Por Pablo Bloise

Ciento cuarenta y cinco días han pasado desde que el rosarino Manuel Brunet se encontró con Agustín Mazzilli en el arco de Bélgica, luego de que este último haya empujado esa bocha que decretó el 4-2 y con la que Argentina se metió para siempre en la historia del hockey mundial al conseguir la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Si bien el rosarino le confió a Conclusión que colgarse la medalla dorada es «lo más lindo y gratificante que le puede pasar a un deportista”, la cosa no termina ahí. Con su humildad característica y su claridad a la hora de enfrentar los micrófonos, Brunet se mostró un tanto preocupado por el presente del hockey, tanto a nivel local como nacional.

Además, aseguró que si él se hubiera formado en el hockey de hoy, “no hubiera llegado a ser lo que soy”; pidió que los dirigentes “aprovechen” el éxito que tuvo el seleccionado y agradeció haber sido formado en un club que mantiene “valores que hoy no abundan”.

Ya pasaron varios meses desde que ganaron la medalla. ¿Qué sentís hoy?

—Exactamente lo mismo. Lograr la medalla de oro es algo único para un deportista. Y así lo sentimos todos. Fue un año increíble, con sensaciones que jamás voy a olvidar. La verdad que veníamos trabajando mucho para conseguirla. Ya se había dado un paso importante con el bronce en la Copa del Mundo de 2014, y a partir de eso no paramos de crecer y de creer cada vez más en nosotros.

 

¿Qué análisis hacés del presente del hockey a nivel nacional?

—Creo que hay muchísimas cosas por mejorar, y hay que hacerlo cuanto antes. Es muy importante que se recuperen valores que se han olvidado. Hoy en día se priorizan otras cosas y creo que no se está yendo por el camino correcto.

¿A qué te referís?

—Simplemente a que hoy en día parece que lo único que importa son los resultados. Están todos desesperados por que un nene de séptima división salga campeón, en lugar de aprovechar esa edad que es tan importante para el aprendizaje.

Imagino que vos creciste en otro ambiente…

—Por supuesto que sí. Por suerte me tocó aprender de enormes entrenadores, que me han inculcado valores fundamentales y han puesto a la enseñanza por encima de todas las cosas. Gracias a eso, hace unos meses, me colgué una medalla en Río. Si yo hubiera nacido en el hockey de hoy, no hubiera logrado lo que logré.

¿En Rosario se sigue el mismo rumbo?

—Lamentablemente sí. Yo tuve la suerte de crecer en un club que siempre priorizó esos valores. Pero lo cierto es que es un denominador común. Ojalá cambie.

¿Y por qué no se cambia?

—Todo depende de los dirigentes. Yo espero que tengan la sabiduría de aprovechar este éxito. Y si no la tienen, por lo menos que tengan la delicadeza de llamarnos a nosotros, los jugadores. Hay algunos que hace muchísimo tiempo que jugamos en Europa y podemos trabajar en conjunto para mejorar métodos de entrenamiento y aprendizaje.

Más allá del logro individual, te seguís preocupando por el futuro del deporte que amás

—Por supuesto. Tampoco estoy diciendo que yo sea la solución. No estoy ni cerca. Pero creo que con la experiencia que pude adquirir durante todos estos años puedo dar una mano. Todos queremos que Argentina se mantenga en la elite mundial del hockey. Para eso, tienen que seguir saliendo buenos jugadores. Es por eso que resalto lo fundamental que es el rol de los clubes. Tenemos que apuntar todos para el mismo lado y mejorar ciertas cosas.