VIERNES, 29 DE NOV

El Inquietante Plan de los Modernistas para Transformar la Fe Católica “en las sombras”

Estamos en la apostasía generalizada de la fe católica que se encuentra profetizada por Cristo y los apóstoles y de la difusión de los errores de Rusia, que vino a alertar Nuestra Señora en Fátima.

Probablemente estemos viviendo en los días de una de las pérdidas de fe más grandes de la historia. Laicos, sacerdotes y religiosos, parroquias y denominaciones enteras, se están apartando de las enseñanzas bíblicas de Jesús, y aun así se siguen llamando cristianos, ni se dan cuenta que están abandonando la fe y hacen la guerra a quienes permanecen fieles, uniéndose a los enemigos declarados del cristianismo.

Hasta ahora esta corriente, que se llama modernismo, ha tenido un trabajo tipo de guerrilla dentro de la Iglesia, sin mostrar demasiado la cara y dando golpes donde podía. Y con esta táctica ha generado la apostasía en los bancos de los templos, se ha hecho fuerte en los seminarios, y es cada vez más visible en la vida de la Iglesia, porque cada vez más obispos sostienen los principios modernistas. Pero quizás estemos en un punto de inflexión y su influencia haya escalado.

Aquí hablaremos sobre cuál es la ideología del modernismo dentro de la Iglesia, a donde pretende llegar, cuál es la estrategia que ha empleado hasta ahora, y cómo ahora está en condiciones para dar un salto en su promoción.

La Reina de la Paz de Medjugorje alertó en su mensaje del 25 de septiembre de 2023, «¡Queridos hijos! Los invito a una fuerte oración. El modernismo quiere entrar en vuestros pensamientos y robaros la alegría de la oración y del encuentro con Jesús» y justo 9 días después comenzó la primera sesión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de la Sinodalidad en la Iglesia. 

Donde se dio a los liberales modernistas el escenario para sembrar su estrategia de dudas y confusión entre los fieles. Habida cuenta de las ponencias que han llevado Conferencias Episcopales enteras al Sínodo.

Es una oportunidad largamente esperada para difundir el por qué el catolicismo debe pasar de una religión revelada por Dios, centrada en la salvación eterna de las almas, a una religión que promueva el buenismo, la ausencia de juicios morales, el florecimiento personal, el bien material y la agenda de los poderes mundanos.

Donde el objetivo es hacer que todos se sientan incluidos, apreciados y afirmados en las decisiones personales que tomen en la vida.

Salvo que elijan abrazar el catolicismo centrado en la salvación eterna de las almas en Cristo, que es el enemigo de los liberales modernistas, o progresistas.

¿Y cómo podemos definir al modernismo?

Es el error que intenta transformar a la Iglesia, y todas sus creencias, en algo subjetivo, desligándolas de toda trascendencia. Es «la síntesis de todas las herejías», dijo San Pío X a principios del siglo XX.

Aparece a primera vista como la pretensión de poner al día a la Iglesia con los valores del mundo, y por lo tanto una consecuencia inmediata es el ecumenismo.

Los modernistas no hablan de Dios sino de la experiencia de Dios, en el afán de hacer el cristianismo aceptable para la gran masa occidental contemporánea, porque sostienen que no se puede conocer a Dios.

Lo que tiene como consecuencia el ocultamiento de las reclamaciones de Dios hacia el hombre. Sostienen que esta experiencia de Dios se puede obtener en cualquier lado sin estar atado a moralidades.

Por ello, consideran que lo más importante es sintonizar con las demandas más populares de la época y tratar de decodificarlas como una experiencia de Dios.

En definitiva, el cristianismo ya no es la revelación y el cumplimiento de las demandas que Dios planteó en las Escrituras. Sino la experiencia personal de lo divino en medio del mundo.

Este movimiento teológico no tiene unidad, ni una doctrina establecida y su eje es la deconstrucción del catolicismo de los apóstoles.

Es una nueva religiosidad centrada en el hombre, que coloca la pastoral por delante de los diez mandamientos de Dios. Donde lo sobrenatural es reemplazado por lo natural.

Que descree de los milagros que se cuentan en la Biblia, especialmente los del Antiguo Testamento y los rebaja a meras leyendas. Piensan que así serán mejor aceptados por los que abrazan a la ciencia como credo, no creen en el principio católico de inerrancia bíblica en términos de fe y moral. Y entonces analizan la Biblia con el método literario crítico en lugar de con los ojos de la fe.

La intención de la mayoría de ellos no es salvar almas del diablo, sino salvar al mundo del capitalismo.

Al creer que la religión es producto del talento y del genio humano, y no de la revelación Divina dada a los hombres, no creen que la doctrina deba permanecer siempre igual, porque no la produjo Dios que es eterno y omnisciente.

Por lo tanto, su deseo no es someterse a la revelación, sino que la revelación se someta a los seres humanos.

El modernista afirma preservar lo que es esencial para la enseñanza cristiana, que Dios se reveló a los hombres en la época del Antiguo Testamento, y de Cristo y los apóstoles. Y lo que hicieron los hombres fue interpretar esa revelación de acuerdo a los valores de su época.

Por lo tanto, no hay una moral y enseñanza inmutable de Dios para toda época, sino que hay que adaptarla a cada época.       

Pero esto es un contrasentido, porque entonces no tiene mucho sentido convertirse al cristianismo, si desde el principio te dicen que doctrinas, como por ejemplo la Trinidad y la Encarnación, no son realmente ciertas, sino sólo formas poéticas de hablar.

Por lo que le piden a los convertidos empezar por creer en las doctrinas más tradicionales y luego alejarse gradualmente de ellas. Lo que hace al modernismo sólo un parásito de las doctrinas que rechaza.

Porque no tiene una base independiente, sino que presupone la visión tradicional de que realmente hubo una revelación divina hace dos milenios, pero que la interpretación depende de cada época.

Por eso se oye decir a los modernistas “esto y aquello fue revelado hace dos milenios, pero la Iglesia lo ha entendido mal durante dos milenios, ahora hemos evolucionado en su entendimiento”.

Los modernistas niegan la transmisión del pecado de Adán a sus descendientes. Son escépticos con respecto a los milagros descritos en la Biblia y en las vidas de los santos, así como respecto a las apariciones marianas. Y especialmente a todo lo sobrenatural.

Son escépticos sobre la transubstanciación del pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo celebrados en las misas, consideran el amor de Dios aislado de Su justicia, justificando así la permisividad moral. Se refieren a la Santa Tradición, como costumbres arraigadas.

Niegan que el pecador tenga que pasar por el sufrimiento purificador en la Tierra o en el Purgatorio, creyendo que es suficiente para un pecador desear la salvación y él será salvo. No creen en el infierno.

Minimizan la importancia de los poderes angélicos y demoníacos en la historia del mundo y la vida moral de cada hombre. Están inclinados a considerar la tentación demoníaca como efectos emocionales y trastornos mentales.

Pero todo esto no lo dicen públicamente porque produciría un rechazo, e incluso que los consideren herejes porque niegan principios dogmáticos del catolicismo, sino que trabajan para erosionar las creencias tradicionales y establecen escenarios para que la gente deconstruya el cristianismo según los valores de la época. 

La narrativa habla sobre el avance del modernismo, y sobre cuál es su credo y su estrategia, para transformarse en hegemónico dentro de la Iglesia, y si creen que últimamente han crecido dentro de la Iglesia.

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