Una serie de fotos tomadas con un celular, que fueron enviadas en forma anónima, muestran que cuando el cuerpo de Franco Casco fue recuperado en el río Paraná, tenía cuerdas atadas en su brazo y pierna izquierda. Dichas fotos corroborarían la teoría de la querella que apunta a que el cuerpo del joven fue fondeado en el río luego de ser asesinado en la comisaría séptima.

Dichas fotos habrían sido tomadas por un miembro de la Prefectura Naval al momento de rescatar el cuerpo y fueron enviadas a los investigadores. Pero, según reveló el diario Rosario/12, las mismas fueron secuestradas en una de las computadoras que la misma fuerza tenía en la sede de avenida Belgrano.

En declaraciones a la prensa, el abogado de la querella, Salvador Vera reveló que varios prefectos, incluído el jefe de la delegación local, serán indagados para esclarecer la cuestión. Cabe preguntarse si la misma suerte correrá la fiscal Mariana Prunotto

«Nosotros sostenemos que el cuerpo de Franco fue fondeado luego de haber padecido vejámenes y torturas en la seccional séptima, que acabaron con su vida. Esto se produjo con la sujeción de un contrapeso fuerte que mantuvo el cuerpo por debajo de la superficie», señaló Vera. Y explicó: «Normalmente, los cuerpos emergen luego de las 24 o 48 horas siguientes de estar en el agua. sin embargo el cuerpo de Franco estuvo más de 20 días en el agua. La autopsia reveló que estuvo al menos 15 días bajo superficie húmeda o acuoso».

Vera también señaló que la Prefectura Naval no rescató el cuerpo con sogas. Y manifestó que «se nota que es una atadura pre inmersión por las características de las mismas».

El letrado reveló a la prensa que luego de que las fotografías llegaran en forma anónima a los investigadores, se allanó la oficina de la Prefectura Naval, de la que también se secuestraron los teléfonos celulares de varios prefectos que intervinieron en el procedimiento.

La hipótesis del fondeo siempre fue sostenida por la querella, que señalaba que el joven había perdido la vida en la seccional séptima y y había sido arrojado al arroyo Ludueña. Dicha teoría partía de una serie de manchas de un lodo de característica oleosa que el cuerpo de Franco Casco presentaba, tanto en la zona del pecho como en el pantalón.

Franco Casco, oriundo de Florencio Varela, llegó a la ciudad de Rosario en octubre de 2014 a visitar a unos familiares. El 6 de octubre se despidió de los mismos y partió a tomar el tren para volver a su ciudad. Esa fue la última vez que fue visto con vida. Días después se conoció que había sido detenido por efectivos policiales y trasladado a la seccional séptima. Los uniformados aseguraron en su momento que Franco había sido puesto en libertad; pero esta versión le resultó sospechosa a la familia Casco, y decidieron realizar la denuncia ante el fiscal Guillermo Apanowicz quien según señaló Elsa Godoy –la madre del joven fallecida el año pasado– no les prestó atención. El 30 de octubre, cuando el reclamo de la familia había movilizado a organizaciones sociales, el cuerpo de Franco apareció flotando en el río Paraná, a la altura del Parque España.

Meses más tarde, el caso pasó al fuero federal y comenzó a investigarse como desaparición forzada de persona, expediente en el que la familia de Franco se constituyó como querellante.