Por Florencia Vizzi (texto y fotos)

Se habla de pobreza, de inclusión y exclusión, de adicciones, de personas en situación de calle, de analfabetismos, vulnerabilidad social, desocupación, inseguridad… Cada día esos temas recorren incansablemente los medios de comunicación y la consecuente agenda política.

Todos esos puntos encuentran un hilo conductor en la Casa Educativa Terapéutica (CET), de Granadero Baigorria, la primera del país en su tipo y  única en cuanto equipamiento e infraestructura, hoy, a punto de ser desmantelada.

casa_educativa_terapéutica_11_granadero_baigorria_-fvizziInaugurada a fines del año 2014, enmarcada en el programa Recuperar Inclusión, impulsado por el Sedronar, con el fin de recuperar, incluir y reinsertar socialmente a personas adictas en situación de calle o de alta vulnerabilidad social, por sus instalaciones han pasado más de 400 personas, de 16 años en adelante, muchos de los cuales han logrado reinsertarse, volver a la escuela, o llegar a ella por primera vez, conseguir trabajo, salir de la calle y apartarse de la delincuencia.

Belén

“Si nos cierran este lugar nos cortan las piernas”, dice mientras no deja de revolver un estofado que  inunda de un aroma bastante tentador toda la zona del comedor. “No está bien que nos hagan esto… estoy cocinando para darles una mano, porque las cocineras están viniendo menos… es una vergüenza que nos dejen sin la casa”.

Belén tiene 27 años, y reconoce varias adicciones: “Alcohol y cocaína, sobre todo, empecé con el alcohol y también pegamento… pastillas. Hace desde los 13 años que vivo en la calle. Pero ahora estoy mejor y en un par de semanas empiezo a trabajar”.

La joven tiene una bebé, de tan solo tres meses, que intenta dormir en una cuna ubicada en el centro de la sala, y lloriquea algo enojada porque se le cayó el chupete.

El trabajo del que habla Belén fue gestionado por la CET, una vez que comenzó a recuperarse. “Tenés que mirar las fotos, ahí vas a ver cuando fuimos de campamento, y también a Tecnópolis… yo nunca había ido a ningún lado de viaje, fue la primer vez. Fíjate las fotos”.

Las fotos de las que habla la joven están pegadas en afiches y carteles que decoran distintos rincones del lugar, como un sello de su paso por la casa, como un tipo de rúbrica que certifica “aquí fuimos un poco felices”.

Inclusión, adicción e inseguridad

casa_educativa_terapéutica_8_granadero_baigorria_-fvizziTal como explica Daniel, psiquiatra y coordinador del Área Terapéutica, «el esquema desplegado por la CET es un programa orientado a la inclusión, y orientado, obviamente, por lo terapéutico. Aquí no estamos hablando de consumidores ocasionales, o recreativos… estamos hablando de gente que consume para sobrevivir, para soportar su existencia y su realidad, estamos hablando – enfatiza el psiquiatra- de adictos pobres, excluidos de todos los lazos sociales, laborales, educativos, familiares, de todos los lazos que hacen a la vida en sociedad».

—¿La labor  que se realiza es integral?

—Dentro de la perspectiva terapeútica se piensa en la inclusión, no sólo se hace trabajo psicoterapéutico, tanto individual como grupal, sino que se hace la labor de tender las redes inclusivas… labor educativa, digital, institucional…Estamos hablando de gente que tal vez nunca ha ido a la escuela, ni ha pisado un cine, no saben lo que es un campamento, o a algún tipo de viaje… cuando comenzamos había en funcionamiento una unidad reinsertora para pensar el tema de la inclusión en lo laboral, buscando espacios para la gente que se va recuperando. Aparecieron algunos trabajos, hicimos algunas experiencia, también los nexos con las instituciones educativas, para que puedan terminar la primaria y la secundaria. También había una coordinación con el programa de alfabetización Yo sí puedo. Porque a veces, son consumidores, pero cuando la gente está tranquila y estudia, y  trabaja, ya no necesitan consumir. Claro que  para que eso funcione, hace falta continuidad, cuando esa continuidad se rompe, como está ocurriendo ahora… se desequilibra el trabajo hecho.

