A una década de haber dejado Buenos Aires para volver a su tierra, el trovador rosarino Adrián Abonizio volverá fugazmente a Capital para compartir el 21 a las 21.30 con Sergio Sainz y Rodrigo Aberastegui el penúltimo «Sábado de Abasto», el ciclo de música popular que tiene por sede al Teatro del Viejo Mercado, Lavalle 3177, Capital.

Aunque la considera su «segunda casa», el autor de clásicos de la canción que se popularizaron en la voz de Juan Carlos Baglietto como «El témpano», «Mirtha, de regreso» y «Dios y el diablo en el taller», por citar solamente algunos, afirma que la fascinación por Buenos Aires «es solamente por los brillos y un poco de locura por el poder mostrarse».

En un reportaje con Télam, Abonizio considera que «necesitamos que se organice y distribuya el centro de emisión y recepción de la cultura que está en Buenos Aires, pero ya se sufre menos: mucha gente se está agrupando en su lugar y ya no anhela llegar a la Meca. El resto es trabajo y fe».

Guitarrista, compositor, cantante, escritor y cronista, el músico ostenta una obra donde la observación convive con el lirismo y la belleza se arrastra por superficies rugosas.

A distancia de esa usina creativa que nutrió el repertorio solista de Baglietto, que se expresa en un puñado de álbumes propios que publica desde 1984 («Abonizio», «Los años felices», «Todo es humo», «Cualquier tren a ningún lado», «Extraño conocido» y «Tangolpeando»), en colaboraciones y en un cancionero que ha incorporado natralmente el tango, el creador, de 58 años, atribuye semejante obra a «las ganas de decir».

«Me dan ganas de expresar ‘acá estuve yo, júzguenme como quieran’. Y capaz que hasta son felices de encontrarse a sí mismos en las palabras de otro. Eso es una necesidad de trascender más allá de cualquier cosa terrenal», confiesa.

-¿Cómo definirías la sociedad artística que sostenés con Sergio Sainz y Rodrigo Aberastegui?

-Como un buen ejemplo de democracia: todos componemos, todos escribimos, todos cantamos. No pasa por un solo tipo, así que es un equilibrio que hay que saber sostener.

-Con distinto grado de protagonismo, ambos trabajaron contigo en «Cualquier tren a ningún lado» y «Tangolpeando» ¿por qué se eligen como cómplices para sonar juntos?

-Porque para mí son mejores que yo y ayudan a lo rudimentario de mis composiciones. Y segundo la calidad humana

-¿Están trabajando en un nuevo disco de canciones?

-Sí, se llama «Embarcaciones» y es un típico -hasta ahora- álbum doble con un cancionero rural y citadino influido por músicas rioplatenses, brasileñas, tangueras, folclóricas, beatleras. En fin, el collage típicamente rosarino que conocemos bien.

-¿»Tangolpeando» fue el primer gesto de una trilogía tanguera? ¿Cómo sigue ese trabajo?

-Estamos haciendo el par que falta, ambos a la vez. Temas inéditos en formato guitarrístico clásico tangueril y otro entre orquesta típica y un toque de Jimy Hendrix, si se permite el atrevimiento, pero es una osadía que fluye naturalmente.