Bob Dylan, laureado con el Nobel de Literatura, fue el gran ausente en la entrega de premios de este sábado, que tuvo lugar en Estocolmo para las disciplinas científicas, de literatura y economía, y en Oslo, en el caso del de la Paz, concedido al presidente colombiano Juan Manuel Santos.

En la Konserthuset donde la Fundación Nobel organiza cada año una suntuosa ceremonia, los nuevos laureados presentes recibieron de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, una medalla de oro y un diploma.

Galardonado con el premio Nobel de Literatura, Bob Dylan, leyenda viva de la música estadounidense, se excusó por no acudir aludiendo a «otros compromisos».

Dylan no estaba presente para pronunciar el discurso de agradecimiento, cosa que hizo en su lugar la embajadora de EEUU en Suecia Azita Raji, pero aseguró que estaba «totalmente en espíritu» y que se sentía honrado por haber recibido «un premio tan prestigioso».

Recibir el Premio Nobel de Literatura era algo «que nunca habría podido imaginar, ni verlo venir», aseguró Dylan y recordó que desde pequeño ha «leído y absorbido» las obras de «gigantes de la literatura» como Rudyart Kipling, George Bernard Shaw, Thomas Mann, Pearl S. Buck, Albert Camus o Ernest Hemingway. «Que ahora yo me una a semejante lista de nombres realmente va más allá de las palabras», afirmó el cantautor.

«Si alguien me hubiera dicho que tenía la más mínima oportunidad de ganar el Premio Nobel, habría pensado que tenía las mismas que de estar en la luna. De hecho, en el año en que nací (1943) y en otros después nadie en el mundo fue considerado lo bastante bueno para lograrlo». Sin embargo, «ni una sola vez he tenido tiempo de preguntarme: ‘¿son mis canciones literatura?», aseguró Dylan, quien agradeció a la Academia Sueca «por tomarse el tiempo de considerar esa cuestión tan concreta y, en última instancia, por dar una respuesta tan maravillosa».

El nuevo premio nobel señaló que sus canciones, que «son el centro vital de casi todo», parece que «han encontrado un lugar en la vida de mucha gente en muchas culturas diferentes» y está agradecido por ello.

Para paliar su ausencia, la cantante Patti Smith, gran admiradora de Dylan, interpretó una de sus canciones más célebres, «A Hard Rains A-Gonna Fall».

Con la voz entrecortada por la emoción, la cantante tuvo que detenerse un momento, pareciendo buscar las palabras, antes de excusarse y proseguir con el tema, apoyada por los aplausos de los 1.500 invitados, entre académicos, políticos y empresarios, que asistían a la ceremonia.

«Una bofetada» criticó la editorialista Lena Mellin del diario Aftonbladet. «Cualquier persona que haya recibido un premio, aunque sea el del vecino más simpático de la escalera, sabe que lo mínimamente educado es venir a recogerlo», añadió.

Según la Fundación Nobel, el premio de Literatura le será entregado a Dylan en 2017, en un país a determinar.

Entre los presentes en Estocolmo, el británico David Thouless, receptor del premio Nobel de Física y decano de los laureados, fue el primero en entrar en escena seguido de Duncan Haldane y Michael Kosterlitz, sus compatriotas también premiados.

El francés Jean-Pierre Sauvage, el británico Fraser Stoddart y el holandés Bernard Feringa, premiados con el Nobel de Química les siguieron y después llegó el japonés Yoshinori Ohsumi, para el premio de Medicina.

Cerraron el desfile el anglo-estadounidense Oliver Hart y el finlandés Bengt Holmström, Nobel de Economía.

El himno nacional sueco sirvió para concluir la ceremonia.

El Nobel de la Paz, el único entregado en Oslo por deseo expreso de Alfred Nobel, había sido entregado horas antes al presidente colombiano Juan Manuel Santos.

Además de la medalla y el diploma, cada Nobel incluye un cheque de ocho millones de coronas suecas (algo más de 824.000 euros), a compartir entre los co-premiados.