—¿ Como llega la gente a ingresar aquí?

—Bueno, las instituciones dan referencias nuestras, hospitales, centros de salud, etc.  Además está el 141 del Sedronar, si llamás para pedir ayuda, te mandan a la Casa Terapéutica. Pero también hacemos trabajo territorial, vamos a los barrios, recorremos las plazas y lugares dónde sabemos que la gente se junta, conocemos a los chicos de los barrios, hacemos actividades recreativas en función de difundir la labor que se hace acá en la casa, partidos de fútbol, etc.

casa_educativa_terapéutica_2_granadero_baigorria_-fvizziEl lugar es muy amplio y luminoso, cuenta con un pequeño gimnasio, un estudio de radio, una sala de computación con  30 máquinas, sala recreativa con consolas de juego y proyector para ver películas, dos habitaciones con varias camas, y un fondo gigante en el que funcionaba la huerta, el gallinero, y dónde se encuentran los panales de abejas para el Taller de Apicultura.

“Antes sembrábamos verduras, hortalizas y esas cosas y las usábamos para cocinar. Y también teníamos nuestros propios huevos. Ahora ya casi no queda nada, porque el Taller de Huerta no está funcionando», relata Daniel.

“Como dije antes, hay chicos aquí que nunca habían ido a un cine, nunca, no sabían lo que era eso. O ir de campamento, por no decir un club, una pileta, eran cosas totalmente desconocidas. Ese tipo de salidas son parte de la terapia, vamos en grupo al cine, hicimos campamentos en la isla y organizamos actividades en el Camping de Baigorria. Como nunca habían viajado, organizamos un viaje a Buenos Aires”.

Esas son probablemente,  las formas de la inclusión de las que menos se habla, pero tan fundamentales para construir una estructura de socialización como el hecho de comer diariamente y recibir afecto.

Las personas que pasan por la casa provienen de ámbitos diversos y situaciones muy complejas, no sólo desde la perspectiva de las adicciones, sino desde lo económico y familiar. Hay chicos (y no tan chicos) cuyas realidades son casi brutales, casos en los cuales, tal vez el consumo de sustancias es el menor de los males que sufren.

Reciben gente no sólo de Baigorria, sino de todo el cordón industrial, Bermúdez, San Lorenzo, Puerto San Martín, Timbúes y también de Rosario.

—¿La actual situación que están viviendo,  como se traslada a los pacientes? ¿como lo viven?

—Tiene un efecto directo -reponde Daniel, sin dudarlo- vemos muchas más recaídas. Porque el sujeto consumidor es un sujeto desalojado de su subjetividad, de su familia, de su historia… y acá está repitiendo esa situación de desalojo que ha sufrido. Entonces, recae en la delincuencia, en el consumo, porque se derrumba el alojamiento que lo contiene. casa_educativa_terapéutica_1_granadero_baigorria_-fvizziÉsta es una ecuación muy simple -señala el médico– la reducción de este lugar no sólo genera mayor consumo, sino que genera esto que tanto preocupa a la gente, que es mayor inseguridad. La verdad es esa, lo jóvenes y chicos andan por la calle y no tienen con qué. Muchas de las personas que recibimos aquí terminan cayendo en la delincuencia, porque para poder consumir hacen cualquier cosa.

Belén Weber, Técnica en Adicciones, quien integra el equipo terapéutico, cumple el rol de vitalizadora, que tienen que ver con la parte espiritual y de valores, remarca que «muchos de los pibes que tenemos acá están en la delincuencia, y por la sustancia hacen cualquier cosa. Hay que pensar que son adictos y además, la mayoría se trata de personas que no tienen nada, nada para perder».

