El abuso eclesiástico fue noticia reciente debido al suicidio del sacerdote Eduardo Lorenzo, la condena al cura Néstor Monzón y la decisión papal de levantar el secreto pontificio en casos de pederastia, pero aún en este contexto, Sebastián Cuattromo afirmó hoy que la sociedad «protege a los agresores y desprotege a los niños».

«Estamos muy lejos de haber transformado una sociedad que, además de patriarcal y machista, es adulto-céntrica», dijo a Télam Cuattromo, quien fue abusado por un docente del colegio Marianista -del barrio porteño de Caballito- cuando tenía 13 años y, ya adulto, llevó su caso a la justicia.

Al usar el término «adulto-céntrica», Cuattromo se refiere a una sociedad que «deja desprotegidos a los niños y niñas víctimas y defiende corporativamente a los adultos agresores».

El abuso sexual contra la infancia por parte de integrantes de la iglesia católica fue tratado por los medios de comunicación en los últimos días de la mano de tres hechos: en primer lugar, el lunes 16 de diciembre se suicidó el cura Eduardo Lorenzo, acusado de abuso contra al menos cinco niños y sobre quien pesaba una orden de detención.

Al día siguiente, el Vaticano anunció que el papa Francisco había levantado el secreto pontificio en casos de pederastia.

Y, el miércoles 18 se conoció la condena a 16 años de prisión para el sacerdote de Entre Ríos, Néstor Monzón, por el delito de abuso sexual contra un niño de tres años y una niña de uno.

Al respecto, Cuattromo afirmó que si bien siente alegría con «cada juicio y cada condena», sabe que «la mayoría de las y los sobrevivientes no encontraron justicia», y que el abuso sexual contra los niños es el delito «más impune de la tierra».

En Argentina, «de cada 1.000 abusos, menos del 10 por ciento llega a conocimiento del Poder Judicial, y de ese acotado universo, solo 1 tiene condena. Podemos decir que 999 casos quedan impunes. Historias como la mía son una excepción», dijo.

Cuattromo es un adulto sobreviviente de abuso sexual en la infancia. En 1989, el docente y sacerdote Fernando Picciochi abusó de él y otros compañeros durante un viaje escolar a las sierras de Córdoba.

En 2002, Cruattromo presentó la denuncia ante la justicia nacional y, diez años después, logró llegar a la instancia del juicio oral, que duró dos meses y terminó con una condena de 12 años de cárcel para Picciochi.

También en 2002, se conocieron las denuncias contra Julio César Grassi que hicieron públicamente algunas de sus víctimas y que contribuyeron a romper el silencio que protegía a otros abusadores integrantes de la iglesia.

Además de la condena a 15 años de cárcel para Grassi, que fue dictada en junio de 2009 por un tribunal bonaerense, hubo otras causas judiciales emblemáticas.

En septiembre de 2017, el cura Juan Diego Escobar Gaviria fue condenado a 25 años de prisión por abuso y corrupción de cuatro monaguillos de entre 11 y 12 años, entre 2005 y 2016 en Entre Ríos.

Y, el 25 de noviembre último, la justicia mendocina condenó a los sacerdotes Horacio Corbacho y Nicola Corradi a la pena de 45 y 42 años de prisión, respectivamente, acusados por abusos sexuales y corrupción de menores a niños con hipoacusia en el Instituto Antonio Próvolo.

Una noticia más reciente que atañe a la iglesia católica en su totalidad fue la decisión del papa Francisco de levantar el secreto pontificio en los casos de pederastia.

Respecto al anuncio, Cuattromo afirmó: «Las decisiones de la jerarquía son una consecuencia del avance de la lucha de las víctimas en la opinión pública. La jerarquía no tiene otro margen más que salir a actuar en este nuevo escenario que construimos los sobrevivientes».

Y agregó: «Valoramos los gestos, pero la iglesia tiene clamorosas deudas con la infancia. Hay que esperar resultados concretos».

En este sentido, Cuattromo recordó que en 2002, luego de presentar su denuncia en la justicia, intentó hablar con el entonces cardenal Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, para que reconociera la responsabilidad del colegio Marianista en los abusos.

«Nunca me recibió», dijo el hombre, y agregó que fue derivado al entonces obispo auxiliar Mario Poli, quien se negó a reconocer la responsabilidad del colegio.

«Si hubiera verdadera voluntad de escribir una nueva historia en relación a este delito», dijo Cuattromo, el Papa «tendría que convocar a las víctimas y luchadores de la Argentina».

Y agregó: (Francisco) «pidió perdón a las víctimas del mundo, pero los verdaderos cambios ocurren cuando nos hacemos cargo de las historias que nos tocan en forma particular».

Desde hace siete años, Cuattromo y su esposa, Silvia Piceda, encabezan la asociación Adultxs por los Derechos de la Infancia, que a través de charlas, espacios de encuentro y otras actividades, lucha por una sociedad donde la infancia «pase a ocupar el lugar de máxima preponderancia».