El papa Francisco pidió usar la robótica y la inteligencia artificial para el «bien común» y reclamó que los «progresos tecnológicos» se usen para «disminuir las desigualdades económicas, educativas, tecnológicas, sociales, y culturales».

El pontífice recibió este viernes a casi 200 participantes del encuentro de tres días sobre «El bien común en la era digital» que organizó el Vaticano junto a empresas de tecnología de todo el mundo y advirtió de los «enormes peligros para la humanidad entera» de una imposición global «del paradigma tecnocrático».

En ese marco, se refirió al caso de «la robótica en el mundo del trabajo».

«Por un lado, puede poner fin a algunas ocupaciones arduas, peligrosas y repetitivas, como las que surgieron al comienzo de revolución industrial del siglo XIX, que a menudo causan sufrimiento, aburrimiento, destrucción», planteó el pontífice.

Y advirtió: «Por otro lado, sin embargo, la robótica podría convertirse en una herramienta puramente eficiente: usada solo para aumentar las ganancias y los rendimientos, y privaría a miles de personas de su trabajo, poniendo en riesgo su dignidad».

En la misma línea, Jorge Bergoglio planteó las «ventajas y riesgos asociados al uso de la inteligencia artificial en los debates sobre los grandes temas sociales».

«Por un lado, será posible favorecer un mayor acceso a información confiable y por lo tanto garantizar la afirmación de análisis correctos; por el otro, será posible, como nunca antes, hacer circular opiniones sesgadas y datos falsos, «envenenando» debates públicos e incluso manipular las opiniones de millones de personas hasta el punto de poner en peligro las instituciones que garantizan la convivencia civil pacífica», cuestionó.

En esa dirección, Francisco llamó la atención: «Si los avances tecnológicos fueran la causa de desigualdades cada vez más marcadas, no podríamos considerarlos un progreso real».

«El llamado progreso tecnológico de la humanidad, si se convirtió enemigo del bien común, conduciría a una infeliz regresión a una forma de barbarie dictada por la ley del más fuerte», propuso el pontífice.

Y agregó: «Con su trabajo se involucran en un esfuerzo de civilización, que también se medirá con el objetivo de reducir las desigualdades económicas, educativas, tecnológicas, sociales y culturales».

Finalmente, el Papa los convocó a «defender la dignidad de cada persona humana, convencido de que el bien común no se puede disociar del bien específico de cada individuo».