóvil.

Con el recuerdo aún fresco del «hagan lío» que les dejó a los miles que lo escucharon en su primer viaje como Papa a la JMJ de Río en 2013, se espera que esta vez alguno de sus discursos gire en torno a la problemática de los refugiados y migrantes, un eje de su Pontificado.

El 29, tras la visita a Auschwitz, Francisco se trasladará a Prokocim, donde visitará el Hospital Pediátrico Universitario, uno de los más importantes de Polonia, en el que se atiende a 30.000 pacientes internados y 200.000 niños con tratamiento ambulatorios por año, de los cuales medio centenar se encontrarán con el Santo Padre.

Luego, antes de su tercer y último mensaje desde la ventana del Arzobispado, Francisco participará del Vía Crucis junto a miles de asistentes a la JMJ.

El sábado 30, el Obispo de Roma encabezará la celebración de la Santa Misa en el Santuario Juan Pablo II en la que participarán numerosos sacerdotes, consagrados y seminaristas de Polonia, además de la participación prevista de 2.000 en el interior y otras 5.000 en el exterior.

Por la tarde, el Papa llegará al Campus Misericordia, sede central del último tramo de la JMJ, donde tras pasar la Puerta de la Misericordia junto con cinco representantes de la juventud, tendrá lugar la Vigilia de oración con los jóvenes de todo el mundo.

El domingo 31, Francisco regresará al Campus Misericordia donde procederá a la bendición de dos edificios de Cáritas: La Casa de la Misericordia para pobres y ancianos y la Casa del Pan, que corresponde a un almacén de alimentos para los más necesitados.

Esa tarde, tras hacer su recorrido entre los miles de jóvenes, el sucesor de Pedro dará la Misa conclusiva de la Jornada Mundial de la Juventud ante los más de un millón de fieles que se esperan. Luego anunciará el lugar en el que se llevará a cabo la próxima, en 2019.

El viaje del Pontífice será además el último de Lombardi como su portavoz, ya que a partir del lunes 1° de agosto será reemplazado por el actual número dos de la Sala Stampa vaticana, el estadounidense Grege Burke.

La Jornada Mundial de la Juventud se celebra desde 1984 y fue instituida por el entonces Papa Juan Pablo II: Buenos Aires fue, en 1987, la primera ciudad no italiana en ser sede y, por ahora, una de las dos latinoamericanas, junto a Río de Janeiro.

Un clero que se resiste a aceptar el mensaje de Francisco

Con un clero ultraconservador, con nostalgia del carismático Juan Pablo II, que reinó del 1978 al 2005, aclamado por su papel en la caída del comunismo,  Polonia se resiste a aceptar el mensaje de Francisco a favor de una iglesia más flexible y compasiva.

Por ello la reunión este miércoles con los obispos va a ser el momento «más incómodo» para el papa argentino, escribió el vaticanista Christopher Lamb en una nota.

Muchos de ellos «no han estado de acuerdo con la línea de este pontificado», que insta a abrir las puertas de la iglesia a los «pecadores», a las madres solteras, a los divorciados vueltos a casar, a los migrantes.

Pese a los llamados del Papa y a las directivas de la Unión Europea, buena parte de la sociedad polaca, así como las autoridades, se niegan a aceptar refugiados en su territorio.

El gobierno conservador y la primera ministra Beata Szydlo, profundamente católicos, no quieren que Polonia reciba migrantes porque consideran que son una amenaza para la seguridad.

Una seguridad que ha sido reforzada por el ataque dentro de una iglesia de Francia, reivindicado el martes por la organización Estado Islámico (EI), donde un cura fue degollado, un hecho inédito en la Europa moderna y que el papa condenó conmovido y preocupado.

La multiplicación de ataques y las falsas alarmas afecta la vida de los europeos y confirma la visión de Francisco, que suele denunciar lo que llama «la tercera guerra mundial a pedazos» que azota al mundo.

Pese a ello, la fiesta de la juventud católica en Cracovia, donde se espera la participación de al menos medio millón de personas, no se detuvo y una multitud entusiastas de jóvenes, con banderas y camisetas de sus países, se tomó literalmente el imponente casco histórico de la ciudad sin importar la llovizna.

«Estamos todos de duelo. Es inevitable. Hay que convertir la JMJ en la fiesta de la esperanza», comentó la francesa Elisabeth, de 20 años.

Ante la situación, las autoridades polacas no escatimaron recursos para evitar todo ataque durante la visita papal: 20.000 policías, 9.000 bomberos, 800 miembros de servicio de la protección del gobierno y 11.000 guardias fronterizos fueron movilizados para garantizar la seguridad.

Como sus dos predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, Francisco visitará el jueves el santuario mariano de Czestochowa y el viernes el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, donde alrededor de 1,1 millones de personas, entre ellos un millón de judíos, fueron asesinados por los nazis.

La visita se concluirá el domingo con una multitudinaria misa presidida por Francisco, al término de la cual anunciará la sede de la próxima edición de la JMJ, probablemente un país de América Latina.