Por Gisela Gentile

El acceso rápido a cualquier material en las redes, la presentación de los cuerpos como objetos de deseo, el lenguaje cotidiano de ciertos temas, crea un pensamiento imaginario que la sociedad habla de sexo. Pero, ¿realmente estamos hablando de sexualidad o de sexo?¿ Creemos conocer sobre el tema o tocamos de oído según lo que nos cuentan?

Carlos Soto Payva es médico sexólogo y a lo largo de su carrera ha tratado de hablar con simpleza y propiedad sobre temas que muchas veces son mal abarcados o simplemente se ignoran. La distorsión de los mismos se viene dando generación tras generación.

Conclusión dialogó con el profesional para conocer en profundidad que es la sexología, y como ha crecido la demanda en consultas sobre esta temática de la salud.

La problemática de no poder hablar de sexo y sexualidad, está ligado a la historia, y especialmente a una etapa particular, “hay que remontarse al Medioevo, es allí donde se produce el gran oscurantismo. En una época donde la mayoría de la población era analfabeta y los conocimientos se trasmitían desde lugares muy particulares. Los textos los traducían los copistas, o sea que los que escribían y leían eran los monjes. De esta manera censuraban textos clásicos maravillosos según su conveniencia”, sostuvo el médico.

“La sexualidad siempre tuvo inconvenientes de acuerdo a la religión, geografía y a la época, desde entonces no han cambiado muchas las cosas. Teatralmente hablando, podemos decir que  varían las escenografías y vestuarios pero sigue siendo difícil hablar de sexo”.

“Por lo general la gente cuando habla de sexo lo asocia a lo genital, focalizando donde está el cuerpo. Si bien es biológico, cuando hablamos de sexualidad hablamos de algo mucho más amplio, ya que no es cuantificable con una imagen o un trazado. Como decía Sigmund Freud, nace y muere con nosotros, atravesando etapas, logrando una genitalidad adulta o quedar trabado o regresar en algún momento a alguna de ellas”, indicó.

Carlos Soto Payva fue tajante al sostener que es fundamental diferenciar ambos conceptos para comprender aún más de qué hablamos, “sexo es lo biológico, lo que nos diferencia de ser hombre o mujer, en cambio la sexualidad es lo que nos constituye como personas, lo que nos posibilita socializar, hacer vínculos y sentirnos de tal o cual manera”.

La religión a lo largo de los años ha colocado diferentes trabas relegando y censurando temas completamente naturales. En donde hablar de tal o cual cosa pasa a ser un tema de moral, “es interesante analizar con que tranquilidad uno va a ver un cardiólogo, un gastroenterólogo o traumatólogo, pero no a un sexólogo. La postura de los pacientes es otra, y muchas veces se concurre con muchos más miedos y de manera tímida”.

El recorrido de los temas tabúes arrancan en la infancia y se continúan en el tiempo.“Desde niños se aplican denominaciones a los genitales para no nombrarlos, y no sólo se censura con el dedito acusador diciendo eso “no se hace “o “no se toca”, sino que al no hablar también lo hacemos. Todos educamos sexualmente, la familia, el médico, la maestra, la profesora, todos lo hacemos ya que cuando los niños preguntan debemos responder. En cada etapa la respuesta será dada de diferente manera, sin incurrir en contestaciones de índole técnico sino algo natural y simple”.

Las redes e internet cumplen un papel trascendental y es aquí donde los padres deben estar atentos, “es fundamental poner la oreja, escuchar y hablar con nuestros hijos, ya que si no lo hacemos, buscarán respuestas en otro sitio. En cuanto ponen “sexo” en el teclado, baja toda la pornografía existente, y cuando no se tiene experiencia previa se toman como reales situaciones violentas. Una consecuencia de esto puede ser llevar a la práctica violencia sexual hacia las mujeres”.

La sociedad patriarcal ha instaurado muchas situaciones masculinamente necesarias como la pornografía. Logrando tener una imagen tan distorsionada de la realidad que lleva, en muchos casos, a no poder disfrutar sexualmente de los actos propiamente dichos, “se muestran cánones de bellezas actuales que inhiben si uno no posee esas características de “cuerpos perfectos”. Y  también hacen creer q se puede aguantar el goce o recibir maltratos del otro para hacer todo lo que vemos, y eso es sumamente violento”.

Resulta necesario que se aplique la ESI (Educación sexual Integral), ya que la ley nacional 26150 garantiza política pública en torno a este tema trascendental para la sociedad.“Hace años que está y no se aplica en todas las escuelas, he sido convocado para dar charlas en secundarias y primarias, pero realmente una clase perdida no sirve de mucho, debe implementarse en módulos progresivos.  De alguna manera los docentes esquivan este tema, porque en su currícula no hay una preparación para responder los interrogantes de los alumnos. Mi pregunta es ¿Quiénes forman en educación sexual? Antes de sacar la ley deberían haber procurado este punto fundamental”, enfatizó el doctor.

Actualmente la sexología no es reconocida ni por el Colegio de Médicos, ni Psicológicos como una especialidad, “en mis inicios he tenido que explicar que significaba la misma, no sólo a los pacientes, sino también a mis colegas. A medida que fueron pasando los años esto fue cambiando y muchas veces se trabaja en conjunto”.

En cuanto a  quienes concurren al consultorio de un sexólogo, Soto Payva  reflexionó: “Al principio era por curiosidad, pero en los últimos tiempos, la palabra sexología ha tenido un auge importante  y muchas pacientes recurren por iniciativa propia. Muchos de ellos son jóvenes y también personas grandes que sienten la necesidad de hablar de ciertas cosas. En primera instancia van solos y según lo que se deba tratar, se realizan consultas con la pareja o no, en etapas y con diferentes procedimientos, dependiendo de cada caso en particular”, concluyó Soto Payva.