En 1882, el barrio porteño de La Boca se vio sacudido por un voraz incendio. La historia cuenta que entre los presentes en el lugar alzó la voz un muchacho al grito de “¡Adelante los que se animen, vamos a apagar el incendio!”. Así, Orestes Liberti, un inmigrante italiano, se convirtió en el líder de aquel improvisado cuerpo de bomberos.

Fue así que dos años más tarde, un 2 de junio, quedó conformado el primer cuartel de Bomberos Voluntarios del país, gracias a vecinos autoconvocados que buscaron protegerse de los siniestros que los asolaban.

En honor a esos valientes, hoy se celebra en todo el país el Día del Bombero Voluntario, al cumplirse 133 años de aquella gesta. Desde ese entonces, muchos cuarteles fueron fundados a lo largo y a lo ancho de Argentina. Una profesión que mezcla el temor de poner en riesgo la vida, con el amor de poder servir a los demás.

«La adversidad nos hace más fuertes”

“El concepto de resiliencia es lo que mejor encaja y representa la vocación de ser bombero. Los bomberos salimos fortalecidos del dolor. La adversidad nos hace más fuertes”. La frase pertenece a Roberto Rodríguez, presidente del cuartel de bomberos de Melincué, quien en diálogo con Conclusión contó de qué se trata estar al servicio de un pueblo cercado por el agua.

“Es algo que nunca me hubiese imaginado. Hace desde enero que trabajamos así, sin descanso. No es como un incendio que termina y listo. Acá tenemos que pensar que vamos a hacer mañana”, manifestó Rodríguez. Un hombre acostumbrado a combatir el fuego, que nunca sospechó que la vida lo pondría a pelear contra el desborde de una laguna.

“Cuando hay viento sur, acá no duerme nadie”

“Ves la cara de la gente y sabés que lo perdieron todo. Todo perdimos. Es algo muy fuerte el trabajo de subirse a la lancha a pelearla y meter bolsas con tierra sin descanso”, agregó.

En relación a la actual situación en el lugar, Rodríguez explicó que “está semi controlada por un anillo de protección”, al tiempo que admitió la necesidad de desarrollar “una obra de contención más firme”. “Cuando hay viento sur, acá no duerme nadie”, graficó.

Consultado sobre el riesgo de ser bombero, dijo: “Estás al límite todo el tiempo. Pero quienes elegimos esto amamos ayudar, y eso no hay nada que te lo pague”.

Casi cuatro décadas al servicio de la vida

Roberto Rodríguez tiene 61 años, y hace de los 22 que eligió la vocación de salvar vidas. “Estoy desde la fundación del cuartel en 1978. Un día caminaba por el pueblo y nos dijeron que iban a hacer un cuartel de bomberos ¡No tenía idea qué significaba! Pero le di para adelante, aprendí a los tropezones, y me enamoré de este oficio”, puntualizó el presidente del cuartel que hoy cuenta con un plantel de 18 personas, de las cuales 8 son mujeres.

“Lo único que me limita es el físico, aunque el rescate en agua lo sigo haciendo, hay cosas que ya no puedo. Y más pasa el tiempo, más me impactan los hechos donde hay niños involucrados. No puedo dormir a la noche. Pero todo toma sentido con la gratificación de la gente que valora lo que hacemos”, concluyó.