El papa Francisco pidió este miércoles que haya cristianos abiertos al diálogo y a la solidaridad al celebrar la última misa de su gira de cuatro días por Eslovaquia ante casi 50.000 fieles.

«No se trata de ser hostiles al mundo, sino signos de contradicción en el mundo», planteó el pontífice ante la multitud que participó de la misa celebrada en el santuario de Sastin, a 70 kilómetros de la capital Bratislava.

En su homilía, el Papa pidió así «cristianos que saben mostrar con su vida la belleza del Evangelio, que son tejedores de diálogo allí donde las posiciones se endurecen, que hacen resplandecer la vida fraterna allí donde a menudo en la sociedad hay división y hostilidad, que difunden el buen perfume de la acogida y de la solidaridad allí donde los egoísmos personales y colectivos predominan con frecuencia, que protegen y cuidan la vida donde reinan lógicas de muerte».

El pedido de un cristianismo abierto al diálogo y la acogida de inmigrantes fue una constante de la visita del Papa, en medio de las tensiones entre el Vaticano y algunos líderes cristianos conservadores del centro de Europa, como el húngaro Viktor Orban, que se amparan en la religión para justificar sus mensajes xenófobos y homófonos.

La misa de este miércoles, día feriado en Eslovaquia por la denominada «Virgen Dolorosa» a la que está dedicada el santuario, es la última actividad del pontífice en el país, al que llegó el domingo tras un breve paso por Budapest acompañado por Télam como único medio latinoamericano a bordo del avión papal.

Entre los presentes, Pavol, residente del área de Surian, planteó a la agencia de noticias Télam su «alegría por ver al papa Francisco en vivo, años después de haber asistido a la celebración de Juan Pablo II en 1995», durante la primera visita del Papa polaco al país.

En su homilía, el Papa pidió a los cerca de 50.000 fieles presentes que calcularon los organizadores «una fe que no se queda en lo abstracto, sino que penetra en la carne y nos hace solidarios con quien pasa necesidad».

Iveta, de la región de Bánovce, llegó a las 2 de la mañana, horas después de la apertura de puertas de las 22, y deseó que «todo lo que ha generado el Papa ayude a cambiar algo» en el país.

Con el país en las puertas de una nueva ola de coronavirus, las autoridades dispusieron el ingreso solo a personas vacunadas, recuperadas de la Covid-19 o con un test negativo.

Tras la misa, el Papa retornará desde Bratislava hacia Roma a las 13.45, donde aterrizará en el aeropuerto Ciampino a las 15.30 locales (10.30 de Argentina).