Todo indica que en Europa se está gestando un escenario de guerra, que coincide con profecías de diversos místicos y santos, quienes adelantaron cómo actuará Dios ante una invasión.

Las profecías católicas aseguran que Rusia –que fue definido en las apariciones de Fátima como el regulador del castigo al mundo– invadirá a Europa Occidental en una acción rápida. Esta empresa será apoyada por países del norte de África y por grupos que hoy viven en Europa Occidental.

La guerra en Ucrania sería el germen –tal como lo dicen las profecías– de la futura invasión de Rusia a Europa Occidental. De hecho, este desenlace parece estar siendo alentado por los constantes ataques que sufre el país que preside Vladímir Putin, especialmente desde Francia.

Cabe destacar que el presidente francés, Emmanuel Macron, se ofreció a dotar a Ucrania de armas, lo que podría entenderse como una provocación a Rusia.

Por otro lado, se cree que la guerra en la Franja de Gaza entre Israel y Hamas podría extenderse pronto al Líbano, escalando a un conflicto entre Israel y Hezbollah. Pero lo más importante es que, por primera vez en siglos, parece que los sunitas y chiitas están llevándose bien: la unión de los musulmanes es, sin dudas, uno de los hitos de este escenario.

Pero, además, Europa está teniendo un problema cada vez más grave con los migrantes, quienes, lejos de incorporarse a la cultura del “Viejo Continente”, buscan reemplazarla por sus propias creencias.

Este escenario –que se caracteriza por una Europa cada vez menos cristiana– fue profetizado por varios místicos, entre ellos María Julia Jahenny, quien había dicho que habría una revolución dentro de la iglesia, que se rebelará contra el magisterio y dará independencia a cada Conferencia Episcopal en todo el mundo. El Papa perderá su jurisdicción, aunque seguirá siendo el obispo de Roma y cabeza de la Iglesia.

La Iglesia Católica sobrevivirá, ya que el infierno no puede vencerla, según la promesa de Jesucristo. Sin embargo, Jahenny advirtió que, si una jerarquía decide comenzar una nueva iglesia que tuviera como objetivo reunir bajo el mismo techo a varias otras creencias y religiones, esa ya no será la Iglesia Católica.

Si esto llegase a ocurrir, siempre según la profecía de María Julia, Dios ya no tolerará los errores de una Iglesia que lo ha traicionado.

En La Salette, la Virgen María no dejó espacio para una mala interpretación: dijo que llegará el día en que Roma caerá, perderá la fe y la sede de Pedro será temporalmente ocupada por el maligno.

En la fiesta del Inmaculado Corazón de María de 1960, la Virgen le dijo a la Beata Elena Aiello que la hora de la justicia de Dios está próxima.

Dijo que, si los hombres continúan siguiendo caminos de la perdición, pronto habrá manifestaciones aterradoras que harán temblar hasta a los pecadores más obstinados. Habló de grandes terremotos que engullirán ciudades y países enteros, epidemias, hambre y destrucción, especialmente donde están los hijos de las tinieblas, en naciones sin Dios.
Y agregó: “Si no oramos, Rusia marchará sobre toda Europa”.

María Julia Jahenny, en tanto, profetizó que los rusos avanzarán hacia el Rin, mientras que sus aliados desembarcarán en el sur de Italia, en el sur de Francia y en la zona costera de España, y Europa occidental será arrollada.

Este escenario fue profetizado además por Juan Pablo II, el Padre Pío, San Pío X, San Roberto Bellarmino y muchos otros.

Será poco antes de que estalle el conflicto en Europa cuando Dios enviaría el Aviso, la “iluminación de la conciencia”. En ese instante a cada persona se le otorgará el don de ver el estado de su propia alma como Dios la ve, y será llamado a la conversión.

Y entonces saldrá a la luz el Gran Monarca, nacido en Francia, que según el estudioso Xavier Reyes-Ayral hoy está vivo, observando y escuchando. María Julia Jahenny dijo que su nombre será Enrique V de la Cruz.

Así comenzará una campaña que durará tres años, con la asistencia del rey de España, quien aún con una fuerza inferior se unirá al de Francia, para expulsar a los invasores, es decir, a los rusos y sus aliados.

Liberarán toda Italia hasta llegar a Roma, y allí será instalado un Papa Angélico en la sede de Pedro y se producirá el renacimiento de la Iglesia Católica.