El papa Francisco recordó a los «afectados por la guerra», pidió por quienes viven «sumergidos en la violencia y en la indiferencia» y, al celebrar en la Basílica de San Pedro su primera misa del año, convocó a los fieles a «ensuciarse las manos para hacer el bien».

«Recemos a la Madre de modo especial por los hijos que sufren y ya no tienen fuerzas para rezar, por tantos hermanos y hermanas afectados por la guerra en muchas partes de mundo», planteó hoy el pontífice al encabezar la celebración por «María Santísima, Madre de Dios», según se denomina a la tradicional misa del 1 de enero.

En su homilía, el Papa recordó además a los «que viven estos días de fiesta en la oscuridad y a la intemperie, en la miseria y con miedo, sumergidos en la violencia y en la indiferencia».

«Por tantos que no tienen paz», convocó Francisco a la oración.

En su mensaje, el Papa aseveró además que «para acoger a Dios y su paz no podemos quedarnos inmóviles y cómodos esperando a que las cosas mejoren».

«Hay que levantarse, aprovechar las oportunidades que nos da la gracia, ir, arriesgar. Hoy, al comienzo del año, en lugar de sentarnos a pensar y a esperar que las cosas cambien, nos vendría bien preguntarnos: ‘Yo, ¿hacia dónde quiero ir este año? ¿A quién voy a hacer el bien?'», preguntó Francisco ante una Basílica colmada con cerca de 7.000 personas.

Para el pontífice, «muchos, en la Iglesia y en la sociedad, esperan el bien que tú y sólo tú puedes hacer, esperan tu servicio».

En ese marco, Jorge Bergoglio convocó a dejar de lado la «anestesia y la indiferencia que paraliza» y rechazó la postura de estar «sentados delante de una pantalla, con las manos sobre un teclado».

Así, el Papa llamó a sus fieles a «ir, a movernos por lo que sucede en el mundo, a ensuciarnos las manos para hacer el bien, a renunciar a tantos hábitos y comodidades para abrirnos a las novedades de Dios».

La misa de este domingo coincide con la celebración de la Jornada Mundial de la Paz que se recuerda cada 1 de enero, para la que el Papa dio a conocer el mes pasado un mensaje con el título «Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el Covid-19 para trazar juntos caminos de paz».

«Fuimos testigos del inicio de otro azote: una nueva guerra, en parte comparable a la del Covid-19, pero impulsada por decisiones humanas reprobables. La guerra en Ucrania se cobra víctimas inocentes y propaga la inseguridad, no sólo entre los directamente afectados, sino de forma generalizada e indiscriminada hacia todo el mundo; también afecta a quienes, incluso a miles de kilómetros de distancia, sufren sus efectos colaterales, basta pensar en la escasez de trigo y los precios del combustible», sostuvo entonces el Papa.