La Iglesia Católica ha sido pionera en el arte y las catedrales son un ejemplo claro de ello.

Pero ¿la Iglesia Católica fue precursora en desarrollar robots?

El calendario litúrgico de noviembre tiene dos santos que fueron tomados para desarrollar los primeros “robots”: San Didacus y San Alberto Magno.

Estas curiosidades han pasado desapercibidas y pueden ser una anécdota desde el punto de vista religioso, señala el portal de noticias blackbird.vcu.edu, donde también se aclara que hace 800 años había conocimientos científicos y tecnologías que luego se perdieron, y reemergieron luego.

Cuenta el portal que el rey Felipe II de España tenía un robot de San Didacus (13 de noviembre) con el fin de conmemorar la curación de su hijo Don Carlos, a través de la intercesión de San Didacus, también conocido como san Diego de Alcalá.

En resumen Don Carlos cayó por las escaleras y su cabeza se hinchó como una calabaza.Quedó ciego y perdió el conocimiento.

Andrea Vesalio y otros ocho colegas se encargaban del tratamiento, mientras se realizaban decenas de juntas médicas.

Ante la gravedad del paciente, se pidió ayuda a los monjes.

Un grupo de ellos apareció con el cadáver incorrupto de Didacus, un fraile fallecido un siglo antes en Alcalá de Henares, el que fue colocado en la cama al lado del príncipe moribundo.

Los médicos, por su lado, siguieron un procedimiento recomendado por don Bartolomé Hidalgo de Agüero, que evitaba el pus llamado “loable” y buscaba la debridaciòn y limpieza de la herida.

Se inició también una trepanación que en buena hora fue suspendida y el herido comenzó su mejoría.

Luego también se retiró la momia que había logrado el agradecimiento del poderoso monarca de El Escorial, quien logró la canonización de San Didacus; este santo es mejor conocido como San Diego.

La curación del controvertido don Carlos, quien finalmente moriría joven, a los 23 años de edad, es narrada por Adolfo De Francisco en su muy documentado libro “Sobre Ideas de Vida y Muerte”.

Carácter mágico

Paralelamente, señala el portal de noticias que hay una extraña leyenda medieval sobre San Alberto Magno (su fiesta es el día 15 de noviembre), al que se le han atribuido a lo largo de la historia multitud de obras tanto de carácter mágico como de creación de seres artificiales.

Se ha dicho y escrito que el famoso hombre artificial, construido por el propio Alberto Magno con sus conocimientos adquiridos vaya uno a saber en qué libros, abría la puerta de su celda cuando alguien llegaba a ella, y conversaba y daba razón al visitante.

A este mecanismo autónomo lo llamó “androide”, que es un término mencionado por primera vez por Alberto Magno en 1270 (diez años antes de su fallecimiento) y popularizado por el autor francés Auguste Villiers en su novela de 1886 L’Èvefuture.

Etimológicamente “androide” se refiere a los robots humanoides de fisonomía masculina.

¿Dónde obtuvo Alberto Magno los conocimientos necesarios para construir un autómata?

Si hablamos de avances científicos, existió en esa época un contemporáneo, en el mundo árabe, ya fallecido probablemente en el 1220, llamado Al-Jazari, uno de los más grandes ingenieros de la historia.

Era todo un erudito, artista, astrónomo, inventor e ingeniero mecánico. Es el inventor del cigüeñal y los primeros relojes mecánicos movidos por pesos y agua.

Entre otros muchos inventos de control automático, estuvo también muy interesado en la figura del autómata creando una obra del mismo nombre (también llamada El libro del conocimiento de los ingeniosos mecanismos) y considerada una de las más importantes sobre historia de la tecnología.

Reloj elefante

Dentro de esta vertiente cabe destacar su complejo reloj elefante, animado por seres humanos y animales mecánicos que se movían y marcaban las horas o un autómata con forma humana que servía distintos tipos de bebidas.

Aunque se suele creer que la primera cabeza mecánica parlante fue construida por Alberto el Grande o San Alberto Magno, como también algunos le atribuyen la construcción de un autómata humano, un verdadero androide que andaba y hablaba, es posible que no fuera el primero, ni tampoco el inventor de la cabeza parlante.

Pudo heredar ese conocimiento de otros que lo precedieron.

Dentro de los autómatas hay un grupo que ha tenido una gran difusión a lo largo de la historia, las cabezas parlantes, aparatos o seres que se creían entre la mecánica y la magia que hablaban, aconsejaban a sus dueños o predecían el futuro.

La leyenda y el mito han influido mucho en este tipo de mecanismos encontrándose las primeras versiones en antiguos cuentos árabes.

Uno de los ejemplos más famosos es la misteriosa cabeza con forma de hombre que poseía el franciscano Roger Bacon (1214-1294), contemporáneo de Alberto Magno.

Bacon, junto al fraile Bungay tardaron siete años en construir una cabeza de bronce que pudiese hablar.Lo hicieron leyendo ciertos libros antiguos que cayeron en sus manos.

También crearon un autómata de hierro que habló pero al poco tiempo se autodestruyó.

Respecto a la cabeza mecánica de Bacon estaba hecha de latón y podía responder a preguntas sobre el futuro.

La de Alberto Magno con forma de mujer, respondía también sobre el futuro.

Cabeza parlante

Curiosamente, unos doscientos años antes que Alberto Magno, el  papa Silvestre II (938-1003), cuyo nombre antes de ser religioso era Gerbert, y fue un científico de su época, construyó una cabeza parlante de bronce que respondía sí o no a las preguntas que se le hacían.

Cuentan las crónicas que Silvestre II, encargó a Mohamed IbnUmail -un alquimista vecino de Barcelona conocido como Lupito- para que le vaticinara el futuro de su pontificado.

Algunos dicen que Mohamed sería el creador de la cabeza y no Silvestre II.

¿Sería tal vez la cabeza parlante de Silvestre II, la misma que poseería años después Alberto Magno? ¿O se trataba de dos máquinas diferentes?

Tal vez la cabeza parlante de Alberto Magno era la que inventó en el siglo XII Robert Grosseteste (o Greathead), obispo de Lincoln (1175-1253) que trabajó 7 años para construir una cabeza parlante de bronce.

En cualquier caso, es curioso que la mayoría de ellas ¡hablaban!

Y el robot de Alberto Magno ¡también hablaba y realizaba múltiples tareas!