Miles de fieles participaron el miércoles 8 de mayo de la procesión por el Día de la Virgen de Luján, la Santa Patrona de la Argentina, que incluyó además un mensaje del papa Francisco desde el Vaticano. Allí, el obispo Jorge Scheining, a cargo de la arquidiócesis Mercedes-Luján, sostuvo que «la Virgen es un regalo de Jesús. Una realidad en el mundo: la presencia de María con tantos nombres o apodos. No hay lugar donde María no esté».

Scheining agregó «tenemos este Don, este regalo de María Luján que quiso quedarse acá para siempre. Está en nuestra casa». Asimismo, el sacerdote remarcó que «tenemos que ser fuertes y decir basta a la crueldad, basta la brutalidad, basta la grosería”. Repitió “necesitamos también pedir y exigir a los que nos gobiernan basta de brutalidad».

Unas horas antes, y en la tradicional audiencia de los miércoles realizada al aire libre en la plaza San Pedro, el Santo Padre hizo colocar una imagen de la Virgen de Luján. Francisco expresó: «Pidamos por la Argentina, para que el señor la ayude en su camino. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide».

Precisamente, esa venerada imagen -una modesta figura de apenas 38 centímetros- es objeto de devoción y peregrinaciones desde el tramo final del siglo XVIII.

Desde la inauguración del primer santuario en 1763, esta advocación mariana se convirtió en un símbolo de fe y esperanza para millones de fieles, no solo de Argentina, sino también de Uruguay y Paraguay.

El Día de Nuestra Señora de Luján no solo es una ocasión para celebrar la fe, sino también para reflexionar sobre el profundo significado de la devoción mariana en la cultura y la historia de la región.

En 1630, dos imágenes de la Purísima Concepción de María, traídas desde Brasil, llegaron al puerto de Buenos Aires y desde allí emprendieron viaje a Santiago del Estero; sin embargo, en el camino, las carretas que las transportaban detuvieron su marcha a orillas del río Luján.