No se trata de casos aislados: la conducta impropia y antiética de Sérgio Moro en el Lava Jato era recurrente, demuestra una investigación realizada por la revista brasileña Veja, en colaboración con el sitio The Intercept. No solo colaboró, sino que dirigió las acciones del ministerio Público en un caso que él después iría a juzgar

Sin embargo, Moro dijo esta mañana que no reconoce la autenticidad de los supuestos diálogos divulgados por Veja.

El 30/6, hubo en Brasil manifestaciones en favor del juez Sérgio Moro, al que la revista publicó en portada más de una vez, alabándolo por su rol en la lucha contra la corrupción. Sin embargo, las cosas han cambiado: «las conversaciones ocurridas en el ambiente de un sistema de comunicación privada (Telegram) y divulgadas por el sitio The Intercept Brasil mostraron que, en su papel de magistrado, Moro dejó de lado la imparcialidad y actuó del lado de la acusación», publicó Veja el viernes 5/7. «Las revelaciones han debilitado la imagen de corrección absoluta del actual ministro de Jair Bolsonaro y pueden anular sentencias. Solo una pequeña parte del material había sido divulgado hasta ahora – y fue suficiente para causar una enorme polémica», explica, haciendo referencia a los intercambios ya trascendidos entre Moro y fiscales del Lava Jato.

En esta ocasión, Veja y the Intercept analizaron 649.551 mensajes, palabra por palabra. Material que The Intercept dice haber recibido de una fuente anónima. Comunicaciones que, aseguran, son verdaderas y muestran que el caso es aún más grave de lo que se pensaba. «Moro cometió, sí, irregularidades. Fuera de autos (y dentro de Telegram), el actual ministro pidió a la acusación que incluyese pruebas en los procesos que llegarían después a sus manos, mandó a acelerar o retrasar operaciones e hizo presión para que determinadas delaciones no caminaran. Además, revelan los diálogos, se comportó como el jefe del ministerio Público Federal, posición incompatible con la neutralidad exigida a un magistrado.»

En un ejemplo ilustrativo, el reportaje pregunta retóricamente: «¿No sería un escándalo si un juez actuase en las sombras, alertando a un abogado de que una prueba importante para la defensa de su cliente había quedado afuera del expediente?»

Eso pasó en el Lava Jato, solo que en favor de la acusación, explica. Una conversación del 28/4/2016 muestra que Moro orientó a los fiscales para que hicieran más robusta la prueba. En aquel diálogo, Deltan Dallagnol, procurador del ministerio Público Federal y coordinador del Lava Jato en Curitiba, informa a la procuradora Laura Tessler, que Moro le había avisado sobre la falta de una información en la denuncia de un acusado, Zwi Skornicki, representante de Keppel Fels, empresa de astilleros que tenía contratos con Petrobras para la construcción de plataformas de petróleo, uno de los principales operadores de sobornos en el esquema de corrupción de Petrobras. Skornicki se transformó en delator en el Lava Jato, y confesó que pagó sobornos a varios funcionarios de la compañía estatal, entre ellos Eduardo Musa. Dallagnol avisa a Tessler que Moro dice que Skornicki tiene un depósito hecho a Musa y que si fue por lapso que no había sido incluido, que hasta el día siguiente lo podría recibir y alcanzaría el tiempo, que por favor se lo avisara.

Al día siguiente, el ministerio Público Federal incluyó el comprobante de un depósito de US$ 80.000 hecho por Skornicki a Musa. Moro entonces publica su sentencia y recibe el adicional con la información sobre el depósito después de eso. «O sea: él claramente ayudó a uno de los lados en el proceso a fortalecer su posición«, explica Veja.

El 2/7, Moro se presentó ante el Congreso y defendió su rol en el Lava Jato durante 7 horas, asegurando que los diálogos divulgados fueron fruto de un robo, pueden haber sido editados y, aún si fuesen verdaderos, no indican desvío alguno.

«A cada revelación», según Veja, «es más difícil sustentar ese discurso.»

En otro ejemplo presentado por The Intercept, Moro y Dallagnol muestran intimidad en el intercambio de informaciones -un comportamiento que el reportaje clasifica como señal de «nivel elevado (e indeseable) de promiscuidad entre los dos.»

«Dentro de la relación establecida por la dulpa», apunta Veja, «llama la atención también el momento en que Dallagnol da consejos al ‘jefe’ sobre los argumentos para garantizar una prisión. Eso aconteció el 17 de diciembre de 2015, cuando Moro informa que precisa una expresión del ministerio Público Federal sobre el pedido de derogación de la prisión preventiva del amigo de Lula, José Carlos Bumlai. Dallagnol le garantiza que la acción será hecha y agrega: ‘Siguen algunas decisiones buenas para mencionar cuando necesites arrestar a alguien’

Esto demuestra, de acuerdo a The Intercept, que el verdadero jefe de la acusación en el Lava Jato era la misma persona (supuestamente neutra) que juzgaría el proceso: Sérgio Moro. Su conducta es peligrosa no solo porque viola los derechos de los acusados, sino que sienta un precedente que pone en riesgo a todos los futuros acusados que podrían ser juzgados por un sistema judicial «que parece ignorar el más básico de los principios: la neutralidad e imparcialidad del juez.»

Fuente: urgente24.com