El “mandato” del dinero, su dominio absoluto en muchos casos y en muchas cosas, tiene que ver con un vínculo casi RELIGIOSO que se establece entre quien lo tiene, lo desea o lo roba y el mismo dinero que pasa a ejercer un reinado tan despótico como perverso en nuestras vidas.

Aquí describo un listado de consecuencias que escribí hace unos años y al que sigo sumando renglones cada tanto:

Cuando manda el dinero se terminan los amigos.

Cuando manda el dinero se resquebrajan los vínculos.

Cuando manda el dinero todo se hace MERCANCÍA.

Cuando manda el dinero se apaga la CONCIENCIA y se encienden las ambiciones.

Cuando manda el dinero desaparece la convivencia y reina la violencia.

Cuando manda el dinero todos se cuidan de todos y nadie cuida a nadie.

Cuando manda el dinero los últimos son más últimos que antes.

Cuando manda el dinero sólo quedan esclavos…de distinto tamaño.

Cuando manda el dinero los gobiernos son títeres y empleados jerarquizados.

Cuando manda el dinero se afianzan las complicidades.

Cuando manda el dinero se multiplican torres, murallas, rejas y cadenas.

Cuando manda el dinero sale a relucir lo peor de cada uno.

Cuando manda el dinero todas las LEYES son TRAMPAS.

Cuando manda el dinero no hay más NOSOTROS sólo UNOS CONTRA OTROS.

Cuando manda el dinero se terminan los SUEÑOS y  empiezan las pesadillas.

Cuando manda el dinero tiembla el planeta entero.

Cuando manda el dinero retrocede la VIDA y avanza la MUERTE.

Cuando manda el dinero “SUBEN LOS INTERESES Y BAJAN LOS VALORES”.

Cuando manda el dinero LA VIDA SE VUELVE IMPOSIBLE.

Cuando manda el dinero desaparece la HUMANIDAD.

Así las cosas. Se trata de estar atentos porque su estrategia se despliega con los recursos bien conocidos, pero siempre sorprendentes, del disimulo, el disfraz y la mentira. Y ser conscientes que el “socio” más eficiente de este dominio puede ser cada uno de nosotros abriendo puertas inconfesables.