Por Rosendo Fraga *

Marita Carballo en su reciente libro Dios en el Mundo Moderno, que fue presentado el 28 de junio en el Instituto de Sociología Política de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, presenta elementos de interés para abordar este tema con encuestas realizadas a lo largo de 35 años, que constituyen un material muy valioso para la valoración de este tema.

El libro comienza analizando la confrontación entre lo secular y lo religioso en el mundo moderno. Plantea la posibilidad de que la religión se este transformando en una “fe a la carta”, es decir que hoy el hombre religioso busca su salvación no en la normativa y las estructuras, sino en los valores que le logran transmitir.

A nivel global, de una primera encuesta realizada en 1981 hasta fines de la segunda década del siglo XXI que acaba de finalizar, el trabajo muestra que la religión es trascendente para las personas en el mundo, pero de manera muy diferente en cada país. De acuerdo al último registro, en Pakistán la religión es importante para el 97%, en Turquía y Grecia lo es para el 85%, para Argentina y Brasil 75%, EE.UU. 58%, Alemania 52%, Francia 43%, Japón 25% y China y Corea del Sur 16%. Hay una disminución global de los creyentes en la participación formal del culto.

Desde 1984, el pico de los argentinos que se considera religioso se dio ese mismo año (87%). Ahora, al final de la segunda década del siglo XXI, son sólo 83%. Por su parte, quienes manifiestan ser católicos llegan a su techo también en 1984 con el 81%. En cambio, en la última medición de 2017 bajan al 69%. Es decir, los católicos perdieron 12% respecto a la primera medición, mientras que los argentinos que profesan otra religión ganaron 8% y casi se duplicaron durante el mismo periodo.

Donde hace este libro un aporte singular es al analizar el problema en los 82 países en el mundo que comprenden más del 80% de la población mundial. Se observa que el país menos religioso es Hong Kong, luego siguen China, Corea del Sur, Japón y Tailandia. Quienes se manifiestan religiosos en estos países no llegan al 20% de su población. Es así como el núcleo menos religioso del mundo está al oriente del continente asiático. Son las economías más adelantadas de esta región, incluidas la primera y la tercera (China y Japón).

Pero en el otro extremo observamos que entre los países más religiosos del mundo, con más del 90% de su población profesando una religión, se da también en el continente asiático: entre los 11 más religiosos se encuentran Bangladesh, Pakistán, Indonesia e India, entre otros. Es decir que el amplio continente asiático contiene los dos extremos de la religiosidad. Pero en ambos se encuentran los dos países más poblados del mundo, China por un lado e India por el otro, una dimensión religiosa muy diferente con lo que ello implica sobre la cultura, la política y la sociedad. De cualquier manera entre los países asiáticos más religiosos y los menos religiosos se encuentra la mitad de la población mundial.

Una comparación geopolíticamente interesante es la diferencia entre Rusia y China en el factor religioso. China se encuentra en el puesto 81 por su baja religiosidad y Honk Kong es el 82. Rusia, en cambio, ocupa el puesto 30 en esta tabla. América Latina se encuentra justo en el promedio de ella: Brasil es el 39, Argentina es el 40 y Colombia el 42. En estos países quienes se definen como religiosos están entre el 70 y el 80% de su población.

Pasando al occidente desarrollado, en Estados Unidos más de la mitad se define como religioso. Es así como uno de los factores sobre los cuales se articula la división de la sociedad es la religión.

Pero los estadounidenses son más religiosos que los alemanes, españoles, holandeses, franceses y noruegos. Todos estos países se ubican en la cuarta parte menos religiosa del mundo. La excepción es Italia, el país más religioso de la Europa desarrollada, incluso bastante más que Estados Unidos. Es así como en el cuarto menos religioso convergen los países del oriente de Asia con los de la Europa occidental.

Pero el libro de Carballo, en mi opinión, presenta dos conclusiones centrales. Considera que la religión “es un producto histórico, una construcción social”, es decir que sin menoscabo de su universalidad, “recibe en cada área y tiempo la impronta de una sociedad”. Y la segunda es que pese a los grandes cambios tecnológicos que han surgido en el mundo en el Siglo XXI y los que se prevén, la religión no está desapareciendo, sino que se está transformando. Es decir que el mundo que viene es un mundo más con Dios, que sin Dios, aunque se flexibilicen las normas y avance más la religiosidad individual.

*Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

Fuente www.perfil.com