MIéRCOLES, 27 DE NOV

Candidato a presidente catalán promete trabajar «sin descanso» por la independencia

El discurso provocó la reacción inmediata del gobierno español, encargado de controlar la región desde la fallida declaración de independencia del 27 de octubre y el cese del expresidente Puigdemont y su ejecutivo.

El Parlamento catalán inició este sábado el debate para investir como presidente al editor independentista Quim Torra, que se mostró fiel a su antecesor exiliado Carles Puigdemont y prometió trabajar «sin descanso» para construir una república independiente de España.

El duro discurso provocó la reacción inmediata del gobierno español de Mariano Rajoy, que controla directamente la región desde la fallida declaración de independencia del 27 de octubre y el cese del ex presidente Puigdemont y su ejecutivo.

En un contundente e inusual comunicado, lo acusó de articular un «discurso frentista», «sectario y divisorio, renunciando a gobernar para el conjunto de los catalanes y alentando las tensiones» y le advirtió que responderá ante «cualquier vulneración» de la ley.

Este editor y abogado de 55 años, novel en política, fue designado por Puigdemont para asumir «provisionalmente» la presidencia después de que la justicia y el gobierno español impidieran durante meses su reelección al encontrarse en el extranjero y pendiente de un proceso de extradición.

«Quiero dejar claro que nuestro presidente es Carles Puigdemont», puntualizó apenas empezar su discurso ante la cámara, dejando abierto un retorno del anterior líder si su situación judicial lo permite.

«Construir un Estado independiente» 

Pero mientras, prometió cumplir el encargo recibido: reanudar el proceso lanzado con el referéndum ilegal del 1 de octubre y la proclamación de una república, abortado por la intervención de Rajoy que cesó a Puigdemont y disolvió el Parlamento.

La rica región de 7,5 millones de habitantes pasó bajo control de Madrid y los responsables del intento de secesión, con Puigdemont al frente, fueron procesados por la justicia por rebelión y otros delitos.

Nueve de ellos fueron encarcelados y otros siete marcharon al extranjero, entre ellos Puigdemont, detenido a finales de marzo en Alemania y pendiente de un proceso de extradición.

Estos antecedentes no amedrentaron a Torra, que prometió ser leal al mandato de «construir un Estado independiente».

Cuando se forme gobierno y se levante el control de Madrid sobre la región, «ya no tendremos ninguna excusa para no trabajar sin descanso para la República», aseguró.

Según anunció en su discurso, su gobierno recuperará algunas leyes catalanas suspendidas por la justicia española, reestablecerá la red de «embajadas» para promover la causa independentista cerradas por Madrid e iniciará los trámites para redactar la futura constitución catalana.

Pero también reclamó diálogo al gobierno español y a la Unión Europea, a quien urgió a mediar en este conflicto. «¿Hablamos señor Rajoy? (…) Nosotros estamos dispuestos a dialogar mañana mismo», dijo en español.

Resultado incierto

Aunque los independentistas controlan la cámara regional, la investidura de Torra no está garantizada: este sábado difícilmente será investido porque necesita ganar por una mayoría absoluta de la que no goza.

Dispondrá de una segunda oportunidad el lunes en la que será suficiente una mayoría simple todavía incierta.

Con 66 apoyos de los dos grandes partidos independentistas y 65 votos contrarios de la oposición, depende de los cuatro diputados del partido separatista más radical, el anticapitalista CUP, que reclama un programa rupturista hacia la secesión.

Si se abstienen, Torra será presidente. Si votan en contra, fracasará y los independentistas deberán buscar una solución antes del 22 de mayo, cuando si no hay un nuevo gobierno se convocarán otra vez elecciones.

A pesar de obtener la mayoría absoluta del Parlamento regional en las elecciones de diciembre, con 70 escaños sobre 135, los independentistas no consiguieron formar gobierno al escoger candidatos exiliados o encarcelados.

Después de meses insistiendo en recuperar su «legítimo» cargo de presidente catalán incluso contra el criterio de su partido conservador PDECAT, Puigdemont delegó en Torra pero promete mantener un papel activo como una especie de presidente en el exilio.

La radicalidad de Torra y Puigdemont, del grupo parlamentario Juntos por Cataluña, contrastan con la creciente moderación de los dos grandes partidos independentistas, el izquierdista ERC y el conservador PDECAT, partidarios de rebajar la tensión y evitar más problemas judiciales.

Todas estas sensibilidades convivirán en el futuro gobierno regional. «Será un gobierno partido, pueden haber líos, puede haber broncas…», advierte el politólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona, Oriol Bartomeus.

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