Un nuevo libro sobre Mamá Antula, la mujer rebelde que en tiempos de la colonia se enfrentó con el poder de la corona española y la Iglesia y que podría convertirse en la primera santa argentina, acaba de ser publicado por editorial Planeta con prólogo del neurocientífico Facundo Manes.

La obra de Nunzia Locatelli y Cintia Suárez devela una historia casi desconocida de una luchadora en la época cruenta de la Colonia que, con una personalidad fuerte y muy actual, desafió a los factores de poder de aquel momento, como el rey Carlos III y el papa Clemente XIV.

Con rigor histórico, la obra exhibe los gestos desafiantes y las relaciones con los más importantes próceres argentinos de una protagonista de su tiempo que -como muchas mujeres hoy- deciden no obedecer los mandatos familiares y sociales, y forjar su propio camino, con un impacto multiplicador en la sociedad.

Lejos de ser un libro religioso, el texto cobra vitalidad al narrar hechos hasta ahora inexplicables y misteriosos, que hasta el Vaticano analiza y, por impulso del papa Francisco, podrían llevar a que la Argentina tenga su primera santa.

Las autoras cuentan detalles poco conocidos y articulan una reconstruccón histórica atractiva de una mujer que se relacionó con el mundo de los jesuitas.

La preparación del libro demandó más de ocho años de investigación con acceso a testimonios y datos inéditos obtenidos en varias provincias de Argentina, en Uruguay y en Italia.

La obra, editada por editorial Planeta, cuenta con el prólogo de Facundo Manes, neurocientífico y presidente de la Fundación INECO.

Según la reconstrucción histórica, una noche de 1767 los soldados españoles encarcelaron a todos los curas jesuitas del territorio colonial.

A escondidas, uno de ellos le entregó a una mujer, María Antonia de Paz y Figueroa, Mamá Antula, lo que sería el último emblema de la Compañía de Jesús. .

Ella, desobedeciendo los mandatos familiares y sociales, como también las órdenes de las autoridades, decidió jugarse para mantener viva la obra de los jesuitas.

Así fue como caminó descalza más de 4.000 kilómetros, hasta que finalmente llegó a Buenos Aires en una travesía signada por hechos tan milagrosos como inexplicables.