Por Marina Vidal

No es fácil afrontar cualquier inconveniente que pueda tener tu bebé y menos si de su alimentación se trata. Un estudio realizado por el Hospital Italiano de Buenos Aires reveló que en los últimos diez años, se triplicaron los casos de alergia a la proteína de leche de vaca (APLV). Los profesionales identificaron como causas posibles los cambios en el estilo de vida, la predisposición genética, el aumento de las cesáreas, el uso de antibióticos y también factores ambientales.

Para conocer un poco más al respecto de esta alergia en aumento, Conclusión consultó al alergista Gonzalo Chorzepa quien desmenuzó el tema para comprender un poco más a qué nos enfrentamos si nuestros hijos son alérgicos a la proteína de la leche y cómo lidiar con ello.

“Hay mucha desinformación sobre la alergia en general y más aún sobre la alergia a la proteína de la leche de vaca. Es una cosa muy frecuente y los síntomas no son tan evidentes y pueden ser variados y suelen presentarse desde la primera vez que el niño toma leche que puede ser a los primeros días de vida hasta el primer año”, comenzó detallando el profesional.

¿En qué consiste la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV)?

Es la alergia alimentaria más frecuente en lactantes y niños pequeños, y, como su propio nombre lo indica, se origina en una reacción inmunológica a una o más de las proteínas a la leche de vaca.

“La primera etapa para que se produzca la alergia se denomina de sensibilización y responde cuando la persona toma contacto con la sustancia extraña (en este caso la proteína de la leche de vaca) y se hace alérgico”.

La APLV afecta a un 2% de los niños menores de cuatro años de edad y constituye la alergia alimentaria más frecuente en el lactante y el niño pequeño.

¿Cuáles son los síntomas?

Chorzepa enumeró: “Cólicos, dolores de panza, diarrea, diarrea con sangre, moco y sangre en la materia fecal, broncoespasmos, reacciones en la piel como ronchas, angiodemas (hinchazón) en párpados o labios, rinitis, y una combinación de todas”.

 

 

¿En qué consiste el tratamiento?

“En una primera instancia se realiza un interrogatorio detallado a los padres para ver cuándo fue la primera exposición  y qué síntomas tuvo para diferenciarla de otras cosas que pueden simular la alergia a la leche. Luego se pueden realizar pruebas en sangre para medir el grado de alergia a la leche y pruebas en piel que consiste en poner una gotita de leche en el brazo y sobre esa gota un pequeño pinchacito para ver si reacciona (con una roncha)”, especificó el alergista.

Una vez que es certero que el niño es alérgico a la proteína de la leche, “el tratamiento es la restricción total de la leche en la alimentación y los derivados, es decir no se puede consumir ningún tipo de leche de mamíferos (cabra, oveja) y en muchos casos debe darse un tratamiento sustituto que no es leche pero se parece y se conoce como “leche hidrolizada”, la cual está tratada con distintos procesos químicos para hacer que pierda la capacidad de generar alergia”.

Mitos populares: la APLV no es lo mismo que la intolerancia a la lactosa

La gente suele confundir la intolerancia a la lactosa (que es el azúcar que tiene la leche y que no da alergia) con la alergia a la proteína de la leche de vaca. La intolerancia a la lactosa produce hinchazón de panza o digestión lenta. Muchos niños son diagnosticados como intolerantes a la lactosa sin haberle hecho los estudios de alergia a la proteína. Entonces le dan leche de baja lactosa o sin lactosa pero sigue teniendo proteína y por ende da alergia”, detalló Chorzepa.

Y agregó: “La característica de la alergia es que la reacción aparece con porciones ínfimas. Por ejemplo, una mamá tomó un yogurt y le da un beso a un bebé alérgico y puede darle una reacción alérgica al bebé. En algunos casos, el bebé puede presentar la alergia porque la proteína pasó por la leche materna y en otros no. En esos casos se justifica que la madre haga una dieta estricta sin lácteos o derivados para no pasarle al bebé”.

Es importante leer las etiquetas

“Es importante leer las etiquetas de los productos para saber si contienen proteína de leche de vaca o no, que en dichos paquetes no siempre aparece con ese nombre”

La lectura del etiquetado de los alimentos debe ser una norma para los individuos con alergia a la leche, y deben poner especial atención con el fin de evitar productos con los siguientes componentes, sobre todo en pacientes con reacciones alérgicas graves:

  • Leche, sólidos lácteos, caseína o caseinatos (H4511, H4512), suero de leche, lactoglobulina o lactoalbúmina y betalactoglobulina
  • Los aditivos E, 325, 326, 327, 472, 480, 481, 482, 575, 585, 966, con nombres que tienen la raíz lact-, como láctico, lactato, lactilato, lactona, lactitol, suelen ser sintéticos

La leche tiene un uso muy extendido y, en los modelos gastronómicos, las proteínas de leche de vaca son un producto ubicuo. Además de su ingestión directa, o en forma de derivados lácteos, se emplea prácticamente en todos los productos de repostería y en muchas recetas culinarias de uso habitual (embutidos, salsas y alimentos preparados), que deben ser evitadas cuidadosamente por los pacientes. Además, forma parte como conservante de numerosos alimentos procesados.

¿Qué alimentos no pueden ingerir?

  • Leche de vaca, cabra, oveja o cualquier otro animal
  • Fórmulas adaptadas de leche, leche condensada, leche en polvo o leche evaporada
  • Quesos frescos o curados, requesón, crema ácida de leche, mantequilla, nata o yogur de leche de cabra, vaca, oveja, búfala, etc.
  • Batidos, flanes, natillas, zumos con leche
  • Productos de pastelería y bollería: tartas, pasteles, galletas, magdalenas, donuts, etc.
  • Cereales procesados con productos o sólidos lácteos añadidos
  • Dulces: chocolate con leche, turrón, algunos caramelos, helados, etc.
  • Fiambres y embutidos: jamón o pavo cocido, patés, salchichas, salchichón, chorizo, lomo, etc.
  • Otros: diferentes alimentos como el pan, numerosas salsas y pastillas de concentrados de caldo, sopas preparadas y algunas conservas de legumbres
  • Deben evitar cosméticos y productos de higiene personal con leche: Jabones y geles de baño, cremas y lociones hidratantes

¿Se revierte?

Para finalizar, el especialista especificó que generalmente mientras más estricta sea la dieta, más rápido se revierte la alergia. Cabe aclarar que en otros casos puede perdurar durante años. “Generalmente a los niños de uno o dos años se le vuelven a realizar los estudios correspondientes para corroborar si continúa siendo alérgico o no”.

Existen foros y páginas donde mamás comparten sus experiencias y se «dan ánimos» entre sí para superar el tiempo que les lleve realizar las dietas estrictas ya que no es fácil convivir con tantas restricciones. Siempre es bueno abordar la problemática desde un grupo profesional interdiciplinario y porque no compartirlo con otras familias que estén en la misma situación.