El papa Francisco inicia esta semana su séptimo año al mando de una Iglesia Católica en crisis global por los casos de abusos a menores por parte de sacerdotes, que marcan una distancia entre las declaraciones condenatorias de Jorge Bergoglio y los comportamientos encubridores de buena parte de los obispos.

El miércoles próximo se cumple el sexto aniversario de la elección del religioso argentino como el papa número 266 de la Iglesia Católica, y la fecha lo encontrará, una vez más, en sus clásicos ejercicios espirituales en la localidad de Ariccia, de la periferia romana.

Bergoglio inicia su séptimo año como sucesor de Pedro luego de un 2018, e inicio de 2019, monopolizados por la sucesión de casos de abusos.

Mientras sus críticos de sectores conservadores apovechan la crisis global por los abusos para redoblar sus ataques, fuera de los muros el pontífice es el líder mejor valorado del planeta, según la Encuesta Mundial Anual de Gallup International realizada en 57 países y difundida a inicios de febrero.

Por el momento Francisco ha respondido con hechos a los delitos sexuales que, en cantidad y gravedad in crescendo, se han verificado en la Iglesia.

Así, en el último año recibió a víctimas de abusos del clero chileno en su casa del Vaticano; luego desplazó a siete obispos del país sudamericano por su gestión de las denuncias y encubrimientos; a inicios de este año despojó del estado cardenalicio al estadounidense Theodore McCarrick, condenado por abusos en su país, y más recientemente suspendió provisoriamente del ejercicio del ministerio al cardenal australiano George Pell, encarcelado en su país por la violación de un menor.

El paso más reciente fue la celebración en el Vaticano de una histórica cumbre para la protección de los menores que reunió en el centro del catolicismo a presidentes y delegados de todas las conferencias episcopales del mundo.

La reunión terminó con un fuerte discurso de Bergoglio y un par de propuestas concretas desde el Vaticano en medio de promesas de una «revolución copernicana» frente a la pederastía.

Pero el verdadero éxito o no de lo que para muchos es la última oportunidad de la Iglesia de ponerse a las alturas del problema, se definirá en el mediano plazo: más allá de los enfoques sobre la formación de los sacerdotes, restará ver si el Vaticano actúa con una firmeza tal en los casos ya abiertos que sirva como una verdadera disuasión a que se repitan abusos y violaciones de menores.

Más allá de la crisis de los abusos, el séptimo año del pontificado de Bergoglio será el de la implementación del acuerdo firmado con China en septiembre pasado para la designación conjunta de obispos, tras más de 60 años de desencuentros entre Roma y Pekín sobre la gestión de la catolicidad en tierra oriental. Los siete obispos que el gigante asiático había nombrado sin luz verde pontificia ya han sido admitidos como propios por el Vaticano.

Pero las primeras pruebas vendrán cuando, en algún momento de 2019 lleguen las pimeras designaciones con el nuevo sistema de nombramiento, que introduce un posible veto papal a las ternas que se presenten desde Oriente.

En medio de las críticas que recibió por parte de sectores conservadores por su acercamiento a Pekín, Bergoglio pone en juego parte de su capital político con la movida, más aún cuando se espera que viaje a Japón en noviembre y vuelva a sobrevolar el espacio aéreo chino.

De América Latina se espera otra de las grandes pruebas para el séptimo año del pontificado de un Jorge Bergolgio que a fin de 2019 cumplirá 83 años. La situación en Venezuela, uno de los contados casos de fracasos de mediación de la diplomacia vaticana, ha puesto al pontífice en el centro de la escena.

La difusión a inicios de febrero de una carta privada en la que el Papa reprochó al presidente Nicolás Maduro sus sucesivos incumplimientos otorgó algo más de legitimidad a la posición papal, que había sido muy cuestionada por lo que muchos analistas veían como una cercanía imprudente al cuestionado gobierno.

Mientras acelera la redacción de una nueva constitución apostólica junto a su grupo cada vez más estrecho de cardenales asesores (el inicial C9 se convirtió en un C6 por los problemas con la Justicia de sus miembros), el séptimo año del pontificado de Francisco tampoco será, por el momento, el que lo lleva de regreso a su Argentina natal: en un calendario que prevé viajes a Marruecos, Bulgaria, Macedonia, Rumania, Mozambique, Madagacar, Japón, y quizás Tailandia, no se prevé por el momento una peregrinación a América del Sur.