Al hablar de las adicciones y que tipo de sustancias priman en el perfil de quienes pasan por la casa, la joven señala que: «En general, se trata de policonsumo.  Alcohol, cocaína… acá se consume  mucho lo que le dicen “alita de mosca”. Eso es cocaína cortada con anfetamina, y químicos varios, pura basura… es similar al “paco”, altamente adictivo. Lo que se cocina, se raspa de la olla en la que se prepara, y se obtiene unos pequeños cristales, semitransparentes, que son similares a las alitas de los insectos. Se consume por diferentes vías, oral, por los ojos…Es muy barato, pero necesitás más dosis para tener el mismo efecto que con otras drogas… más dosis, más dinero para conseguir».

Lucas Martinelli, quien coordina el Área de Deportes, explica que lo más problemático es la mezcla de alcohol y pastillas.

«Eso es lo más común, y es lo que más hay. Además, la mezcla del alcohol con pastillas es  lo que produce el efecto bien delictivo», interviene Daniel. «Porque produce el borramiento completo de la memoria, y el desconocimiento de lo que uno está haciendo. El que consume alcohol con pastillas al otro día no sabe lo que hizo, puede aparecer en la casa, o en una celda, y no tiene la menor idea de lo que pasó. Ha pasado que se encuentran en una celda y te dicen: “y no sé, hoy me encontré acá cuando me desperté, pero no sé como llegué”.

José Luis

José es uno de los mayores, aunque no está interesado en decir cuantos años tiene. Aunque podría calcularse que puede andar por los 45 o un poco más.

Mira insistentemente la cámara fotográfica de Conclusión y presta mucha atención en el momento en que se hacen las fotos.casa_educativa_terapéutica_7_granadero_baigorria_-fvizzi

«Yo consumo de todo, pero más que nada alcohol, cocaína también, pero sobre todo alcohol. Por suerte, me he ido recuperando, y desde que llegué acá estoy mejor. Además, conseguí un trabajo por las tardes, así que, puedo decir que me hizo muy bien. No se que va a pasar si nos sacan esto. Si lo cierran, no se… acá nos tratan muy bien, y mejoramos. Yo estoy mucho mejor».

Se distrae de la conversación y vuelve a mirar la cámara, y luego al lente, y luego a la cámara… Por fin, se anima y pregunta, mientras señala el objetivo:

—¿Ese qué lente es?

A partir de allí, y para sorpresa de quién escribe, entabla una conversación sobre cámaras y rangos focales.

«Es que yo era fotógrafo», explica. «Pero con las cámaras viejas, las de rollo. Hacía retratos, y fiestas… lo hice durante años. Tenía la ampliadora, todo…».

—¿Y que pasó? ¿Seguís teniendo los equipos?

—No ya no, no me quedó nada, perdí todo. Después que murieron mis padres, perdí mi familia, tuve que empezar a vender cosas, y terminé perdiendo todo, todo… Ojalá no me toque perder esto también- dice, casi en un susurro, mientras señala a su alrededor.

La situación actual

La CET abrió sus puertas con un equipo de alrededor de 40 personas, entre los que se contaban  el Área Terapéutica, integrada por psiquiatras, psicólogos, enfermeros, técnicos en adicciones, nutricionistas y trabajadores sociales, y las áreas de Deportes, Talleres y Logística.

casa_educativa_terapéutica_3_granadero_baigorria_-fvizziLa casa funcionaba de 8 a  20 de lunes a viernes y de 8 a 14 sábado y domingos. A los que no podían llegar por sus propios medios o por determinadas razones, se los pasaba a buscar.

Desayunaban, y se abocaban a trabajar en los talleres y las terapias. Luego se les daba el almuerzo, y después de comer, tenían una hora y media de recreación, en la que algunos aprovechaban a dormir o mirar una película o jugar con la WII.

Luego se retomaban las actividades, hasta las 20, salvo aquellos que empezaron  la escuela o consiguieron trabajo. Para los que no tenían, se preparaban viandas para que se lleven y no pasen la noche sin comer.

Lucas Martinelli relata como están las cosas hasta el momento:

«El 31 de diciembre se vencieron los contratos de casi todos los que trabajamos aquí. Contratos bastante precarios, por cierto. Este año se cayeron los convenios que tenía el Ministerio de Planificación Social con universidades de todo el país, que nos contemplaba a todos los que no dependíamos del Ministerio de Salud o del Sedronar (la mayoría). Al disolverse Planificación, se suponía que íbamos a pasar al ministerio de Modernización, y ahí, en teoría, todo iba a reestructurarse y ordenarse, y traer más tranquilidad».

