Brasil debería anunciar el jueves datos de crecimiento positivos en el primer trimestre de 2017 después de dos años de recesión, pero la noticia difícilmente borrará la incertidumbre que se apoderó de los mercados a raíz de la crisis que acecha al presidente conservador Michel Temer.

La tormenta política, desatada hace dos semanas a raíz de la investigación por presunta corrupción contra el mandatario, enfrió también el optimismo sobre recortes más acentuados de la tasa de interés en la reunión del Banco Central (BCB) que concluirá el miércoles.

El instituto de estadísticas IBGE debería anunciar un incremento del Producto Interno Bruto (PIB) de 0,9% en el primer trimestre del año respecto al trimestre anterior, aunque con una contracción de 0,3% con respecto al mismo periodo del año pasado, según la estimación promedio de 20 analistas e instituciones consultados por el diario económico Valor.

Este sería el primer resultado positivo del PIB desde fines de 2014, cuando el país entró en el peor ciclo recesivo de su historia, con una contracción económica de 3,8% en 2015 y de 3,6% en 2016.

Temer no dejará de festejar el dato como prueba de que sus ajustes, por muy impopulares que sean, están dando resultados. Pero difícilmente su entusiasmo será contagioso en un ambiente dominado por las denuncias de corrupción que pesan en su contra desde la divulgación de una grabación en la que parece dar su aval al pago de un soborno.

El anuncio se verá seguramente opacado, además, por la divulgación el miércoles de los datos del desempleo récord, que ya afecta a 14,2 millones de brasileños y que debería subir dos décimas, de 13,7% a 13,9%, según la proyección de Gradual Investimentos.

Las denuncias de corrupción dentro del megafraude a Petrobras tienen en la mira a los principales ministros de Temer y a decenas de legisladores de prácticamente todos los partidos.