María Antonia de Paz y Figueroa nació en la capital santiagueña en 1730 y falleció en la Casa de Ejercicios Espirituales fundada por ella en Buenos Aires, un 7 de marzo de 1799. Desde muy joven, y por veinte años, colaboró con los jesuitas, convirtiéndose en su gran apostolado: la promoción y organización de los célebres ejercicios espirituales del fundador de esa orden religiosa, San Ignacio de Loyola. Para oficiar la religión tomó el nombre de María Antonia de San José.

Cuando se produjo la expulsión de los jesuitas en 1767, María Antonia pidió al mercedario fray Diego Toro que asumiera las tareas propias de la predicación y la confesión, mientras que ella se ocuparía con sus compañeras del alojamiento y las provisiones para continuar con los ejercicios espirituales. La amistad con los jesuitas la siguió manteniendo vía epistolar.

Viaje a Buenos Aires

Tiempo después abandonó Santiago del Estero para organizar ejercicios espirituales en Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja. «Mama Antula”, así empezaron a llamarla, era una mujer con un estilo muy peculiar: los viajes los hacía caminando, descalza y pidiendo limosnas. No quedan testimonios de cuántas veces preparó oficios religiosos en algunas ciudades, pero solo en Tucumán se hicieron sesenta.

En Catamarca padeció una enfermedad y fue desahuciada por el médico. «Me encomendé al Sagrado Corazón y me encontré curada pronto, sin ningún remedio”, aseguró. Una vez se rompió una costilla, en otra ocasión se dislocó un pie, «pero fui curada incesantemente por una mano invisible”, repetía.

En Buenos Aires no fue muy bien recibida. La trataron de loca, borracha, fanática y hasta de bruja. El Obispo porteño mostró desconfianza, aunque finalmente se convirtió en un gran admirador. Durante ocho años de trabajo en la capital del Virreinato habría hecho ejercicios espirituales para unas 70.000 personas.

La ayuda de Saavedra

Mamá Antula comenzó a juntar donaciones de las familias porteñas acaudaladas, con el fin de construir la Santa Casa de Ejercicios que aún se conserva en Buenos Aires, sobre la calle Independencia al 1190, como uno de los edificios más antiguos de la ciudad, y que atesora un patrimonio vivo de la historia argentina. Para lograr su objetivo contó con la inestimable ayuda política de un hombre particular, el presidente de la primera junta de gobierno patrio, Cornelio Saavedra.

El milagro

La curación milagrosa de Mamá Antula fue a la hermana Rosa Vanina, una religiosa del instituto de las Hijas del Divino Salvador. Se trata de una causa histórica, porque el milagro se reportó en 1904.

La monja se vio afectada por una colecistitis aguda -una inflamación grave de la vesícula biliar- que en aquella época, sin antibióticos, era mortal. Pidiendo el milagro por intercesión de Mama Antula, la hermana Rosa se recuperó rápidamente. Un hecho así, de tal magnitud, según el Vaticano, demostró ser un milagro.

La Junta Médica, que tuvo lugar en Roma, contó con la presencia de la postuladora de la causa, Silvia Correale, del obispo de Cruz del Eje (Córdoba) y el vicepostulador, Monseñor Santiago Olivera.

Previamente, en 2010, el Papa Benedicto XVI la había proclamado venerable, autorizando a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto por el que se reconoce que practicó las virtudes cristianas en grado heroico.

Fiesta en Santiago

La celebración de la misa de beatificación se realizará hoy en el Parque Aguirre de Santiago del Estero, con capacidad para 80.000 personas. Comenzará a las 11 y se extenderá hasta las 13.

El escenario en el que se colocará el altar mide doce metros de largo por ocho metros de alto. Se dispusieron 5.000 sillas y cuatro pantallas gigantes para que los fieles puedan seguir la ceremonia.

La misa central será presidida por el enviado del Vaticano, el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato, y concelebrada por el cardenal primado de la Argentina, monseñor Mario Aurelio Poli, junto al cardenal Héctor Villalba, 36 obispos y más de un centenar de sacerdotes. Se anunció que a la ceremonia asistirá la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, acompañada de legisladores nacionales y provinciales.

La alegría del Papa 

La vinculación jesuita entre Mama Antula y el Papa Francisco trasciende los años y las distancias. El Sumo Pontífice ya expresaba veneración hacia ella desde los tiempos en los que aún era Jorge Bergoglio.

Al llegar a Roma, habló en numerosas oportunidades sobre María Antonia: «La Mama Antula es un ejemplo del pueblo santiagueño, recen mucho por ella”. Su amigo personal, Gustavo Vera, explicó en declaraciones radiales que Francisco «sabe que lo central en la figura de Mama Antula es su lucha contra la esclavitud de los aborígenes. Además, tuvo un rol importante en transmitir esas ideas emancipadoras a muchos de los que luego integrarían la Primera Junta de Gobierno. El Papa tiene un sentimiento de reparación histórica, cree que desde hace mucho debería haber sido considerada beata. De alguna manera, su ejemplo y su obra nos inspiran en la lucha contra nuevas formas aberrantes de esclavitud”.

Cabe destacar que fue el mismo Papa Francisco quien oficializó, el pasado 4 de marzo, la aprobación del milagro por el que hoy se la beatifica.