—¿Eso no fue así?

—Todo lo contrario. Al caerse los convenios, y como está el estigma que nos han puesto de que «somos todos ñoquis», nos hicieron un contrato por tres meses (febrero, marzo y abril). Y se suponía que entre marzo y abril, iban a venir a hacer una inspección y ver como se trabajaba. Nosotros nos quedamos tranquilos, dijimos: Listo, van a venir a auditar, van a ver todo lo que estamos haciendo y vamos a seguir. Pero, a pesar de que las auditorías estuvieron por toda la zona, y de que visitaron todos los dispositivos, a este no vino nadie. Nos llamaron y nos dijeron: Miren que no vamos a ir. 

«Además –explica Daniel– es importante aclarar que, de esos contratos por tres meses, de los cuales ni siquiera nos devolvieron la copia firmada, sólo nos pagaron febrero, no quisieron recibir la facturación de abril y nos devolvieron la de marzo. Por lo cual, hace dos meses que la mayoría del personal está sin cobrar».

El grueso de trabajadores de la casa, tiene un contrato de monotributistas, y muchos de ellos con monotributo social, que es el más básico de todos. En la actualidad, sólo quedan 4 médicos de los 8 que eran al principio, y son los únicos que están cobrando, ya que algunos sueldos los cubre al municipalidad y otros el ministerio de Salud y el Sedronar. El resto del personal, los que quedan, además de no percibir remuneraciones desde febrero, no tienen contratos, ni idea de lo que va a pasar al día siguiente.

«Nadie nos dice nada, ni que sí, ni que no. Además, cambian los referentes permanentemente, cada vez que llamamos a Buenos Aires, nos dicen, mirá que yo no estoy más en el área y nos dan el nombre de otro. Así, semana a semana, hablamos con interlocutores que no tienen idea de lo que está pasando», relata Daniel.

Por su parte, Lucas explica que «en algún momento, cuando todo esto comenzó, nos dijeron si queremos mantener el lugar y nuestra intención es seguir con el programa, pero en su momento, cuando les planteamos el cómo, nos explicaron que no va a haber ningún tipo de mejora, ni de recursos, ni salarial, ni de ningún tipo.  Entonces el discurso es uno, pero el accionar es otro».

La CET ha pasado a trabajar sólo de lunes a viernes de 9 a 12.  El personal médico específico se ha reducido a la mitad, y el resto de los trabajadores del lugar van «ad honorem» cuando pueden, siempre esperando que la situación se normalice en algún momento.

casa_educativa_terapéutica_12_granadero_baigorria_-fvizzi«Lo peor -señala Daniel- es que ni  siquiera recibimos becas del Sedronar. El organismo tiene becas que les otorga a otras ONG para brindar tratamientos contra las adicciones, y  nosotros, que somos un organismo propio, del Estado, totalmente gratuito, pensado para gente de escasos o ningún recurso, no recibimos absolutamente nada. En ese sentido es como un desdén del Sedronar hacia nosotros. Porque, si le pagás un importante monto a una persona para que haga un tratamiento en una institución privada ¿cómo no se lo das a una institución pública, estatal y propia?».

«Todos nos dicen: ‘si, yo los apoyo, pero no tengo plata’ -dice Lucas, con un gesto de desaliento- Estamos solos. Hablamos con el intendente, y le pedimos que hable con otros intendentes de la zona. También estuvimos con Mónica Liborio, que es la directora de la nueva Agencia de Prevención del Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones, y de la cámara de diputados de la provincia, hemos tenido conversaciones con Rubeo, Bermúdez y Cavallero, quienes presentaron un escrito solicitando que la provincia se haga eco de esto y nos de alguna solución. Pero hasta ahora, nada ha pasado».

«El pelado me salvó la vida», o la importancia de los afectos

Lo que recalcan una y otra vez quienes trabajan en la CET es que todo lo que allí se realiza, es un proceso, lento e integral, y que tiene que ver con la reducción de daños. casa_educativa_terapéutica_13_granadero_baigorria_-fvizziPor lo tanto, sin continuidad, no hay forma de que funcione.

