La llegada de «inversiones» es uno de los temas de la agenda central para el crecimiento del país, pero el capital internacional puso una lupa sobre la Argentina antes de desembarcar y espera cambios que den transparencia.

La comunidad de negocios internacional observa expectante que la Argentina gane la pulseada a los altos niveles de corrupción y generación de desconfianza, por lo que para unos el panorama es aún incierto y para otros, el esperado.

Desde la campaña electoral de 2015, de la que Mauricio Macri resultó electo presidente, el tema de la necesidad del arribo de inversiones a la Argentina se instaló en las charlas y debates, y hubo especulaciones y gestiones en torno a ello.

Una arista clave para la llegada de fondos es la confianza: en la última edición (2015) del Reporte Global de Fraude que Kroll realiza en todo el mundo cada año se conoció un dato escalofriante sobre la situación de América Latina como región de interés para la comunidad inversora internacional.

A la hora de preguntar a los encuestados en qué porcentaje veían disuadido su interés de hacer negocio con determinadas regiones, América Latina quedó a la cabeza de la región «de la que más se alejarían», por encima de Europa Oriental y África.

¿Cuál era motivo? Los altos índices de percepción de corrupción, según el estudio desde que participaron casi 800 ejecutivos de compañías con volúmenes de facturación anual por encima de los 500 millones de dólares.

La comunidad inversora, tanto local como internacional, tiene la mirada puesta sobre la capacidad real que tienen los gobiernos como el argentino, de tomar las riendas de la lucha contra la corrupción.

De hecho, en el último informe de Transparency Internacional divulgado en julio, se dio a conocer que el 75% de las empresas analizadas en países emergentes obtuvieron una puntuación de menos de 5 sobre 10 en las evaluaciones de transparencia.

La gran mayoría no consiguió resultados aceptables y esto genera un entorno propicio para la corrupción en su actividad y donde operan.

Operar en un marco de transparencia es la clave que está por delante de los retornos esperados. Y en este sentido, la Argentina tiene un inmenso trabajo para hacer, tanto desde el sector público como del privado.

Es que no es la inversión vista como una oportunidad aislada, sino el contexto en el que esta se da. Uno de los más grandes desafíos es el marco regulatorio, que debe acompañar al cambio del paradigma económico.

En estos diez años en los que se prevaleció a la economía doméstica, la comunidad internacional se sofisticó enormemente en materia de «cumplimiento».

Los escándalos internacionales vinculados a hechos de corrupción y soborno, dejaron como corolario normativas de cumplimiento que son cada vez más exigentes.

La búsqueda de la transparencia es también más intensa en la comunidad de negocios internacionales, y los países que quieran operar en ese mercado deberán estar a la altura de las reglas del juego si quieren jugar.

En nuestra región, países como Chile y Uruguay llevan un largo camino recorrido y no es difícil de entender por qué dado que son países que no pueden vivir de su mercado interno y hoy, donde haya intención de interactuar con la comunidad internacional, deberá haber un fuerte y demostrado compromiso con la Ética y la Transparencia.

Ese es el idioma que habla la comunidad de negocios internacional, que, a nuestro entender, aún observa expectante que la pulseada en Argentina se gane en ese sentido.