SáBADO, 30 DE NOV

Francisco: “Que Pedro y Pablo lleven la paz a Ucrania”

El Papa recordó que el jueves celebramos la solemnidad de los santos Pedro y Pablo: a su intercesión encomendamos "al querido pueblo ucraniano, para que encuentre pronto la paz".

Al final de la audiencia general del miércoles por la mañana en la Plaza de San Pedro “Hay tanto sufrimiento en Ucrania, no lo olvidemos”, subrayó Francisco, refiriéndose a la fiesta de los santos Pedro y Pablo, declaró que el ejemplo y la protección de estos dos apóstoles puedan sostenernos a cada uno de nosotros en el seguimiento de Cristo.

Desde el comienzo de la guerra en febrero de 2022, el pontífice siempre dedica un pensamiento en todas las audiencias pública a la “torturada Ucrania” y pide rezar por los afectados por la agresión rusa.

Mientras tanto, el limosnero pontificio, el cardenal polaco Konrad Krajewski, sigue en Ucrania para distribuir suministros de socorro enviados desde el Vaticano y expresar consuelo y la “cercanía del Papa” a la población local. Krajewski envió a los medios vaticanos un breve mensaje desde Ucrania el martes por la noche:

“Son 3.125 km desde el Vaticano hasta Jersón. Pero el Papa quiso que viniera aquí para estar cerca de todos los que sufren. Ha recogido una gran cantidad de medicinas para los necesitados, y estoy trayendo un camión del Vaticano con alimentos para las personas afectadas por la destrucción de la represa. El Papa está muy cerca de la Iglesia greco-católica ucraniana. Y es por eso que estamos aquí. Oramos con todos los que trabajan por Ucrania; como limosnero del Papa, traigo su bendición”.

En la ciudad del sur de Ucrania, donde en las últimas semanas fue destruida la presa hidroeléctrica de Kajovka, provocando la inundación de más de 80 pueblos y ciudades, la devastación de 20.000 hectáreas de tierras de cultivo y el vertido de más de 150 toneladas de petróleo, el cardenal Krajewski llegó conduciendo él mismo un camión lleno de víveres (en su mayoría procedentes de Corea y más de 100.000 sopas liofilizadas) y sobre todo medicamentos, procedentes del Vaticano, del Policlínico Gemelli y del «banco suspendido de Nápoles». Saliendo de Roma el 22 de junio, el cardenal recorrió 3125 kilómetros. «Mucha carretera, muchos kilómetros», contó.

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