«Ellos mismos nos dicen: ‘así no me sirve'», cuenta Belén Weber, mientras mantiene apoyadas las manos en una incipiente panza que delata su condición de futura mamá, aunque se muestra más preocupada por la continuidad de la CET que por su presente laboral.

«Cada uno de nosotros tenemos un rol definido e importante,  y no puede ser reemplazado por otra persona», remarca la joven. «Chofer podemos conseguir miles, pero no Lucas, porque él conoce a cada uno de los pibes que vienen, sabe el nombre de cada uno y conoce a las familias y a los amigos.  Él los va a buscar por la mañana, en la camioneta, y es él el que sabe dónde encontrarlos si no están en la casa, o en que plaza pueden haber estado pasando la noche, porque estamos hablando de gente que está en situación de calle. Y si no los encuentra, sabe a quién hay que preguntarle para averiguar dónde ir a buscarlos».

La voz de la joven se quiebra momentáneamente, y sonríe:  «Lo mismo pasa con los cocineros. Uno tuvo que dejar de venir, Fernando, porque tiene familia y tiene que trabajar en otro lado. Se tomaba dos colectivos para venir. Lo mismo pasa con todos».

Y agrega: «Este es un lugar muy familiar, aquí los chicos cuando llegan, se ponen la pava para desayunar, y acá los encuentra Silvia, que es la cocinera que quedó… y a esa hora están también las chicas de limpieza, que vienen a las 6 de la mañana, así que cuando llegan la casa está impecable… Ya te digo, todo esto tiene mucho de familia, esta cosa de llegar y encontrarla a Dorita cantando, y organizando las cosas… y lo ve a uno que está desabrigado, y le dice: «uh mirá, te viniste sin buzo», y va y le busca una campera, y le prepara el desayuno caliente… esto es como llegar a tu casa y encontrar a tu familia, que se preocupa por vos».

casa_educativa_terapéutica_9_granadero_baigorria_-fvizziBelén enfatiza la importancia del vínculo que se construye: «Eso es lo que hace que ellos vuelvan».

Daniel afirma: «Por supuesto, con todas las personas que trabajan aquí hemos hecho capacitación interna, para poder trabajar con adictos y gente en esta situación», a lo que la Técnica en Adicciones agrega que «obviamente al principio no fue fácil, es difícil para la gente de la limpieza o de la cocina que no tenían trato con estos pibes, entender a veces las reacciones que tienen… sin embargo, eso se logró. Acá se logró, por eso digo que el vínculo es tan importante. Fue todo un proceso, de nosotros hacia ellos y de ellos hacia nosotros, por eso la cuestión del vínculo que construimos es tan fundamental».

Se miran entre ellos y recuerdan al «Pelado». «El profe, el Pelado, como ellos le dicen, es un padre -relata la joven- es la figura paterna en la casa, porque está con las  gallinas, con las abejas, con las palomas, se saca las medias que tiene puestas y se las da a los pibes que vinieron descalzos…Uno de ellos, que todavía sigue viniendo a pesar de todo siempre dice: «Yo le debo la vida al pelado, porque fue tantas veces a la esquina a buscarme, ¡tantas veces!… es el único que me insistió para que venga, al único que le importó… Y es eso- agrega- no es un trabajo, creemos profundamente en esto, Por eso le ponemos esa cuota, ese plus de amor, y eso, eso no se reemplaza con nada».

Durante la recorrida por la casa, se escucha la conversación de los pocos chicos que hay. Ellos mismos aclaran que «siempre son un montón, pero con todo lo que está pasando, la mayoría está dejando de venir». Están armando unos afiches, para ir a protestar frente a la municipalidad. Escriben: «Si al derecho a un tratamiento digno». Cocinan y conversan un poco. La bebé duerme. El olor a salsa inunda todo. A pesar del amor, y de lo sólida que parece, la casa, en el fondo, tambalea. No deberían dejarla caer.