MIéRCOLES, 27 DE NOV

El Vaticano rechazó declarar nulo el juicio por malversación de fondos al cardenal Becciu

Becciu y los otros nueve acusados enfrentan diversos cargos de delitos financieros como malversación, blanqueo de capitales, fraude, extorsión y abuso de funciones.

La Justicia vaticana rechazó hoy declarar nulo el juicio al cardenal Angelo Becciu y otros nueve acusados, como habían reclamado los abogados defensores, aunque ordenó que la fiscalía entregue a las partes los videos de los interrogatorios a uno de los testigos clave del proceso.

El Tribunal que encabeza el jurista Giuseppe Pignatone rechazó hoy volver el juicio a la etapa de instrucción y ordenó que el Promotor de Justicia (fiscal) Giampiero Milano entregue «antes del 3 de noviembre» las copias en audio y video de los interrogatorios a monseñor Alberto Perlasca, considerado el testigo clave del proceso.

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Perlasca, a quien se le registraron sus documentos y ordenadores en febrero de 2020, estaba inicialmente entre los investigados, pero fue luego eliminado de la lista de acusados tras un primer interrogatorio que hasta hoy no fue mostrado a las defensas del resto de los involucrados.

Becciu y los otros nueve acusados enfrentan diversos cargos de delitos financieros como malversación, blanqueo de capitales, fraude, extorsión y abuso de funciones, tras más de dos años de investigación a funcionarios laicos y religiosos por supuesta malversación de fondos en la compra y venta de propiedades, en especial un Palacio en Londres por casi 200 millones de euros.

Ayer, las defensas habían reclamado que se declarara la nulidad de lo actuado hasta ahora por considerar que faltaban elementos entre las pruebas de la elevación a juicio, incluidos los interrogatorios del resto de los acusados.

En 2020, Perlasca fue interrogado un total cinco veces por el Promotor de Justicia, las tres últimas como persona con información sobre los hechos, y esos testimonios fueron la base utilizada para enviar a juicio a Becciu, el exjefe del monseñor.

El proceso, que se desarrolla en una sala especialmente preparada dentro de los Museos Vaticanos y se reanudará el 17 de noviembre, según dispuso hoy el Tribunal, es el primero de la historia en el que un purpurado será juzgado por un delito penal ante un Tribunal de jueces laicos en la Santa Sede.

Con la ordenanza de hoy, Pignatone respondió de hecho a la excusa puesta por Milano para no entregar los materiales de evidencia a las defensas. Ayer, el Promotor de Justicia se había amparado en que no compartió los cerca de 300 Dvd que componen el cuerpo de pruebas porque el código penal del Vaticano, que es de 1913, no contempla soportes informáticos.

Uno de los ejes del proceso es un inmueble en el número 60 de Sloane Avenue, en el barrio Chelsea, de Londres, que según la acusación fue adquirido en 2014 con fondos reservados mientras Becciu se desempeñó como «número 3» de la Santa Sede y que provocó pérdidas millonarias al fondo de caridad que gestiona el Papa.

Al elevar la investigación a juicio, dentro de las 73 páginas dedicadas a analizar la labor del purpurado, la fiscalía vaticana consideró que «también surgieron elementos contra el cardenal Giovanni Angelo Becciu, contra quien procedemos, como exige la ley, por los delitos de malversación y abuso de funciones también en concurso, así como soborno».

De todos modos, el cardenal italiano, considerado hasta mediados del año pasado un posible sucesor de Francisco, no estuvo solo en el andamiaje financiero que, de acuerdo a la acusación, se montó para desviar fondos de las obras de caridad.

Entre los acusados está también el operador financiero Gianluigi Torzi, acusado de haberse quedado con una comisión de 15 millones de euros por la compra-venta del palacio de Sloane Avenue de Londres. También está entre los acusados quien, según la ley, debía controlar las operaciones desde dentro del Vaticano: el ex presidente de la Autoridad de Supervisión Financiera de la Santa Sede (AIF), René Brülhart, además de su mano derecha, Tommaso di Ruzza.

Según el acta de envío a juicio, la investigación mostró «una red de relaciones con los operadores del mercado financiero que generó pérdidas sustanciales para las finanzas del Vaticano, habiendo recurrido también a recursos destinados a las obras de caridad personal del Santo Padre», dentro de un mega-esquema de fraudes.

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