Un nuevo documental filmado de manera encubierta, que revela los horrores del reino de Arabia Saudita, fue programado para transmitirse el martes pasado en la televisión británica, y el próximo día 29 en el programa Frontline de PBS, una red de televisión pública estadounidense. Por supuesto que la realeza fascista británica, y Obama, preferirían que nadie lo viese.

Se ven cinco cuerpos colgados de un poste, sostenidos por dos grandes grúas; una mujer grita «¡yo no lo hice!» un instante antes de que le corten la cabeza; policías dan latigazos a mujeres; gruesos rastros de sangre se ven en un espacio público conocido como «Plaza del tajo». Esas son las imágenes que se muestran en el documental, «Arabia Saudita bajo cubierta», captadas por audaces cineastas de Hardcash Productions e Independent ITV (Canal 3), de Gran Bretaña, junto con la Televisora PBS de Estados Unidos, quienes emplearon cámaras ocultas para dar a la luz pública la brutalidad de Arabia Saudita, el aliado más cercano de los regímenes británico y estadounidense.

Odio

El documental muestra también el extremismo que se enseña en las escuelas y en las mezquitas, donde se disemina el odio tanto a cristianos como a judíos y a musulmanes shiítas, lo cual se obliga a cumplir mediante un siniestro «Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio».

Una reseña del documental, publicada en el diario británico Daily Mail, señala que es “escalofriante. Hay solo otros dos movimientos en el mundo que tienen organismos con ese mismo nombre: el Talibán en Afganistán y el Estado Islámico en Siria e Iraq».

El artículo del Daily Mail hace una crítica de esa extraña «relación especial» del gobierno británico con el reino saudí, en términos que también se aplican a la Casa Blanca de Obama: «No obstante, Arabia Saudita sigue siendo uno de los más cercanos aliados de Gran Bretaña, no solo en el Medio Oriente sino en el mundo entero, como lo ha sido por casi un siglo. Les vendemos armas. Nos venden petróleo. Las familias reales de cada país son cercanas… Nuestro líderes, cómodamente se hacen de la vista gorda con el reino del desierto».Citas del

Daily Mail

Esta es la misma combinación de televisoras que causaron una tormenta de controversia internacional cuando, hace casi 36 años, transmitieron el documental «Muerte de una princesa», el relato de una princesa saudí y su amante que fueron ejecutados por adulterio. (¿Les recuerda eso la muerte de Diana?)

En medio de la furia resultante, el embajador británico en Arabia Saudita fue expulsado del país y se rompieron contratos comerciales. El documental fue condenado por el Ministerio de

Relaciones Exteriores porque ofendía a los gobernantes saudíes, y no se ha transmitido desde entonces en la televisión británica.

Este es un documental que expone la profunda hipocresía de la relación de Arabia Saudita con Gran Bretaña y Occidente. Gran Bretaña está decidida a mantener esta relación a pesar de que el país con el que trata es, por cualquier definición, bárbaro.

El documental muestra también cómo la temible policía saudí —que dispara balas a manifestantes desarmados y activistas simplemente por expresar una opinión contraria a la del gobierno— son entrenados por el Colegio de Policía del gobierno británico.

La amistad de nuestra nación con Arabia Saudita significa la colaboración con el régimen que persigue a sus ciudadanos con un salvajismo que desafía a la imaginación.

Algunos podrían alegar que esa brutalidad doméstica es cosa de Arabia Saudita nada más. Cuando se le preguntó recientemente que justificase nuestra relación con los saudíes, el primer ministro David Cameron respondió que los servicios de inteligencia de ese país han proporcionado información vital para denunciar intentos de terrorismo contra Gran Bretaña. Sin embargo, ese argumento se desbarata con el hecho indudable de que Arabia Saudita exporta su ideología yihadista asesina a todo el mundo.

Sobre la base de este documental profundamente perturbador, ya es hora de reevaluar los nexos de Gran Bretaña con el Reino de Arabia Saudita.