Por Daniel Oscar Siñeriz Griffa

Es muy conocida la expresión de Albert Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo”. Pero quizá no tan conocida es la consideración que hace con respecto a las crisis. Plantea claramente que “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos”.

Y avanza señalando que “el inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y las soluciones”. Valorando la importancia de las crisis indica que “sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno.

Dice también que “hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo”. Y así anima: […] “Trabajemos duro y acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar para superarla”.

Hasta allí vamos bien y nos puede ayudar mucho su visión para intentar cambios valiosos, aprovechando la conmoción que traen siempre las crisis. Aunque también creo necesario tener en cuenta que los poderosos suelen crear y alentar crisis programadas que terminan “llevando agua para su molino”; las consecuencias de estas crisis implican torrentes de sufrimiento a las mayorías que siempre quedan afuera y siguen siendo víctimas de despojos históricos.

Esto tiene que cambiar de punta a punta. Necesitamos generar ideas, propuestas y estrategias alternativas, que no permitan “naturalizar” verdaderos genocidios sociales, económicos y ecológicos, y nos garanticen posibilidades de vida digna, condiciones más humanas en la plena vigencia de todos los derechos de todos los habitantes de nuestra casa común.