La detención de dos jóvenes por su presunta vinculación o simpatía con la organización libanesa Hezbollah generó una serie de dudas y cuestionamientos sobre la veracidad de la denuncia anónima que derivó en los allanamientos el barrio de Floresta, donde según la versión oficial se incautó un «arsenal».

Según supo LPO, incluso las dudas llegaron a la embajada de Israel en Buenos Aires. Fuentes de esa oficina diplomática consideran poco serio el procedimiento de detención de los dos hermanos Salomon.

Es que la versión oficial está envuelta en una serie de inconsistencias y a la vista no hay ningún elemento concreto que ratifique la presunta conexión de los jóvenes con la organización islámica de El Líbano, considerada terrorista por Estados Unidos, Israel y la Unión Europea.

A la detención de Axel Ezequiel Abraham Salomon y Kevin Gamal Abraham Salomon se llegó a partir de un correo electrónico anónimo que fue enviado a la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA). Allí se alertaba que el menor de los hermanos, Kevin, era seguidor de Hezbollah, manejaba armas de guerra y habría recibido entrenamiento militar en distintos viajes por Medio Oriente.

A la denuncia le siguió el allanamiento ordenado por el juez federal Sebastián Ramos en una vivienda de Floresta, donde se secuestraron dos computadoras portátiles, dos CPU, tres teléfonos celulares y un presunto arsenal, según difundió el Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich. Esa cartera también indicó que se hizo «un análisis técnico» en las redes sociales de los denunciados y se «corroboró» el contenido de la acusación.

Las dudas sobre la versión surgen a partir de los elementos que se encontraron y que darían indicios sobre la conexión con Hezbollah. Se trata de un sticker de la organización y la foto de uno de sus líderes pegadas en la heladera. Incluso las armas encontradas no darían evidencias de actividades terroristas, o al menos no a la escala de un grupo como el libanés.

En ese «arsenal» contaban con una carabina Mauser calibre 7.65 con mira telescópica (muy antigua), una escopeta calibre 16 y una carabina de aire comprimido, armas típicas de actividades de caza. Además, tenían dos revólveres calibre 38 largo, una pistola Bersa calibre 22, un revólver calibre 25, dos revólveres calibre 22 y municiones.

Según la familia Salomon, esas armas están registradas y son una herencia del abuelo de los detenidos, que falleció en 2008. «La ropa no es militar. Es camuflada, porque mis hijos iban a cazar. Las armas eran de mi abuelo, que murió en 2008 a los 82 años. Las tenía desde que era conscripto militar. Cuando falleció, las heredé yo. La única que compré fue una Bersa calibre 22, pero jamás fueron manipuladas por mis hijos. No las saben usar. Y las municiones estaban bajo llave», declaró el padre.

Lo incautado no coincide en principio con lo planteado en la denuncia anónima, donde se aseguraba que Kevin Salomon había recibido entrenamiento militar en el exterior y que se lo había visto manejando armas de guerra como fusiles AK-47 de origen ruso.

Respecto a los viajes a Medio Oriente, desde el entorno de los detenidos sostienen que se trata de «tres o cuatro» viajes que hicieron para ver a la parte de la familia que vive en El Líbano. «El más chico estuvo dos meses en Irán haciendo un curso de religión. Al Líbano fuimos varias veces a visitar a la familia y nos quedamos 25 o 30 días. Y a Siria fueron en 2009 sólo por dos días, cuando la familia fue a visitar el santuario del nieto del profeta», agregó el hombre.

Como sea, resulta llamativo en base a la información que se conoce que los servicios de inteligencia de las fuerzas de seguridad no hayan profundizado sobre esos indicios o sobre las comunicaciones de los jóvenes (según una versión, uno de ellos trabajaría en una empresa estrechamente vinculada al gobierno de los Estados Unidos).

La detención de los Salomon se da en un contexto donde el Gobierno salió a agitar fantasmas tras los fallidos ataques aparentemente anarquistas en el cementerio de Recoleta y la casa de Bonadio. Incluso, en las últimas horas las fuerzas de seguridad desplegaron grandes operativos por paquetes sospechosos en el Obelisco y Aeroparque, que terminaron siendo un viejo televisor y una bolsa con sábanas.

Se trata de una jugada riesgosa del Gobierno (que se atribuye a una reacción por el alerta que emitió Gran Bretaña sobre posibles ataques terroristas durante la cumbre del G20) con un tema muy sensible en el mundo, que incluso podría tener efectos contrarios a los buscados.