A principios de noviembre pasado, el papa Francisco autorizó la beatificación Pironio en un decreto el que se establece la aprobación del milagro que realizó el religioso sobre la curación de un bebé de 15 meses que estaba en coma. En ese sentido, el cardenal, fallecido en 1998, será beatificado el sábado en una ceremonia que se celebrará en la Basílica Nuestra Señora de Luján.

El Sumo Pontífice firmó el decreto donde indica que el cardenal será proclamado beato por «haber llevado una vida cristianamente ejemplar, digna de ser recordada».

Por su parte, la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) atribuye su beatificación por el milagro que realizó sobre un bebé de 15 meses que estaba en coma y sus papás rezaron ante una estampita del religioso argentino.

En su velorio, el papa Juan Pablo II expresó su admiración por su gran aportación a las «celebraciones de las Jornadas mundiales de la juventud y la gran ayuda que le dio durante ministerio». Sus restos luego fueron repatriados a la ciudad de Luján.

Eduardo Francisco Pironio nació el 3 de diciembre de 1920 en la localidad argentina de 9 de Julio y murió el 5 de febrero de 1998 en Roma. Fue el menor de 23 hijos y desde chico supo que quería integrar la iglesia.

Completó sus estudios eclesiásticos en el seminario de la archidiócesis de La Plata y obtuvo la licenciatura en teología en la Pontificia Universidad Angelicum de Roma.

El 5 de diciembre de 1943 fue proclamado sacerdote y durante su extensa vida también fue profesor, rector del seminario de Buenos Aires y hasta decano de la facultad de teología de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Además, fue nombrado obispo auxiliar de la archidiócesis de La Plata, obispo de Mar del Plata y presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM).

En 1975, el papa Pablo VI lo llamó para que sea prefecto de la Congregación para los Religiosos y luego Juan Pablo II lo nombró presidente del Consejo Pontificio para los Laicos.

Una de las presencias ilustres en la beatificación, será la presidente del Celam y arzobispo de Porto Alegre (Brasil), Jaime Spengler.

«Espero que el Espíritu de Dios siga suscitando a hombres y mujeres con tanto amor a la Iglesia y a la autoridad humana y cristiana como el nuevo Beato. Los tiempos actuales necesitan mujeres y hombres con ese temperamento», expresó el religioso brasileño.