Gobierno depende cada vez más del campo a nivel económico ya que es el sector que muestra una reactivación, en especial por el repunte de los precios de la soja a nivel internacional, porque se dispararon en Chicago a 420 dólares la tonelada, y local.

El analista de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), Guillermo Rossi, dijo a una agencia nacional que «el campo es un aporte fundamental de divisas para la macroeconomía, aunque hay pérdidas en algunas regiones» del país.

Para Rossi, ingresarían unos 22.000 millones de dólares sólo por el complejo sojero (harina, aceite, pellets y poroto), pero la producción estimada en 56 millones de toneladas de la campaña 2015-2016, en curso, por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires es menor en casi un 9 por ciento que la pasada de 2014-2015.

Mientras, según el Ministerio de Agroindustria, la exportación del trigo se incrementó ciento por ciento durante el primer bimestre de 2016, si se lo compara con el ciclo anterior de 2015.

Esto se interpreta como una de las buenas señales de reactivación al igual que el aumento de la molienda en las plantas de un 30 por ciento en la primera parte del año.

Ahora el Gobierno apuesta a que crezca en un millón de hectáreas la superficie a sembrar con trigo: así, el país llegaría a 5,3 millones de hectáreas contra las 4,5 millones previstas por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

Esta última previsión quizá es más factible ya que, si bien el campo tiene mayor dinamismo, la burocracia financiera existe y conspira contra el avance del trigo que necesita el mismo Gobierno.

Un caso es la utilización de la Tarjeta Procampo del Banco Provincia de Buenos Aires, cuyos convenios con los proveedores de insumos para el trigo por ejemplo, vencen cada tres meses y están a punto de caer.

Por lo tanto, es imposible para un productor bonaerense, (que pertenece al territorio de mayor producción triguera de la Argentina), recurrir al prometido financiamiento de 270 días, es decir 9 meses, lo que le permitiría pagar los costos de siembra cuando se coseche en primavera-verano.

Por eso, si bien el campo aparece de nuevo como el motor de la economía argentina, las dudas también persisten, como ocurre al analizar el alto precio del gas oil, principal combustible utilizado en la actividad agropecuaria.

El renacer de la ganadería es un hecho, aunque a largo plazo, en tanto se encuentran en crisis las actividades avícola, lechera y parte de la maquinaria por negocios con Venezuela que no se concretaron y el alza de las tarifas de los servicios.

Respecto del negocio ganadero, el Gobierno, a través de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), salió a combatir los niveles de evasión en el sector que se calculan en unos 10 millones de pesos anuales.

Este lunes se dispuso la creación de un Registro Fiscal en el que deberán inscribirse todos los operadores de la cadena de ganados y carnes, incluidos los productores.

«Nadie mejor que las autoridades locales y los dirigentes regionales para conocer las necesidades de cada lugar y hacer una equitativa distribución de los ingresos en su comunidad, sin corrupción y sin deformar las matrices productivas de cada región, que permitan generar las acciones geopolíticas necesarias que el país necesita», afirmó a NA, el consultor Arturo Navarro, ex presidente de CRA y CARBAP.

Este veterano dirigente consideró que es necesario incentivar la utilización de fertilizantes porque si no es imposible conseguir cultivos agrícolas de calidad como es el trigo panadero.

Además todos los años se exportan, con los granos, nutrientes que se extraen del suelo y no son repuestos por falta de fertilización.

«Justamente las nuevas fronteras agrícolas son las que más necesitan contar con el agregado de estos nutrientes, fundamentales para desarrollar un sistema productivo sustentable», expresó Navarro a Noticias Argentinas, al colocar en los funcionarios y referentes de entidades gran responsabilidad, en el crecimiento del campo.